No reine el pecado en tu cuerpo mortal, parte 1
Así también vosotros, consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.12 Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias; 13 ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.14Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia.
Viendo la Realidad
Uno de los privilegios más grandes de mi vida es que consigo pasar mucho de mi tiempo reflexionando, orando y escribiendo sobre las grandes realidades en el universo. Vivo en el mismo mundo que usted vive, y tengo que cepillar mis dientes, cerrar las contraventanas, rastrillar las hojas, reparar los tiradores de las puertas, limpiar los filtros de la estufa, pagar las cuentas y dormir. Pero la mayor parte de mi tiempo se gasta pensando acerca de las cosas más grandiosas en el universo y en comunión con Dios sobre su Palabra, y tratando de encontrar maneras de decir lo que veo. Este es un gran privilegio, y le agradezco a Dios por ello. Te agradezco por ello porque tú has confiado en mí con este llamado.
Usted puede compartir este privilegio conmigo. No tiene que ser un pastor para dar su mente a las grandes y maravillosas cosas a través del día. Por ejemplo, Noel vino a casa ayer luego de tres semanas de haber cuidado a los hijos de su hermana en Illinois. Así que conduje hasta el aeropuerto sobre las 10 a m. Mientras conducía hacia Hiawata, la radio estaba encendida. Esa es la manera en la que la mayoría de nosotros nos descuidamos. Pero pensé para mi mismo, Dios ha sido tan bueno conmigo. Me encontró esta mañana en Ezequiel, Job y 2 de Pedro. Y ha mantenido la familia a salvo y saludable en estas tres semanas y ahora estoy a punto de reunirme con mi esposa y mi hija. ¿Porqué no poner mi mente en las cosas que están arriba y gozar de Dios en su Palabra?
Así que apagué la radio y dije en voz alta y de memoria, despacio y movido con asombro,
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: “He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá mas duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.” Y el que está sentado en el trono dijo: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.” (Apocalipsis 21:1-5)
Hare Nuevas Todas las Cosas
Y abandoné todo lo que vi--- la hierba por la carretera, las cintas elevadoras de grano, el equipo de construcción, los McDonalds y los Burger King---Dejé que todo quedara envuelto dentro de aquella realidad venidera. “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.” Todo va a ser nuevo. Y el pecado y el dolor desaparecerán. Y Dios será el centro.
Y arribé al aeropuerto, estacioné, entré y me dirigí hacia Concourse E a la puerta 10. Y todo lo que vi estaba en conexión con esta grandiosa realidad venidera. No estaba aturdido. Aun podía ver: el anuncio del casino, pero no había deseo de enriquecer con este mundo efímero; las sayas cortas y los vestidos provocativos (aun los veía), pero no había lujuria o esclavitud para fantasear; el olor de las pastelerías y las tiendas de yogur helado, pero no había esclavitud para apetecer. Todo tenía su lugar en este mundo (algunos buenos, algunos malos), y este mundo estaba eclipsado por algo más grandioso.
Y pensé, la mayoría de esta gente vive en un sueño, pensando que este mundo es la realidad principal. Por supuesto, es real. Y debemos vivir aquí. Es nuestro llamado. Dios nos puso aquí. Pero comparado con lo que viene, no es grandioso. Y solamente logra su verdadera significancia en relación a las grandes cosas de Dios. No tienes que ser pastor para poner tu mente en las cosas de arriba.
Llegamos a casa y juntos almorzamos temprano, y me retiré a trabajar en este mensaje. Leí el texto de Romanos nuevamente, y pensé: ¡Mira para esto! Mira todas estas cosas asombrosas sobre las cuales tengo que pensar, orar y hablar. Pensé: ¿Pueden muchas más grandes cosas estar concentradas en unos pocos versículos que las que están concentradas aquí? Las mencionaré en orden. Tal vez usted las verá si deja sus ojos repasar los versículos del 11-14 mientras los menciono. Aquí están la muerte, el pecado y la vida, Dios y Cristo, tu cuerpo mortal y el deseo, la ley de Dios y la gracia de Dios.
¡Despiértate tu Que Duermes!
Estas son las grandes cosas del universo. Y tenemos el privilegio indecible esta mañana de prolongarnos aquí y observarlas y meditar en ellas y ser transformados de ver el mundo por lo que realmente es y vivir en la luz de la Verdad. Yo se que algunos de ustedes no están interesados en lo mas mínimo en estas cosas. Ustedes para nada tienen resonancia emocional con lo que estoy diciendo. Con lo que realmente ustedes se emocionan es con un nuevo CD. Un traje nuevo. Perder cinco libras. Mirar un partido de pelota. Añadir una habitación a su casa. Conseguir un carro nuevo o una computadora. A ustedes---hijos, adolescentes, adultos---les ruego, junto al apóstol Pablo, “Despierta, tu que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo.” (Efesios 5:14).
No seas como las personas que van al Gran Cañón con una pequeña pala de jardín en su mano, y en el precipicio de aquella majestad da la espalda al Cañón, se arrodilla, y cava un pequeño abrevadero con su pala y grita, “¡Hey, miren esto! ¡Miren mi abrevadero! ¡No es magnífico!” Yo sé que la premura y las cosas deseables en tu vida parecen grandes. Pero solo un pequeño pensamiento lúcido te mostrará que no lo son. Levántate y date la vuelta y mira al Cañón. No vivas tu vida caminando hacia el E Concourse pensando que el yogur, los bocadillos y las sayas cortas es realmente de todo lo que se trata.
Se trata de la muerte, el pecado y la vida, Dios y Cristo, tu cuerpo mortal y el deseo, la ley de Dios y la gracia de Dios. Dios nos llama a algo grandioso. El no te dio vida para gastarla en abrevaderos y pequeñeces.
Pasaremos dos semanas en este texto y aquí está como lo haremos, Dios mediante. El texto no es largo---cuatro versos cortos. Hay una descripción de un gran conflicto o un campo de batalla y como usted pelea y como usted gana. Cuanto mas pienso sobre este texto, mas pienso que necesitamos tratar estas dos cosas en domingos diferentes. Hoy, mire al campo de batalla, al conflicto, a los competidores y a lo que está en juego. Y el próximo domingo mire como usted lucha y gana.
El Campo de Batalla
Primero, ahora, veo los versículos 12-14 como una descripción del gran conflicto o el campo de batalla en la vida de un creyente típico. Somos tú y yo aquí. No un no creyente. Entonces ¿quiénes y qué componen este conflicto? Describamos la situación aquí. Veo ocho cosas en la guerra de estos versículos. Las mencionaré, y luego regresaremos y haremos algunos pequeños comentarios sobre ellas en relación a nuestras vidas.
1. Hay un reino o trono real. Versículo 12: “No reine el pecado.” Hay un reino que comienza a disputarse en este pasaje. Un trono. La palabra “reino” es simplemente la forma verbal de la palabra para rey.
2. Hay un aspirante a este trono, un revolucionario, un rebelde que quiere conquistar el reino, es decir, el pecado. “No reine el pecado.” El está en revuelta, en motín y pretende liderar el golpe y ganar el trono. Y usted está llamado a resistir.
3. Hay una ciudad y un castillo que están bajo ataque por el aspirante al trono, o sea, tu cuerpo. “No reine el pecado en vuestro cuerpo mortal.”
4. Hay siervos en el Castillo que pueden llegar a ser engañosos agentes secretos del líder rebelde y usar su rol de siervo interno para seducir y capturar partes del castillo. Estos siervos son llamados “deseos.” “La palabra es neutral. Ellos pueden llegar a ser “malos deseos” o “lujurias,” pero no si el pecado rebelde no los captura.
5. La rendición progresiva es posible. Eso es lo que la palabra “obedecer” señala en el versículo 12. “No reine el pecado en vuestros cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias.” Si el pecado, el líder de la revuelta, toma cautivo algún deseo y lo envía detrás de las paredes del castillo con una promesa engañosa de inmunidad y recompensa por rendición, la obediencia a ese deseo será la rendición de una parte del castillo.
6. Hay armas en el castillo que pueden ser capturadas, vueltas en contra y ser usadas por el enemigo para sus propósitos inicuos. Estas armas son las partes de tu cuerpo—tus ojos, tus oídos, tu lengua, tus manos, tus pies y tus órganos sexuales. Versículo13: “Ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad.” La palabra, opla (hopla), en todos sus otros cuatro usos en el Nuevo Testamento (tres en Pablo y uno en Juan18:3) significa “armas,” no solamente instrumentos. En otras palabras, no estoy inventando esta batalla imaginariamente. Pablo está apuntando hacia ella. No permitan que el rebelde, el pecado, capture los miembros de sus cuerpos y los cambie en armas contra el verdadero Rey.
7. Hay un rey verdadero sobre el reino, es decir, Dios. Versículo 13a: “ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado---el contendiente rebelde por el trono---porque el puede hacer de ellos armas de iniquidad; sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” Así que el verdadero Rey es Dios. El pecado es el rebelde y el insurreccionista. Permanece fiel al verdadero Rey con todas tus armas y todos tus siervos---todos tus deseos y todos tus miembros.
8. Finalmente, está la autoridad constitucional del reino, o sea, la gracia, no la ley. Versículo 14: “Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia.”
Rey, Poder, y Deseo
Esa es la situación que Pablo describe, el conflicto. Ahora permítame hacer tres comentarios de aplicación para nosotros.
Primero Dios es nuestro Rey. A el pertenece el castillo del cuerpo, el servicio de nuestros deseos, las armas de nuestros miembros y el trono del reino. El llamado aquí es para que nosotros seamos leales al Rey. El nos dio vida y nos hizo su morada mediante Jesucristo. Mantente confiando en el, dependiendo de el, y sometiéndote a el. Resiste a todos los contendientes por el trono de tu vida. El trono pertenece a Dios.
Segundo, el pecado es un poder, no solo un acto. Versículo 12: “No reine el pecado en vuestro cuerpo mortal.” El pecado amenaza con reinar. No es solo los actos que hacemos sino el poder que nos toma cautivos a través de los deseos y las acciones que provocamos.
Tercero, los deseos del cuerpo no son pecado en si mismos, sino siervos del cuerpo y pueden ser capturados por el líder rebelde, el pecado, y convertidos en agentes enemigos internos que nos seducen a ceder el control sobre los miembros de nuestro cuerpo que llegan a ser armas de iniquidad. En el versículo 12 (“No reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias.”), “sus” se refiere al cuerpo, no al pecado.” (auvtou [autou] es neutro, no femenino y por tanto concuerda con somati [somati], no con hamartia [amartia]). En otras palabras, los deseos del cuerpo pueden ser capturados por el poder del pecado y hacerlos servir a propósitos anti-Dios. Partes de tu cuerpo pueden ser capturadas por deseos siervos como los de Judas y ser entregados al enemigo para actos inicuos.
Nuestros Deseos–- ¿Siervos o Agentes Secretos?
Agradar a Dalila era una cosa legítima para Sansón mientras ella fue una esposa fiel. Pero cuando ella fue un agente secreto del enemigo, la rendición de Sansón a ella significó la destrucción. Así es con nuestros deseos y el pecado. Si ellos son deseos fieles, deseos leales, que reflejan la verdad y el valor de Dios, entonces podemos complacerles. Pero si el pecado les captura y les convierte en sus agentes engañosos, entonces el complacerles sería unión a la conspiración y puede llegar a ser traición.
Específicamente, existe, por ejemplo…
- El deseo por la comida (el hambre) el cual nos sirve bien, pero cuando el pecado lo captura, el deseo se convierte en glotonería o bulimia o anorexia y nos gobierna por causa del enemigo, y nuestra lengua, nuestra boca y nuestro estómago llegan a ser armas de iniquidad.
- El deseo por la bebida (la sed) el cual nos sirve bien, pero cuando el pecado lo captura, puede convertirse en alcoholismo o adicción de cafeína y la lengua llega a ser un arma de iniquidad.
- El deseo por la satisfacción sexual el cual es un buen siervo de procreación y gozo en el matrimonio, pero si es capturado por el pecado, el deseo se convierte en lujuria por la pornografía o la masturbación o la fornicación o el adulterio o las relaciones homosexuales, y nuestros órganos sexuales llegan a ser armas de iniquidad.
- El deseo de dormir el cual nos sirve bien, pero si el pecado lo captura, el deseo se convierte en pereza y ocio.
¿Solo Decir No?
Entonces, ¿cómo pelea usted y gana esta batalla? De eso es sobre lo que hablaremos la próxima semana de este mismo texto. Pero ya usted puede ver, yo espero, que la batalla no es una batalla superficial como si usted pudiera decir no, a una lista de hechos inicuos. La batalla es mucho mas profunda que eso. Va por debajo de los actos a los deseos. Y va por debajo de los deseos al poder del pecado. Y va por debajo del poder del pecado a la unión con Cristo. Y va por debajo de la unión con Cristo a lo que Cristo hizo en la historia sobre la cruz por nosotros, y lo que nos pasó en el.
Y el gran tema no es solo que actos haces o no haces o a que deseos te rindes y a cuales no. El gran tema es ¿Quién es rey? ¿Quién reina? Ese es el tema mientras te vas ahora: ¿Quién es tu Rey? ¿Quién reina en tu vida? ¿ A quién te estás sometiendo? ¿Al pecado o a Dios?
¡Deja que sea Dios a través de Jesucristo! Cristo lo ha hecho posible para que los pecadores se rindan a Dios con completa amnistía y toda rebelión perdonada. Confíen en Cristo y entréguense ustedes mismos a Dios.