Perseverad en la oración
Colosenses 4:2-4 (LBLA)
Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; (3) orando al mismo tiempo también por nosotros, para que Dios nos abra una puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también he sido encarcelado, (4) para manifestarlo como debo hacerlo.
Hay algo en este pasaje que está claro como el cristal: la voluntad de Dios es que le oremos. A veces nos esforzamos por conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas. Pero hay cosas que no tenemos que esforzarnos por saber. Una de ellas es que la voluntad de Dios es que le oremos. El texto dice, “Perseverad en la oración”. Dios desea que le oremos.
Ahora, antes de que pensemos en ninguna otra cosa -el significado de “perseverad”, la necesidad de “velar” o el tiempo, lugar y la cantidad y método de oración- antes de todo eso, simplemente dejemos penetrar en nosotros el pensamiento de que Dios quiere que le oremos. Lo ordena.
¿Qué es la oración?
Para meditar en esto debemos preguntarnos qué significa “orar”. Principalmente significa pedir cosas a Dios. Por “cosas” no quiero decir objetos -bienes. Quiero decir, de manera general, cualquier cosa que nuestro corazón desee o necesite. Y, por supuesto, lo que más necesita tu corazón es a Dios -conocerlo, confiar en Él, amarle y obedecerle. Se que debemos presentarnos a Dios con algo más que peticiones. Hemos de venir a Él confesando pecados y dando gracias y alabanza. En un sentido amplio, la oración incluye todo eso. Pero hablando de forma precisa, la oración es requerir, pedir. Es por eso que en Colosenses 4:2 dice, “Perseverad en la oración . . . con (o en) acción de gracias”. Agradecer a Dios siempre debe formar parte de lo que hagamos en oración. Pero la oración, en sentido estricto, significa pedir. Así que la defino como pedir cosas a Dios.
Añadamos a esto una gran definición histórica de la oración. Existe una historia sobre como D.L. Moody hizo una visita a Escocia en los 1800 y abrió una de sus charlas en una escuela primaria local con la pregunta retórica, ¿Qué es la oración? para su asombro, cientos de niños levantaron la mano. Así que decidió dar la palabra a un chico cerca del frente, el cual se levantó prontamente y dijo, “La oración es una ofrenda de nuestros deseos a Dios, en el nombre de Cristo, por la ayuda de su Espíritu, con la confesión de nuestros pecados, y un reconocimiento agradecido de sus misericordias”. Esta es la respuesta a la pregunta Nº 78 en el Catecismo de Westminster. A esto Moody respondió diciendo, “Agradece, hijo, el haber nacido en Escocia”. 1
Prestemos atención a lo principal “La oración es una ofrenda de nuestros deseos a Dios”. Ese es el significado de la oración. “Con la confesión de nuestros pecados” y “con . . . reconocimiento agradecido de sus misericordias” - estos acompañan a los deseos que se expresan. Pero la esencia de la oración es la expresión de nuestra dependencia de Dios a través de nuestras peticiones.
Dios ama que le pidan
Pensemos en esto por un momento. La voluntad de Dios es que nosotros, sus criaturas, le pidamos cosas. Y esto no es sólo su voluntad, es su deleite. Ama que se le pidan cosas. Proverbios 15:8 (LBLA) dice, “El sacrificio de los impíos es abominación al Señor, mas la oración de los rectos es su deleite”. Está tan expectante por escuchar oraciones y responderlas que dice en Isaías 65:24 (LBLA), “Y sucederá que antes que ellos clamen, yo responderé; aún estarán hablando, y yo habré oído”. De hecho, toma medidas especiales para ser constantemente acosado. Lo digo con reverencia y creo que con veracidad en base a Isaías 62:6-7 -“Sobre tus murallas, oh Jerusalén, he puesto centinelas; en todo el día y en toda la noche jamás callarán. Los que hacéis que el SEÑOR recuerde, no os deis descanso, ni le concedáis descanso hasta que la restablezca, hasta que haga de Jerusalén una alabanza en la tierra". Así que Dios ama tanto que se le pidan cosas que asigna gente para que “no le concedan descanso” sino que “el SEÑOR recuerde” y “jamás callen”.
Meditar en esto es muy alentador para nuestra fe y esperanza. Significa que Dios, el Creador del Universo, el que sostiene nuestra vida en sus manos y gobierna el mundo, es el tipo de Dios que ama que se le pidan cosas.
Encuentro también tremendamente fortalecedor para mi fe el meditar más profundamente en el por qué esto es así. ¿Por qué Dios no solo quiere que le pidamos cosas, sino que se deleita en ello, lo ama como el incienso (Apocalipsis 5:8) y toma medidas para que suceda? ¿Qué hay detrás de este deleite por nuestras peticiones a Él? Podrías decir, “Bueno, eso es porque Dios es amor. Está en su naturaleza ser un Dador”. Esto es completamente correcto. Como dijo Pablo en Romanos 11:35-36 (LBLA), “¿o quien le ha dado a Él primero para que se le tenga que recompensar? Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre”.
Dios es siempre el Dador (ver Hechos 17:25) Es lo que le encanta ser. Y la última frase de Romanos 11:36 dice por qué, “A Él sea la gloria para siempre”. Es más glorioso ser Dador que receptor. Los que reciben se muestran necesitados. Los que dan se muestran auto-suficientes. Así que Dios ordena la oración porque quiere que le veamos como gloriosamente auto-suficiente y a nosotros mismos como totalmente necesitados. Por eso Él dice en el Salmo 50:15, “e invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás”. Dios responde nuestra llamada de ayuda para que nosotros obtengamos rescate y el obtenga el honor. “yo te libraré y tú me honrarás”. De manera similar, en Juan 14:13 Jesús dice, “Y todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. ¡Pedid cosas en mi nombre! ¿Por qué? Para que el Padre pueda ser glorificado. Para que pueda mostrarse tan glorioso como realmente es.
Permitamos que estas verdades tras la oración fortalezcan nuestra decisión de orar este año. Dios quiere que oremos. Él desea que le pidamos cosas. Y no sólo lo desea, sino que en verdad se deleita en ello y de verdad lo quiere y da pasos para verlo realizado, porque lo disfruta mucho. ¿Por qué deberíamos confiar en esto? Porque sale de la misma naturaleza de quien Dios es. Él es amor -Él es un Dador. ¿Por qué es un Dador? Debido a que es totalmente auto-suficiente y se deleita en desbordar y mostrarnos su gloriosa plenitud, fuerza y sabiduría, y en que nos dará lo que necesitemos para llevarnos al gozo eterno en Él. Dios ama mostrar la plenitud de su gracia supliendo las necesidades de la gente humilde, dependiente, es decir, la gente que ora, porque eso magnifica sus riquezas y construye nuestro gozo.
Esto significa que la oración es tan central para el significado del universo creado como sería posible. Dios nos creó, de acuerdo a Isaías 43:7, para su gloria. Lo que estamos viendo significa que Él creó el universo para que personas creadas a su imagen miraran hacia Él para satisfacer todos sus deseos y necesidades de forma que obtengan el gozo, y Dios obtenga la gloria. Cuando expresamos este acto de mirar a Dios, lo llamamos oración.
Por tanto la oración no es cosa pequeña. No es algo marginal. No es algo incidental en la vida cristiana. La oración es el corazón del por qué Dios creó el universo. Puedes tener la noción moderna y secular de que el universo en realidad trata de grandes sucesos galácticos y supernovas, y enormes expansiones de tiempo, espacio y energía. Pero en realidad el centro del universo creado es el hombre, hecho a la imagen de Dios. Y el significado del hombre a la imagen de Dios es mostrar la gloria de Dios. Y la forma en que Dios se deleita en mostrar su gloria en el hombre es siendo Él de quien el hombre depende en oración.
No puede ser más grande. Meditemos en ello. Reflexionemos sobre ello. Es algo muy rico y nos dará grandes incentivos para orar en el 2000. Escuché a uno de vosotros en la oración esta semana refiriéndose a inhalar la Palabra y exhalar oración. Muy bueno eso. Vivimos por la Palabra y la oración de la misma forma que vivimos inhalando y exhalando aire. Esa es nuestra vida.
Perseverad en la oración
Volviendo a Colosenses 4:2, “Perseverad en la oración”. Esto no nos coge por sorpresa ¿verdad? si la oración es tan grande y central en el propósito de Dios para el universo y para nuestra vida, no es de sorprenderse que Dios nos diga “Perseverad en la oración”. Y no es sorprendente que esta palabra “Perseverad”, “dedicaros” o “continuar en” aparezca seis veces en el Nuevo Testamento en relación a la oración. Hechos 1:14, “Todos éstos estaban unánimes, entregados de continuo a la oración”. Hechos 2:42, “[La iglesia temprana] se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración”. Hechos 6:4, los apóstoles decían que se entregarían a “la oración y al ministerio de la palabra”. Romanos 12:12, “gozándoos en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración”. Efesios 6:18, “Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu . . . con toda perseverancia”.
¿Qué significa esto? Que oremos a menudo y de forma regular. La oración no es infrecuente y no se trata de ensayo y error. Ser “dedicado a” la oración significa que no es casual y olvidadiza. Significa que tomamos medidas para ver como se convierte en parte de nuestra vida regular, de la misma forma que lo son el comer y el dormir.
Digo, “Tomamos medidas” porque creo que esto está implícito en las siguientes palabras en Colosenses 4:2, “Perseverad en la oración, velando en ella”. Velar en ella significa que trabajas en contra de las distracciones y los obstáculos. Haces lo que tienes que hacer para mantenerte despierto y en la tarea. Por ejemplo, Oswald J. Smith, el antiguo pastor de la Iglesia de los Pueblos en Toronto, solía levantarse de sus rodillas cuando le entraba sueño y caminaba por su cuarto para mantenerse despierto para la oración. Gordon Hamilton, un compañero músico en sus viajes, decía que lo escuchaba “caminar de un lado a otro en oración”. “Debe haber caminado millas.”
Pero sí quiere decir que hay que hacer lo que sea para mantenerse despierto y alerta en la oración, también implica: haz lo que tengas que hacer para asegurarte de que oras. Así que dedicaremos el resto del tiempo a algunos puntos prácticos acerca de cómo ser perseverantes en oración.
Primero, planteemos las mismas preguntas de la semana pasada: Cuándo, dónde y cómo.
Tomando medidas para la oración: ¿Cuándo y dónde?
¿Cuándo vamos a orar? Podríamos decir, “No quiero una vida compartimentada en la que la oración esté en un compartimento devocional y el resto de mi vida en otros compartimentos. Quiero una vida integrada en la que la oración sature todo lo que hago”. Bueno, amén a eso. Pero es una dicotomía falsa, y no funcionará el elegir entre una temporada de oración en soledad y la oración empapando el resto de nuestra vida, como si esas fueran las alternativas. Si queremos caminar en oración todo el día, necesitamos permanecer en oración en momentos de comunión tranquila con Dios.
¿Por qué? porque no podemos mantener profundidad con Dios a la larga si lo encajamos en los distintos huecos del día. Pero podemos disfrutar de un compañerismo continuo con Dios si hemos profundizado en la quietud de una temporada de oración. Así que sí, por todos los medios hagamos que el objetivo sea tener un día completo de conversación caminando con Dios -con su Palabra memorizada alimentándonos todo el día, y ofreciendo nuestros deseos a Él hora tras hora. Hagamos de ese nuestro objetivo. Y la manera de “perseverar” en la oración de esa forma es dedicarse a tiempos diarios regulares de soledad en oración. En momentos de concentración tranquilos puedes profundizar con Él, y esta profundidad hará que Dios sea real y tenga sustancia el resto del día.
Por tanto decidamos un lugar y un tiempo para reunirnos con Dios en oración.
Tomando medidas: ¿Por cuánto tiempo?
¿Por cuánto tiempo? Si no estás haciendo nada, haz algo. Comienza donde estás y da un paso. Luego pide a Dios que te convierta en una persona profunda, sabia y de fruto. Necesitamos sabios cristianos. Nadie se convierte en sabio sobre la marcha. Debe producirse una persistencia en la presencia de Dios con meditación concentrada de la Palabra y oración enfocada.
No tiene por que ser un tiempo largo. Pueden ser varios tiempos cortos planeados. Por ejemplo, está el gran ejemplo de Daniel. Era un oficial político de alto rango en Babilonia. Tenía enemigos y pasaron una ley en que nadie podía orar excepto al rey. Daniel 6:10 dice, “Cuando Daniel supo que había sido firmado el documento, entró en su casa (en su aposento superior tenía ventanas abiertas en dirección a Jerusalén), y como lo solía hacer antes, continuó arrodillándose tres veces al día, orando y dando gracias delante de su Dios”.
No solo vemos el valor y el compromiso total de Daniel por orar en una ventana abierta cuando su vida era amenazada por hacerlo, también vemos que se “dedicaba” a ello tres veces al día. En ocasiones en mi vida he encontrado muy útil apartar un tiempo en la mañana, en el almuerzo, y antes o después de la cena. Te apartas en soledad y lees una pequeña porción de las Escrituras y oras y pides la ayuda de Dios para el siguiente tercio del día.
O podemos hacerlo diferente. Por ejemplo, el Salmo 119:164 dice, “Siete veces al día te alabo, a causa de tus justas ordenanzas”. Utilizando relojes de alarma, podemos establecer cualquier tipo de programa de oración. Pero no estemos sin hacer nada. Perseveremos en la oración. Velemos en ella, y hagamos lo que tengamos que hacer para encontrarnos con Dios de manera centrada, para escucharle en su Palabra y ofrecerle nuestros deseos en oración.
Tomando medidas: ¿Cómo?
¿Cómo? Se podrían decir docenas de cosas. Mencionaré tres.
Primero, consideremos el orar en círculos concéntricos, desde nuestra propia alma hacia afuera al mundo al completo. Esa es mi práctica regular. Primero oro por mi alma. No porque lo merezca más que otros, sino porque si Dios no despierta, fortalece, humilla y llena mi propia alma, entonces no puedo orar por la de los demás. Así que ruego al Señor cada mañana por mi propia perseverancia, purificación y poder.
Entonces paso al siguiente círculo concéntrico, mi familia, y oro por cada uno de ellos por nombre: Noël, Karsten/Shely/Millie, Benjamín, Abraham, Barnabas, Talitha y algunos de mi familia extendida.
Luego paso al siguiente círculo concéntrico, el personal y los ancianos de Bethlehem. Menciono a todos por su nombre.
Después oro por vosotros, la iglesia bautista Bethlehem. Y después voy desde ahí a diferentes preocupaciones y grupos en diferentes tiempos: nuestros misioneros, nuestra denominación y sus escuelas, la Conferencia Bautista General, el evangelismo en general y la iglesia en todo el mundo, especialmente la iglesia que sufre. Los círculos más anchos incluyen la ciudad, el estado, la nación y los asuntos sociales y culturales del mundo.
No se puede orar por todo en todo momento. Así que tiene que haber diferencias. Y nuestro corazón dictará en gran medida cual es nuestra carga. Algunos días será un miembro de la familia, un miembro del personal, una crisis en la iglesia o en el mundo lo que consuma la mayoría de nuestro tiempo. Pero si tenemos un patrón -como los círculos concéntricos- no haremos derrapar las ruedas preguntándonos por donde empezar.
Eso es lo primero que diría en respuesta a la pregunta del cómo.
La otra es orar las Escrituras. El tiempo de oración y el tiempo de meditación en la Biblia no tienen por qué ser tiempos separados. Sería mejor si no los separásemos.
Si me preguntan qué es lo que oro por mí mismo, por mi familia, mi iglesia, los misioneros, la ciudad y las naciones, la respuesta es que oro las Escrituras. La Palabra de Dios revela a Dios y su voluntad. Lo que queremos para nosotros mismos y para aquellos por los que oramos es más de Dios y de su voluntad. Conforme lo vemos a Él en su Palabra, oramos para que Dios haga ver, conocer y amar esto en las vidas de las personas por las que oramos. Y cuando vemos su voluntad, oramos para que Dios cause que sea hecha en la vida de aquellos por los que oramos. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.
Seamos intencionales con esto, pero no demasiado conscientes de nosotros mismos. Las oraciones artificiosas no parecen auténticas. Si tenemos tanta conciencia de nosotros mismos que intentamos elaborar nuestras oraciones utilizando interesantes cambios de frase, perderemos el poder y la realidad de la oración. En lugar de eso tratemos de orar por valores Bíblicos específicos para la gente, no por clichés gastados y generalidades banales que no tengan profundidad espiritual.
Por ejemplo, si oramos por alguien, oremos las bienaventuranzas: Padre, concede a John que pueda reconocer su pobreza de espíritu. Haz que gima por sus pecados y no sea indiferente o se despreocupe de su propia alma. Obra la mansedumbre en su corazón. Concédele el tener hambre y sed de justicia. Dale el corazón de un pacificador y un reconciliador. Hazlo puro y mantenlo puro, Oh Señor. Y si es tu voluntad que sea perseguido, dale gracia para que tome todo ello como gozo y para recordar que su recompensa es grande en el cielo.
Esta forma de orar será poderosa en el Espíritu, porque estás orando en la propia Palabra del Espíritu y en su misma voluntad.
La tercera cosa que diría acerca de cómo orar es que orar en grupos es algo importante a incluir en nuestras vidas. Las familias, oren juntas. Los grupos pequeños, oren juntos. Los grupos de ministerio, oren juntos. Y consideremos formar parte de las siete reuniones de media hora para orar que se hacen aquí en la iglesia cada semana. Lunes, 7:00 AM, Martes, 6:30 AM, Miércoles 6:30 AM (mujeres), 5:45 PM, Jueves, 6:30 AM (centrado en el ministerio de refugiados), Viernes, 6:30 AM, Domingo 8:15 AM.
De manera práctica, si seguimos la semana pasada con el plan para encontrar un lugar, un tiempo y un método para leer la Biblia, añadamos este: “Perseverad en la oración, velando en ella”, esto nos unirá más plenamente con Dios y su propósito para el universo.