De Su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia
Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de El y clamó, diciendo: Este era del que yo decía: “El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero que yo.” Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer.
Continuaremos donde nos quedamos la vez anterior, en Juan 1:14: "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad". El Verbo, quien fue revelado como Dios en el versículo 1, se hizo carne, es decir, se hizo humano. Así que Dios habitó entre nosotros durante aproximadamente 33 años como el Dios-Hombre, Jesucristo.
Y Juan, en los versículo 14-18, se enfoca en dos aspectos: la gloria de Cristo, y su gracia. Su verdad es mencionada también al final del versículo14 ("lleno de gracia y de verdad"). Pero el énfasis recae sobre la gracia. Usted puede verlo en el versículo 16: "Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia".
El Énfasis Recae sobre la Gracia
Él pudo haber dicho que recibimos verdad sobre verdad, pero dijo "gracia sobre gracia". De hecho, después de este versículo la palabra gracia nunca aparecerá de nuevo en este Evangelio, pero la palabra verdad o verdadero o cierto aparecerán 55 veces. En otras palabras, en este evangelio, no se minimiza la "verdad". La verdad es el camino por donde obra la gracia: "y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan 8:32). "Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad" (Juan 17:17). Pero aquí, al comienzo, el énfasis cae sobre la gracia.
Esto es inmensamente importante que lo veamos, nosotros y el mundo. Juan está diciendo que la forma en que las personas se encuentran, ven hoy a Dios, y llegan a conocer hoy a Dios, es viendo la gloria de Jesús, es decir, la plenitud de su gracia. Si usted quiere estar verdaderamente alerta para ver la belleza divina de Jesús, su gloria, el resplandor espiritual que le muestra como persona auto-evidente, real, y verdadera, entonces asegúrese de preparar sus sentidos para ver su gracia. De ella está llena su gloria.
Viendo la Gloria en el Evangelio de Juan
Versículo 14: "y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”. Este el gran dilema de toda la humanidad. ¿Verán la gloria del Hijo de Dios? Una de las razones por las que hacemos esfuerzos especiales para ayudarle a guiar a sus amigos a Cristo en estás vacaciones, es que este evangelio está explícitamente diseñado por Dios para mostrar la gloria de Cristo y despertar a las personas para que le vean y tengan vida eterna.
Es difícil exagerar lo que encontramos en este Evangelio. Hay verdades estupendas reveladas en el Evangelio de Juan. Herman Ridderbos, quien escribió un comentario muy abarcador sobre este Evangelio, dijo: "mediante la encarnación, Dios se ha mostrado visiblemente en la humanidad. Y (pudiéramos añadir inmediatamente), todo el Evangelio de Juan es prueba de ello: prueba de gloria de abundante, una gloria manifestada ante los ojos de todos" (The Gospel of John, p. 49).
Es una declaración sorprendente: "todo el evangelio es prueba de ello" ¿Cómo es posible? Porque aquí en el Evangelio, leemos las obras y palabras del Hijo de Dios y cómo murió y resucitó de nuevo. Y en esa historia resplandece en la vida de Jesús la gloria del Unigénito del Padre. Y si tenemos ojos para verlo, lo veremos. Espero que usted se una a nosotros para ser el medio por el cual las personas vean la gloria del Hijo de Dios en estas festividades.
Gracia para Nacer de Nuevo
¿Por qué las personas que usted conoce necesitan gracia (gracia sobre gracia, como dice el versículo 16)? ¿Por qué usted necesita gracia sobre gracia? La respuesta que Juan menciona aquí en el primer capítulo es que sin gracia no somos hijos de Dios. Esto es abrumadoramente importante para todos los que usted conoce. ¿Recuerda los versículos 12-13? "Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios".
Cuando usted es "nacido de Dios" (no del primer nacimiento, sino del segundo, y esta es una obra de gracia pura, gratuita), usted se vuelve hijo de Dios. Ocurre conscientemente mediante la fe en Cristo. Piense en cuán estupendamente importante es todo esto: aunque las personas dicen cosas como: "todos somos hijos de Dios", eso no es lo que Jesús enseñó.
Solo los Hijos Ven
Escuche estas palabras de Jesús en Juan 8:41-47: Él estaba disputando con los líderes judíos. Son los que conocían el Antiguo Testamento desde el principio hasta el final. Lo adoraban seriamente. Ellos le dijeron a Jesús,.
"Tenemos un Padre, es decir, Dios. Jesús les dijo: Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais, porque yo salí de Dios y vine de El, pues no he venido por mi propia iniciativa, sino que El me envió” ¿Por qué no entendéis lo que digo? Porque no podéis oír mi palabra Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. . . El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no escucháis, porque no sois de Dios" (Juan 8:41-47).
En otras palabras, las personas más religiosas de los tiempos de Jesús no eran hijos de Dios. Esa es la condición de todos si no escuchan acerca de Jesús, si no experimentan el nuevo nacimiento, ven la gloria de Jesús, y creen.
¿Recuerdan Juan 3:3, donde Jesús dice: "En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios"? Sin haber nacido de nuevo, es decir, sin volvernos hijos de Dios, nunca veremos la gloria del reino de Dios.
Las Metas Gemelas de Jesús
No sería una exageración decir que la meta suprema de este evangelio es que los hijos de Dios vean y disfruten la gloria de Jesucristo tan plenamente como podamos hacerlo los seres creados. Para ello me fundamento en Juan 17:24, donde Jesús está orando por nosotros. Dice: "Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo”.
La meta suprema de esta oración por nosotros es que veamos la plenitud de su gloria después de que vuelva del Padre. Así él será el centro y nosotros estaremos inmensamente felices. Este es el propósito del Evangelio: la exaltación de la gloria de Cristo y la plenitud del gozo de los hijos de Dios que la ven. "...glorifícame tú, Padre", Jesús ora, "junto a ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera". "Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea perfecto" (Juan 15:11). Su gloria y nuestro gozo. Son metas gemelas.
Dos Obstáculos para Vencer
Ahora, para que esto suceda, deben vencerse dos obstáculos. Deben quitarse dos tipos de tinieblas. La gloria del Hijo de Dios debe ser revelada al mundo para que la veamos, y debe eliminarse la ceguera y oscuridad de nuestros propios corazones. Hay una oscuridad en el mundo, y hay una oscuridad en nuestras almas. Las dos deben vencerse. De otra manera, no podemos ver la gloria del Hijo de Dios.
¿Cómo Ocurre?
La tiniebla en nuestras almas es vencida mediante la regeneración (el nuevo nacimiento); y la tiniebla del mundo es vencida mediante la encarnación (el Verbo se hizo carne). Nuestra ceguera pecaminosa es eliminada mediante la regeneración, y la luz ha venido al mundo en la encarnación. Y por supuesto, las dos son inseparables y están interrelacionadas: la encarnación reveló la gloria que sobreabundó con gracia, y esa misma gracia es lo necesario para producir nuestra regeneración. Así que la revelación de la gloria de Cristo en la encarnación fue el medio y el propósito de la regeneración. Fue la gracia del hijo de Dios lo que abrió nuestros ojos ciegos. Y fue la gloria del Hijo de Dios lo que vimos cuando fueron abiertos nuestros ojos.
Mire cómo lo expresa Juan en los versículos 15-18.
Jesús "es Antes de Mí”
Él acaba de decir en el versículo14 que a causa de que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros "vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”. Antes de explicar un poco más en el versículo 16, él permite que Juan testifique en el versículo 15: "Juan dio testimonio de El y clamó, diciendo: Este era del que yo decía: “El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero que yo”.
El énfasis recae sobre la superioridad de Jesús sobre Juan. En un sentido, Juan vino primero. Apareció el primero en la escena. El ministerio de Jesús llegó después. Pero Juan dice que Jesús es primero que él en dos sentidos. Es antes que él en el sentido temporal, y esto probablemente significa que Jesús tuvo su comienzo en la eternidad. Y por tanto, Jesús es superior absolutamente a Juan "(Jesús) es antes de mí". Juan enfatiza a su forma la manera la verdad de que la gloria de la encarnación es verdaderamente una gloria totalmente superior a la suya. Esta la "gloria como del unigénito del Padre".
Gracia para Ver la Gloria
Ahora retrocede hacia su mensaje antes del paréntesis en el versículo 15, y se enlaza de vuelta con el versículo 14, y literalmente comienza con "pues" y no "de" (como dice la NVI). Así que se lee así, comenzando desde el versículo 14: "vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. . . [versículo 16] Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia".
Así que Juan está diciendo que esta recepción de la gracia es la razón de que podamos ver la gloria. "vimos su gloria. . . pues . . . todos hemos recibido, y gracia sobre gracia". Esta visión no es natural. Es sobrenatural. Cuando recibimos gracia sobrenatural y ella abre nuestros ojos ciegos mediante la fe, podemos ver la gloria de Cristo. Jesús dijo a Marta justo antes de resucitar a su hermano Lázaro de entre los muertos: "¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios? (Juan 11:40). Muchas personas vieron la resurrección de Lázaro como un evento físico, pero solo algunos vieron la gloria de Dios en ese evento. Esa visión es una obra de gracia.
Así que la lógica de los versículos 14 y 16 es: "vimos su gloria. . . pues. . . todos hemos recibido, y gracia sobre gracia". La gracia capacitó para ver. La gracia es el poder sobrenatural de Dios que nos regenera y abre nuestros ojos ciegos para que podamos ver a Cristo como realmente es. Esta es la petición de nuestra oración para que así ocurra con muchos durante esta festividad. Mientras escuchan (o leen) la historia de Cristo, que la gracia de Dios abra sus ojos para ver esta auténtica gloria, y se vuelvan hijos de Dios.
Ahora el versículo 17 comienza con la misma palabra con que comienza el versículo 16 "porque" o "pues". Así que pudiéramos leer el 16 y el 17 juntos: "Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo".
¿Por qué Moisés?
Ahora, ¿por qué Juan menciona aquí a Moisés y a la Ley? Tenemos que mantenernos en el contexto para comprenderlo. Si corremos demasiado rápido hacia Gálatas o Romanos, y vemos el contraste que Pablo hace entre la gracia y la ley (Romanos 6:14-15; Gálatas 2:21; 5:4), pudiéramos cegarnos a lo que Juan está diciendo aquí. Juan está enfocándose en ver la gloria de Dios llena de gracia.
Así que vuelve a Moisés porque Moisés fue la figura del Antiguo Testamento más famosa que peleó más apasionadamente para ver a Dios. Si pudiera decirse que alguien vio a Dios, fue Moisés. Éxodo 33:11 dice: "Y acostumbraba hablar el Señor con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo". Pero esta conversación cara a cara no era suficiente para Moisés. Él quería ver más de Dios.
"Te ruego que me Muestres tu Gloria"
Así dice en Éxodo 33:13: "Ahora pues, si he hallado gracia ante tus ojos, te ruego que me hagas conocer tus caminos para que yo te conozca y halle gracia ante tus ojos”. Quería ver a Dios presente y activo. "que me hagas conocer tus caminos". Pero no era suficiente. Él dio un paso más adelante Quería ver la gloria inmediata de Dios.
En Éxodo 33:17-19: "Y el Señor dijo a Moisés: También haré esto que has hablado, por cuanto has hallado gracia ante mis ojos y te he conocido por tu nombre. Entonces Moisés dijo: Te ruego que me muestres tu gloria”.
Dios le respondió revelando su gracia y las espaldas de su gloria (Éxodo 33:19-23).
Y [Dios] respondió: "Yo haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré el nombre del Señor delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión." "Pero", añadió: "no puedes ver mi rostro; porque nadie puede verme, y vivir." Entonces el Señor dijo: "He aquí, hay un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña, y sucederá que al pasar mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado. Después apartaré mi mano y verás mis espaldas; pero no se verá mi rostro".
Lo próximo que sucede en Éxodo 34:1 es la entrega de las tablas de la Ley por segunda vez: "Y el Señor dijo a Moisés: Lábrate dos tablas de piedra como las anteriores, y yo escribiré sobre las tablas las palabras que estaban en las primeras tablas que tú quebraste". Y cuando el Señor descendió dice: "Entonces pasó el Señor por delante de él y proclamó: El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad" (Éxodo 34:6).
Jesús es la Gloria
Así que esto es lo que creo que Juan está haciendo en Juan 1:17-18. Está contrastando a Cristo con Moisés no porque la ley no sea un don de gracia. Lo es. Por eso el versículo 16 se refiere a recepción "gracia sobre gracia", primero gracia, Moisés dando la ley, y luego otra gracia, Cristo trayendo la plenitud de gracia y verdad. El contraste es que Moisés señala la gracia, pero Jesús realiza la gracia. Moisés registra las palabras de Dios. Jesús es el Verbo de Dios. La ley refleja la luz de Dios. Jesús es el Verbo de Dios.
Este contraste con Moisés continúa en el versículo 18: "Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer". "Nadie ha visto jamás a Dios" es la manera en que Juan dice: Aun a Moisés quien dijo: "Muéstrame tu gloria”, solo se le permitió ver las espaldas de la gloria de Dios. Pero en contraste, Cristo quien es llamado el "unigénito de Dios", no está en las espaldas del Padre, está en el regazo del Padre, literalmente: en el seno del Padre. Nadie ha visto a Dios. Pero el Hijo de Dios le ha vista tan de cerca como puede ser visto: no solo es el Hijo en el seno del Padre, él y el Padre son uno (Juan 10: 30). Ese es el contraste con Moisés.
La Vasta Superioridad De Jesús Sobre Moisés.
Así que Moisés pudo haber mediado el mejor don que pudo, el registro de la ley. Pero Juan 1:18 dice que la presencia del mismo Dios es inmensamente superior al registro de la ley, como dice el final del versículo 18, dando a conocer a Dios narrando a Dios. Moisés levantó la serpiente en el desierto; Jesús mismo fue levantado (Juan 3:14). Moisés dio maná del cielo; Jesús mismo fue el verdadero pan del cielo (Juan 6:32). Moisés escribió acerca de Cristo (Juan 5:45); pero Cristo era Cristo. La ley de Moisés fue la palabra de Dios, pero Cristo es Dios, el Verbo, la Palabra.
Este es el tipo de contraste que Juan quiere que veamos. Todo su mensaje es que Jesús es inmensamente superior a Moisés. Y el énfasis está en ver la gloria de Dios. Moisés vislumbró las espaldas de la gloria de Dios. Jesús encarna la plenitud de la gloria de Dios. Hay una diferencia cualitativa infinita entre Moisés la criatura y Cristo el Creador; entre Moisés el que señalaba la gracia, y Cristo que consumador de la gracia.
Ver a Jesús es Ver al Padre
Nadie ha visto a Dios, ni siquiera Moisés. Pero ahora, el único a la diestra del Padre, le ha dado a conocer. Dios se ha hecho carne. El creyente más simple que ve a Jesucristo ve la gloria de Dios lleno de gracia y verdad. O, como dijo Jesús en Juan 14:9: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”.
Dejaré que Jesús tenga la última palabra de este mensaje: "Jesús exclamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado. Y el que me ve, ve al que me ha enviado" (Juan 12:44-45). Esa es nuestra oración ahora y durante toda esta temporada de festividades.