Para esto he llegado a esta hora
Ahora mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré: “Padre, sálvame de esta hora”? Pero para esto he llegado a esta hora". Padre, glorifica Tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y le he glorificado, y de nuevo le glorificaré". Por eso la multitud que estaba allí y la oyó, decía que había sido un trueno; otros decían: Un ángel le ha hablado. Respondió Jesús y dijo: Esta voz no ha venido por causa mía, sino por causa de vosotros. Ya está aquí el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. Pero Él decía esto para indicar de qué clase de muerte iba a morir. Entonces la multitud le respondió: Hemos oído en la ley que el Cristo permanecerá para siempre; ¿y cómo dices tú: “El Hijo del Hombre tiene que ser levantado”? ¿Quién es este Hijo del Hombre? Jesús entonces les dijo: Todavía, por un poco de tiempo, la luz estará entre vosotros. Caminad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas; el que anda en la oscuridad no sabe adónde va. Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seais hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos.
Una de las escenas navideñas más famosas en la Biblia es el anuncio de un ángel a los pastores, diciéndoles que el Salvador ha nacido. Y luego dice: "Y de repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace". (Lucas 2:11–14).
Gloria a Dios y paz al hombre. Los ángeles son enviados para dejar algo en claro: que el Hijo de Dios ha venido a Su creación para mostrar la gloria de Dios y para reconciliar a los pueblos que están alejados para que tengan paz con Dios: Para que Dios se vea grande en la salvación y que hombre se alegre en Dios.
Dios es glorificado en rescatar a los pecadores
Así que cuando llegamos a nuestro texto de hoy en Juan 12, no nos sorprendemos al escuchar a Jesús orando que esto ocurra en el momento más importante de su vida terrenal, me refiero a su muerte y resurrección. Que Dios sea, de hecho, glorificado en rescatar a los pecadores. Vea Juan 12:27–30:
"Ahora mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré: “Padre, sálvame de esta hora”? [Sabemos que Él se refiere a la hora de su muerte, porque en el versículo 24, había dicho: "si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto"]. Pero para esto he llegado a esta hora". Padre, glorifica Tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y le he glorificado, y de nuevo le glorificaré". Por eso la multitud que estaba allí y la oyó, decía que había sido un trueno, otros decían: Un ángel le ha hablado. Respondió Jesús y dijo: Esta voz no ha venido por causa mía, sino por causa de vosotros.
En el versículo 27b Jesús dice: "Pero para esto he llegado a esta hora". ¿Para qué? Respuesta: versículo 28a: "Padre, glorifica Tu nombre". Por eso se acerca mi muerte.
El Padre escucha la oración de Jesús y responde en el versículo 28b: "Y le he glorificado, y de nuevo le glorificaré". Ya había glorificado Su nombre en la resurrección de Lázaro (Juan 11:4, 40), y ahora lo glorificaría en Su muerte y resurrección.
Una Buena Noticia Sobre la Gloria de Dios
Y no pierda de vista el énfasis en el propio compromiso de Dios para glorificar a Dios. El texto no solo dice que Jesús oró para que Dios glorificara a Dios. Versículo 28: "Padre, glorifica Tu nombre". También dice que Dios mismo dice: lo he hecho, y lo haré. Dios envió sus ángeles a decirlo en Lucas 2. Y Dios mismo lo dice en Juan 12:28b: "Y le he glorificado [mi nombre], y de nuevo le glorificaré". La razón más profunda por la que vivimos para la gloria de Dios es que Dios vive para la gloria de Dios. Estamos apasionados con la gloria de Dios, porque Dios está apasionado con la gloria de Dios.
Y lo que hace que esto sea una noticia tan buena, especialmente en el Evangelio de Juan, es que la gloria de Dios está llena de gracia y verdad. "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad" (Juan 1:14). Lo más glorioso acerca de Dios es que Él es tan completa y plenamente autosuficiente, que la gloria de la plenitud de Su ser sobreabunda en verdad y gracia para Sus criaturas. Él no nos necesita. Y por tanto, en Su plenitud, Él sobreabunda para nosotros.
La gloria de Dios en la muerte y resurrección de Jesús
Todo lo que Dios hace es la demostración de un aspecto de Su gloria, Su belleza, Su grandeza. Y en el texto de hoy, Juan llama nuestra atención a cuatro formas en que Dios se glorifica en esta "hora" suprema de la existencia de Jesús, la hora de la muerte y la resurrección, la hora en que la semilla caerá en tierra y morirá y llevará mucho fruto. Hoy vemos algunos de esos maravillosos frutos.
Mencionaré estas cuatro maneras en que Dios se glorifica a Sí mismo en la muerte y resurrección de Jesús, y luego las miraremos brevemente. 1) Dios se glorifica a Sí mismo juzgando al mundo; 2) Dios se glorifica a Sí mismo echando fuera al príncipe de este siglo, Satanás; 3) Dios se glorifica a Sí mismo, llevando a sus ovejas a Jesús; y 4) Dios se glorifica a Sí mismo resplandeciendo como la Luz del mundo en las vidas de los que creen en Jesús. Ése es el orden en que aparece en este texto. Véamoslas, pues, una a la vez y en ese orden.
1. Dios se glorifica a Sí mismo juzgando al mundo en la cruz de Cristo.
Juan 12:31a: "Ya está aquí el juicio de este mundo”.
¡Ya! No solo al final de la historia. ¡Ya! El día del juicio llega en la muerte de Jesús. Permítanme darles otros tres pasajes del evangleio de Juan que arrojan luz sobre lo que esto significa.
Juan 5:27: "y [Dios] le dio autoridad [a Jesús] para ejecutar juicio, porque es el Hijo del Hombre". El juicio ocurrirá mediante Jesús.
Juan 28-29: "No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio”. Así que hay un juicio futuro que viene después de la resurrección de todas las personas, buenas y malas.
Juan 5:24: "En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida". En otras palabras, los que confían en Cristo para reconciliación con Dios, no vendrán a juicio o condenación. ¿Por qué? Porque ya han pasado de un estado de condenación en muerte, a un estado justificado en vida eterna. Ya ocurrió su juicio.
¿Cuándo? Eso es lo que nuestro texto de nos dice hoy. Juan 12:31: "Ya está aquí el juicio de este mundo". ¡Ya! En la muerte de Jesús. En otras palabras, la muerte de Jesús se convierte en la línea divisoria decisiva entre los condenados y los vindicados. Si usted confía en Jesús, está unido a él y Su muerte es su muerte (Gálatas 2:20), y Su condenación es su condenación (Romanos 8:3). Y si nunca ha confiado en Jesús, usted permanece condenado tanto por su pecado como por su rechazo a la oferta de perdón.
Así que Dios se glorifica a Sí mismo trayendo el juicio final a la historia, para que Su Hijo pueda llevar sentencia de condenación por todos los que creen en Cristo. Esto es parte de lo que cantaban los ángeles: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres que han pasado de muerte a vida eterna y nunca vendrán a condenación.
2. Dios se glorifica a Sí mismo echando fuera al príncipe de este mundo: Satanás.
Juan 12:31: "Ya está aquí el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera".
¿En qué sentido fue echado fuera Satanás en la muerte de Jesús? Sabemos que él permanece activo en el mundo porque el Nuevo Testamento nos dice cómo protegernos de él (Ej. Efesios 6:10ss).
Hay algunos indicadores. En Juan 14:30, Jesús dice: "viene el príncipe de este mundo, y él no tiene nada en mí; pero [...] como el Padre me mandó, así hago" (Juan 14:30-31). Sabemos, por Juan 13:27, que Satanás entró en Judas en esa hora final. Así que la idea es que Satanás estaba haciendo una última movida contra Jesús, en la esperanza de que su hora final fuera tan mala que destruyera su fe y obediencia, y así socavar toda la obra de salvación.
Falló. Y al fallar, él mismo fue juzgado y decisivamente derrotado. Jesús dice en Juan 16:11, que el Espíritu Santo viene para convencer al mundo "de juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado". El sentido en que "príncipe de este mundo será echado fuera" o juzgado es que Satanás experimentó su derrota definitiva en la cruz. No fue la derrota final, sino la que aseguró y garantizó la derrota final. Jesús no se rindió. Siguió encomendándose a Dios. No pecó.
Y por ello llevó nuestro pecado. Y despojó a Satanás de la única arma que tenía para dañarnos: es decir, la acusación válida de nuestro pecado no perdonado. Esa arma es quitada de su mano. Queda desarmado. No tenemos pecados sin perdonar. La sangre de Jesús cubre nuestro pecado, todo nuestro pecado. Por tanto, la cruz fue la derrota definitiva de los designios condenadores del diablo. Él no puede tener éxito. Mediante la fe en Cristo, la victoria es nuestra. Es por esto que Juan dijo, en Apocalipsis 12:11: "Ellos lo vencieron [a Satanás] por medio de la sangre del Cordero”. La sangre del Cordero despoja a Satanás de su única arma condenatoria: nuestro pecado sin perdonar.
El dios de este mundo es expulsado de la corte. Nuestro caso es asentado. Nuestro juicio ha pasado. Nuestros pecados son perdonados. Nuestro acusador no tiene registros en su carpeta. Ya no tiene autoridad sobre nuestro futuro. Hemos pasado de muerte a vida. Dios se ha glorificado al derrotar a Su antiguo adversario en el mismo momento en que Satanás creía poder ganar.
3. Dios se glorificó trayendo todas sus ovejas a Jesús.
Juan 12:32: "Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo".
Esto pudiera significar que la muerte de Cristo, cuando es predicada con claridad, tiene un efecto atrayente general sobre todos. Es así como generalmente se interpreta. O que atrae a todo tipo de personas. Dudo que ése sea su significado. Creo que significa que cuando Cristo murió, cuando fue levantado sobre la cruz, realmente aseguró, obtuvo, garantizó, el regreso a casa de Sus ovejas, la congregación de Sus hijos.
En otras palabras, su muerte no solo hace posible ofrecer gratuita y verdaderamente la salvación a todos, para que "para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16), Su muerte también asegura, ciertamente, que sus todas ovejas serán traídas (Juan 10:16), que se congregarán "los hijos de Dios que están esparcidos”. (Juan 11:52).
Estas son las razones por las cuáles pienso que ésto es lo que Jesús está diciendo.
1) En el versículo 32, la palabra "personas" [aparece en la versión en inglés], no es una parte necesaria de la palabra griega "todos". Solo dice: "Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo". Sugiero que la palabra "todos" puede referirse a todas sus ovejas, a todos sus hijos, a todos los elegidos.
2) La palabra "atraer" es usada en Juan 6:33, donde Jesús dice: "Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió". Si el sentido es similar, ésta es una atracción real y efectiva. No es un intento fallido por atraernos. Es una acción exitosa de Cristo.
3) Esto es lo que Jesús dijo que haría por sus ovejas en Juan 10:16, cuando muere por ellas: "Doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil; a ésas también me es necesario traerlas". Su muerte tiene un efecto real sobre sus ovejas. Ellas vienen. Todas ellas.
4) La muerte de Jesús no atrae de esta forma a todas las personas. Judas, por ejemplo, conoce la cruz y el Salvador, y no es atraído por el levantamiento de Cristo. Él rechaza a Cristo y perece. De hecho, es la incredulidad de Judas la que se percibe en Juan 6:65 cuando Jesús dice: "Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre”.
5) Jesús usa, de la misma forma, el término "todos" al referirse a Sus elegidos cuando dice aquí: "Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo". Por ejemplo, Juan 6:37: "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí" (Juan 6:37). Y Juan 17:2, el Hijo da: "vida eterna a todos los que tú le has dado" (Juan 17:2). Este es el "todos" de Juan 12:32: "Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos [a todos los que me has dado, a todas mis ovejas] a mí mismo".
Por tanto, Dios multiplica las formas en que recibe gloria en la muerte de Su Hijo Se glorifica a Sí mismo en la muerte de Cristo, no solo al hacer que la salvación sea disponible a todos, de modo que todo el que crea tenga vida eterna (Juan 3:16), también al asegurar, con certeza absoluta, la congregación de todos aquellos a quienes ha señalado para vida eterna (Hechos 13:48), todos los Suyos, todas las ovejas, todos los hijos de Dios todos los elegidos que fueron escogidos en Jesús desde antes de la fundación del mundo. "Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo". Y mi Padre recibirá gran gloria por esta salvación triunfante.
4. Finalmente, Dios se glorifica al resplandecer como la Luz del mundo en las vidas de los que creen en Jesús.
Juan 12:36: "Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seais hijos de luz”.
Aquí es donde todo se vuelve muy personal para usted. La gloria de Dios se revela para que la atesoremos como nuestro mayor tesoro. Es supremamente revelada en la muerte de Jesús, porque en ella es juzgado el mundo, Satanás es echado fuera, y se asegura el regreso invencible de todos los creyentes. La pregunta es, ¿confiará usted en Jesús para todo esto? ¿Recibirá y atesorará Su regalo comprado por sangre para usted?
¿Dirá su corazón?:
Creo que mi juicio ha terminado, y que he pasado de muerte a vida.
Y creo que Satanás no puede reclamarme, sino que ha sido echado fuera de la corte de mi vindicación.
Y creo que Cristo me adquirió y aseguró invenciblemente mediante Su sangre, y ya no me pertenezco. Le pertenezco a Él, mi Salvador y mi Dios".
Si cree, Él dice, en el versículo 36, que usted no solo verá la luz de Cristo; también se volverá hijo de luz, lo que significa que compartirá Su resplandor y naturaleza santa: "Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seais hijos de luz”. Usted no solo ve la gloria de Dios, usted propaga la luz de la gloria de Dios.
Esa es la promesa y palabra de Jesús para este segundo Domingo de Adviento. Y es una gran misericordia.