Cristo se manifestó para que pongamos nuestra esperanza en Dios
20 Porque El estaba preparado desde antes de la fundación del mundo, pero se ha manifestado en estos últimos tiempos por amor a vosotros 21 que por medio de El sois creyentes en Dios, que le resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera que vuestra fe y esperanza sean en Dios.
Hoy nos enfocaremos en los versículos 20 y 21. Pero cabe señalar que estos versículos se apoyan fuertemente en los anteriores. Así que permítanme comenzar apuntando un aspecto de esta relación. Luego terminaré indicando otro.
Compórtense con temor
Primeramente, los versículos 20 y 21 son una continuación de la frase de los versículos diecisiete a diecinueve. ¿Recuerdan el punto de la segunda parte del versículo diecisiete, específicamente, el mandato de comportarnos con temor durante nuestra estancia en la tierra? Luego los versículos dieciocho y diecinueve dan una extraña explicación del porqué debemos de temer, específicamente, que fuimos rescatados de un modo de vida fútil por medio de la sangre infinitamente preciosa de Cristo (v. 19).
El modo en que lo explicamos la semana pasada fue decir que entre más precioso es el precio que se pagó para rescatarnos de una vida de pecado, más horrible y más temeroso será tomar ese precio pagado y convertirlo en un pretexto para seguir pecando.
Es como si se hubiera secuestrado la hija de un padre acaudalado. Los secuestradores exigen un rescate enorme y el padre liquida todos sus bienes, vende su casa y todas sus posesiones, y hasta las alianza matrimonial de su esposa. El padre lleva todo el dinero reunido al lugar citado y coloca el rescate en un campo abierto y se aleja del lugar. Poco después, aparece la hija y camina hacia el rescate, lo recoge y se lo lleva a los secuestradores. Luego se abraza de uno de ellos y mientras se aleja, mira por encima del hombro a su padre, y riéndose le grita, “¡imbécil!”.
Todos diríamos que esa muchacha cometió una acción espantosa y traicionera.
Pedro nos advierte del peligro horrible de caer en lo mismo con el rescate de Dios. Él sabe que existen personas que toman el rescate de Dios para la paga del pecado—la sangre preciosa de Jesús—y la convierten en un medio para pecar. El mismísimo rescate que el versículo 18 dice que fue pagado para librarnos de un modo de vida fútil, algunos lo tratan de usar para fomentar esa misma vida de pecado.
La razón por la que digo que las personas "tratan" es porque Dios no lo permitirá. Por eso nos dice el versículo 17, "conducíos en temor" de actuar de ese modo. Tengan temor de tratar de usar el rescate de Dios para subvencionar el pecado.
Y lo hermoso de los versículos 18 y 19—algo inesperado y asombroso—es que la razón dada por la que debemos temer es la grandeza de la misericordia de Dios; que para nuestra liberación de una vida fútil y pecadora se entregó tan asombroso precio, la sangre y la muerte del Hijo de Dios, Jesucristo.
Seis puntos que aumentan nuestra esperanza en Dios y nuestro odio por el pecado
Ahora aquí es donde nos pasamos a los versículos 20 y 21. En algunas traducciones, el versículo 19 termina con la palabra "Cristo" (en el Griego y en la NASB, pero no en la NIV), y el versículo 20 continua con el mismo pensamiento y nos señala cosas de Cristo que alzan nuestra esperanza aun más de lo que lo hizo el rescate en los versículos 18-19.
Pedro nos dice seis cosas en los versículos 20 y 21 que aumentan la preciosidad de Cristo. Y por lo tanto, realiza dos cosas a la vez: nos aumenta las razones para tener esperanza en Dios, y hace sentir que una añoranza o esperanza por pecar para obtener cierta felicidad personal sea más atroz y aterrador. Entre más nos hace Dios que pongamos nuestra esperanza en Él, más aterrador se vuelve tener una esperanza o deseo por pecar.
Ahora estudiemos estos seis puntos que Pedro nos explica acerca de Cristo para aumentar nuestra esperanza en Dios y romper el poder del pecado.
1. Cristo fue preparado antes de la fundación del mundo.
Primero, él dice en el versículo 20 que Cristo "preparado desde antes de la fundación del mundo". Dios Padre conoció y amó a Dios Hijo, el Cristo, antes de que fuera creado el universo. En otras palabras, el que derramó su sangre para pagar el rescate para rescatarnos de una vida fútil no fue un hombre ordinario y el plan para pagar el rescate no fue algo que se le ocurrió a Dios después de crear el universo. Dios conocía a Cristo y Dios sabía desde la eternidad cuál iba a ser el plan y el rol de Cristo en este plan.
Cuando pienses en buscar la felicidad en el pecado, piensa en esto: el rescate que se pagó para rescatarte de esa futilidad fue algo que se planificó antes de que fuera creado el universo.
2. Se ha manifestado en estos últimos tiempos.
Segundo, Pedro nos dice, en la mitad del versículo 20 que Cristo "se ha manifestado en estos últimos tiempos." En otras palabras, Él existió antes de la Creación en relación con Su Padre y fue invisible a los humanos; pero ahora en estos tiempos postreros – los tiempos del Mesías – Él se ha manifestado. Esto se refiere a la Encarnación. El Cristo eterno se vistió con carne y sangre para poder hacer visible a Dios. Él dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” (Juan 14:9, LBLA).
No hubiera existido el rescate precioso de sangre si Cristo no se hubiera manifestado en carne y sangre humana. Él nació para morir. Y murió para rescatarnos de una vida fútil de pecado.
3. Él se manifestó por el bien nuestro.
Tercer punto, al final del versículo veinte Pedro nos dice que la razón por la que Cristo se manifestó fue para "por amor a vosotros". Esto nos debe dejar boquiabiertos. Estamos hablando del Dios del universo infinitamente poderoso, sabio y santo y de Su Hijo único y divino. Y estamos hablando de un propósito que tuvieron en un pasado tan lejano en el infinito y en la eternidad para planear una penetración inimaginable en la creación. ¿Por qué? Para nuestro beneficio, para que pudiéramos ser rescatados de una vida fútil. Si esto no demuestra que Dios toma muy en serio el comportamiento de cada uno de nosotros y nuestro futuro, entonces, ¿qué otra cosa podría hacerlo?
4. Dios lo levantó de entre los muertos.
Cuarto punto; en la parte media del versículo 21 Pedro declara que Dios "le resucitó". Probablemente no mencionó la muerte de Jesús porque ya había hecho referencia a ella en el versículo 19(sangre).
Aquí Pedro nos dice que el que dio su vida, no se quedó muerto. Dios lo levantó de entre los muertos. Vindicó Dios el valor del rescate al devolverle la vida a Su Hijo. Esto nos dice que el rescate no tan solo satisfació a Dios, sino que también con esto se derrotó a la muerte.
Muchas veces nos llega el pecado y nos murmura, "Mi modo de hacer las cosas da más esperanzas que el de Dios; date gusto, come, bebe y goza la vida porque mañana te mueres". A esto ustedes le pueden contestar, "Sí, ¿y qué va a pasar el día después de mañana? Si pongo mis esperanzas en Jesús en lugar de ti, ¡viviré de nuevo y siempre seré feliz! ¡Aléjate camino fútil del pecado!" Eso es lo que significa la resurrección de Cristo en la vida diaria.
5. Dios lo glorificó.
Quinto punto; después Pedro nos dice en el versículo 21 que Dios "le dio gloria". En otras palabras, no lo levantó de entre los muertos para que fuera otra vez un mortal que tuviera que sufrir y morir nuevamente. Lo llevó al cielo y lo puso a Su diestra como el Señor del universo con toda la gloria que tuvo con el Padre desde la eternidad antes de que comenzara el tiempo.
Lo que esto implica en la lucha con la vida pecaminosa fútil es que el camino de Cristo nos lleva a la gloria. El camino que Él tomó lo condujo a la gloria. Y ahora Él reina con poder glorioso para garantizar que si lo seguimos a Él, también los llevará a la gloria. Por lo tanto, tenemos todas las razones para tener esperanzas en lo que Dios nos ha prometido y no en lo que promete el pecado.
6. Por medio de Cristo, somos creyentes en Dios.
Sexto punto; si nos regresamos al principio del versículo 21 donde Pedro escribe "por medio de Él [Cristo vosotros] sois creyentes en Dios". En otras palabras, Cristo ha hecho lo necesario para conectarnos con Dios en fe. Fue conocido por el Padre desde la eternidad antes del tiempo, se manifestó en forma humana, derramó su sangre preciosa, Dios lo levantó de entre los muertos, Dios le dio la gloria y por medio de todo esto, llegamos a poner nuestra esperanza en Dios.
Esto lo especifica Pedro claramente al final del versículo veintiuno — así que, "de manera que vuestra fe y esperanza sean en Dios".
Dije al principio que había dos relaciones estrechas entre los versículos 20 y 21 y los versículos anteriores. Todo lo que hemos visto, lo armamos sobre el mandato de comportarnos con temor dado en el versículo 17 y la gloria de Cristo en los versículos 20 y 21. Permítanme indicar una relación más ya para terminar
Esperanza en Dios
Este párrafo termina en el versículo 21 con el mismo punto con el que comenzó en el versículo 13, es decir, con la esperanza en Dios. El versículo 13 inicia el párrafo con el mandato, "poned vuestra esperanza completamente en la gracia que se os traerá en la revelación de Jesucristo". En otras palabras, "¡Tengan plena esperanza en la gracia de Dios!" El versículo 21 termina el párrafo explicándonos que Dios ha hecho todo a través de Cristo para que Su pueblo ponga su fe y su esperanza en Dios.
Él conoció y escogió a Su Hijo, Él envió a Su Hijo, Él le dio muerte a Su Hijo, Él resucitó a Su Hijo de la muerte, Él le dio gloria a Su Hijo—¿Por qué? Por esta razón: para que ustedes pongan su esperanza en Dios y no en el pecado. Para que ustedes confíen en lo que Dios puede hacer por ustedes en lugar de lo que pueden hacer por ustedes mismos.
Los llamo a que se despierten al temor y la insensatez de esperanzarse en el pecado en lugar de en Dios. La paga del pecado es la muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna. Si ponen su esperanza en el pecado para tener felicidad, morirán. Si ponen su esperanza en Dios para tener felicidad, vivirán.
El llamado de Dios para ustedes en esta Navidad es la siguiente: ya basta con tratar de satisfacer los deseos del corazón con este mundo y con sus modos despreciativos de Dios. Vuélvanse a Cristo. Hagan que él sea el enfoque de la atención de la mente y las afecciones del corazón porque Él fue el escogido desde la eternidad, manifestado en el tiempo, crucificado por pecadores, levantado de entre los muertos, glorificado a la diestra de Dios—todo por el bien de ustedes—para que ustedes se satisfagan en Dios y no en el pecado.
El Espíritu y la iglesia dicen, "¡Ven!" el que tiene sed, venga; Que venga todo el que quiera y que tome del agua de la vida —el agua de vida que satisface completamente—sin costo alguno.