Yo Vine a este mundo para juicio
Jesús oyó decir que lo habían echado fuera, y hallándolo, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo del Hombre? Él respondió y dijo: ¿Y quién es, Señor, para que yo crea en Él? Jesús le dijo: Pues tú le has visto, y el que está hablando contigo, ése es. Él entonces dijo: Creo, Señor. Y le adoró. Y Jesús dijo: Yo vine a este mundo para juicio; para que los que no ven, vean, y para que los que ven se vuelvan ciegos. Algunos de los fariseos que estaban con Él oyeron esto y le dijeron: ¿Acaso nosotros también somos ciegos? Jesús les dijo: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero ahora, porque decís: “Vemos”, vuestro pecado permanece.
Continuamente me sorprende que el Evangelio de Juan, aunque tiene la reputación de ser el evangelio más simple, una y otra vez aborda algunos de los temas más complejos de la vida y la doctrina, incluso de la filosofía. Siempre son temas realmente importantes. Y el Evangelio de Juan lo hace nuevamente hoy, en Juan 9:39-41.
Uno de los problemas que nos preocupa cuando comenzamos a abordar seriamente la soberanía de Dios (como lo hace este Evangelio, quizás más fuertemente que cualquiera de los otros, especialmente en relación con nuestra salvación), es que los seres humanos parecen menos responsables, por lo que hacemos, y sabemos. Mientras más completo y abarcador sea el poder soberano de Dios sobre nuestras vidas y corazones, más nos preguntamos si realmente tenemos alguna responsabilidad sobre nuestras propias acciones. Si pecamos, ¿somos responsables por nuestro pecado? Ese es el tema de estos versículos cuando urgas solo un poco debajo de la superficie.
La Soberanía de Dios en nuestra salvación
Vea algo de lo que quiero decir cuando hablo del énfasis de este Evangelio en la soberanía de Dios en nuestra salvación.
En Juan 3:3, Jesús dice: "el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios" Y luego, en el versículo 8: "El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu". El Espíritu da vida y visión donde desea. Cuando somos conscientes de estar despiertos, espiritualmente, ya hemos sido despertados. Dios lo hizo antes que nosotros lo hiciéramos.
Dios va delante
En Juan 6:37, Jesús dice: "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí". Y en el versículo 44 dice: "Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió". Y en el versículo 65 dice: "nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre”. Así que venir a Jesús es un regalo. No lo hacemos por nosotros mismos y luego recibimos el regalo. Nuestro acercamiento a Jesús es el regalo.
O, en Juan 10:26, Jesús dice: "Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas". Y en Juan 8:47, dice: "por eso vosotros no escucháis [mis palabras], porque no sois de Dios”. Y en Juan 18:37, dice: "Todo el que es de la verdad escucha mi voz". Así que escuchamos su voz y sus palabras, y creemos en él, todo gracias a algo que ocurrió antes. Algo que Dios hizo.
¿Cómo, entonces, somos responsables?
Eso es lo que quiero decir cuando hablo de la soberanía de Dios en este Evangelio de Juan. Y mientras más usted lo ve y más seriamente lo recibe, más urgente se vuelve el problema que surge en Juan 9:39-41, el problema de la responsabilidad humana. Si Dios debe actuar primero y darme, de un modo decisivo, la vida y la visión espiritual y la fe, ¿cómo soy yo responsable de actuar?
Leamos nuevamente estos tres versículos. Juan 9:39–41:
Y Jesús dijo: Yo vine a este mundo para juicio; para que los que no ven, vean, y para que los que ven se vuelvan ciegos. Algunos de los fariseos que estaban con El oyeron esto y le dijeron: ¿Acaso nosotros también somos ciegos? Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero ahora, porque decís: “Vemos”, vuestro pecado permanece".
La Ceguera como una imagen espiritual
Este capítulo comenzó con la sanidad que Jesús hizo sobre un hombre que nació ciego. Ocurrió un milagro físico. Jesús lo hizo en el día de reposo, y lo hizo haciendo lodo (lo cuál estaba en contra de la ley del día de reposo, según los fariseos). Y así se desató el conflicto. Y a medida que progresa el conflicto, se vuelve claro que el mendigo ciego está viendo cada vez con más claridad, y los fariseos están viendo cada vez menos claramente.
El mendigo pasa de ver a Jesús como a un hombre (versículo 11), a verle como a un profeta (versículo 17), hasta adorarle (versículo 38). Perro los fariseos avanzan en la dirección opuesta. Versículo 16: "Ese hombre [Jesús] no viene de Dios" Versículo 22: "si alguno confesaba que Jesús era el Cristo, fuera expulsado de la sinagoga". Versículo 24: "ese hombre [Jesús] es un pecador" Versículo 34, al mendigo: "Tú naciste enteramente en pecados, ¿y tú nos enseñas a nosotros?".
Y lo que queda claro a medida que llegamos a los tres últimos versículos es que lo que comienza siendo como un milagro de sanidad física de la ceguera se ha convertido (como ocurre tantas veces en este Evangelio) en una imagen de la sanidad de la ceguera espiritual. Y esto es lo que da lugar a la pregunta. Si somos espiritualmente ciegos, ¿cómo podemos ser responsables de ver? Si somos ciegos, ¿cómo podemos ser juzgados por no ver? Hacia allá va Jesús en los versículos 39-41.
¿Vino Jesús a juzgar, o no?
Versículo 39: "Y Jesús dijo: Yo vine a este mundo para juicio; para que los que no ven, vean, y para que los que ven se vuelvan ciegos". Esto es discordante a primera vista, porque Jesús dijo en otros dos lugares que Él no vino al mundo para juzgar. En Juan 3:17 dice: "Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El". Y en Juan 12:47 dice: "no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo".
Pero la contradicción solo es aparente. No es real. Cuando Jesús dice que no vino a juzgar, quiere decir que la condenación no es su propósito primario o directo. Él vino para salvar. Cuando dice: "Yo vine a este mundo para juicio", quiere decir que inevitablemente, de la misma forma en que salvó a las personas por la verdad, el amor, y la justicia, ocurrirá una división y rebelión, y las personas serán confirmadas en su incredulidad.
Misión: Salvación
Es como el doctor que es llamado a amputar el brazo de un hombre por una terrible infección, a fin de salvarle la vida. Justo antes que el enfermo caiga por la anestesia, pregunta al doctor: ¿viniste a cortar mi brazo?, y el doctor responde: "No vine a cortar tu brazo, vine a salvar tu vida". Y todos sabríamos lo que quiso decir.
O como el equipo de fuerzas especiales siendo llevado a la retarguardia por vía aérea para rescatar a los prisioneros de guerra de una muerte segura. Ellos tienen granadas y armas y cuchillos, pero el comandante dice: "la misión de ustedes no es matar. La misión es rescatar a los prisioneros. Hagan lo que tengan que hacer".
El Ministerio de Jesús, que salva y condena
La misión de Jesús no era condenar. Era salvar. Pero él salva al ser sincero y hablar la verdad y hacer la verdad. Y los que no son "de la verdad" (Juan 18:37) rehúsan aceptarle como Salvador, y por ello son condenados. El ministerio de Jesús, que tiene el propósito de salvar, inevitablemente revela y confirma la ceguera e incredulidad que condena.
Así, en la segunda mitad del versículo 39, Jesús explica cómo vino para juicio. Él vino para juicio para "que los que no ven, vean, y para que los que ven se vuelvan ciegos". Por otro lado, la espada justiciera (o bisturí) de Jesús, cortará todos los los callos cegadores del corazón, y los ciegos verán. Pero, por otro lado, hay un efecto cegador en esta obra salvadora. Versículo 39, al final: "y para que los que ven se vuelvan ciegos".
El Efecto cegador de la obra salvadora de Jesús
¿Qué significa? De esto tratan los siguientes dos versículos. Y así es como surge el problema de nuestra responsabilidad. Versículo 40: "Algunos de los fariseos que estaban con Él oyeron esto y le dijeron: ¿Acaso nosotros también somos ciegos?" En este momento Jesús ve exactamente hacia dónde iban sus mentes. Y sabemos lo que ve por la forma en que responde en el versículo 41.
Los fariseos están pensando (y Jesús lo percibe): "Bien, si somos ciegos, entonces realmente no tenemos culpa o pecado. No puedes juzgar a una persona ciega por no ver". Ése es el rumbo de sus mentes. Ellos están levantando nuestra objeción por nosotros (no es que me guste la idea de que un fariseo levante una objeción en mi lugar).
Sabemos que esto es lo que Jesús ve en sus mentes porque así es como responde. Versículo 41: "Jesús les dijo: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado [culpa]; pero ahora, porque decís: “Vemos”, vuestro pecado [culpa] permanece".
Lo que los Fariseos quieren decir con "ciegos"
Trataré de hacerlo simple, pero es muy sutil. En la primera parte del versículo 41, Jesús está utilizando la palabra ciegos en el sentido que ellos la usaron en el versículo 40. Tenemos que hacerlo esto mismo muchas veces cuando hablamos con las personas. Determinar las definiciones que usan y entonces responder con esas definiciones.
Su definición es algo así: La ceguera es una condición de la mente que, si usted la tiene, no es culpable de pecado. Y Jesús dice: "Está bien, veo hacia dónde van. Utilizando esa definición, no, ustedes no están ciegos". Primera parte del versículo 41: Tienes razón, según tu definición de ceguera: "si ustedes son ciegos [utilizando esa definición], no tendrían pecado [culpa]". Así que ustedes no están ciegos en ese sentido.
Y, por supuesto, la razón por la que él lo dice es que ellos realmente son culpables de pecado -un pecado no atendido, no perdonado- un pecado que les condenará si no van hacia Jesús en busca de perdón.
La Inesperada respuesta de Jesús
Él está a punto de decir eso mismo en la última parte del versículo 41. Y nosotros esperaríamos que él dijera: "Pero ahora que ven, el pecado permanece". Pero eso no es lo que él dijo. Pudo haber dicho: Según esa definición de ceguera (que quita la responsabilidad), es evidente que ustedes no están ciegos; y como ven, son culpables, y esa ceguera no elimina la responsabilidad.
Pero eso no es lo que él dijo. Lo que dijo fue: "pero ahora, porque decís: “Vemos”, vuestro pecado [culpa] permanece". En otras palabras, según lo que ustedes dicen, según la definición de ustedes sobre la ceguera (como algo que elimina la responsabilidad), tienen razón, ustedes no están ciegos. Ustedes ven.
Otro tipo de ceguera
Pero de hecho, ustedes no ven. Están ciegos. Y su culpa permanece. Detrás de esa pequeña frase "decís: "vemos", está la profunda declaración de Jesús acerca de nuestra responsabilidad. En realidad ellos no ven. En realidad, ellos están ciegos. Y su culpa permanece. Y ellos son responsables.
Esto significa que hay un tipo de ceguera (una ceguera enraizada en la rebelión voluntaria contra la luz de Dios. Es una ceguera espiritual, moral, no es una ceguera física. Somos ciegos porque amamos las tinieblas (Juan 3:19). Somos ciegos porque no queremos ver la luz, o ser guiados por la luz, o tener que confesar que nuestras obras son obras de las tinieblas.
Y esta ceguera no disminuye nuestra culpa o nuestra responsabilidad. Es parte de nuestra culpa.
El Cruce en el camino
Para terminar, vuelva conmigo al versículo 39: "Y Jesús dijo: Yo vine a este mundo para juicio; para que los que no ven, vean, y para que los que ven se vuelvan ciegos”.
Hay una bifurcación en el camino al final de este mensaje. Todos caminamos por un sendero o el otro. ¿Qué significa que él vino "para que los que ven se vuelvan ciegos"? Ahora lo sabemos por el versículo 41.
Creo que quiere decir: Los que tienen ojos perfectamente buenos para ver, en sus cabezas, quienes pueden pensar y razonar, quienes pueden ver las evidencias, y escuchar los sermones, y leer la Biblia y conocer a Jesús, pero que no admiten que están ciegos y necesitan nacer de nuevo con vida y luz espirituales, ellos se "vuelven" ciegos, es decir, su ceguera se revela y mientras más resistan la luz, más dura y profunda será su ceguera.
No sea así con ustedes. Aférrense a la primera mitad del versículo 39, y crean en Jesús. "Yo vine a este mundo para juicio; para que los que no ven, vean". Él vino para darles vista.