Batallando la incredulidad de la avaricia
La meta que tengo para nosotros en esta serie de mensajes es fijar en nuestra mente de manera permanente esta verdad: la manera en que podemos combatir el pecado en nuestras vidas es luchar contra la incredulidad; y para lograr la justicia, la santidad y el amor debemos pelear la batalla de la fe.
Las Tres Razones por la Meta de Esta Serie
Existen por lo menos tres razones por las que tengo esta meta para nosotros.
1. La Necesidad de la Perseverancia para la Salvación
En primer lugar, (de conformidad con Hebreos 12:14) hay una santidad sin la cual no vamos a ver el Señor. Hay algunos que profesan ser cristianos que viven una vida de desobediencia tal, que oirán a Jesús decir (de acuerdo con Mateo 7:23), "Jamás os conocí; APARTAOS DE MI, LOS QUE PRACTICAIS LA INIQUIDAD." Hay personas que acuden a la iglesia y creen que son salvados porque oraron recibir a Jesús alguna vez, sin darse cuenta de que la prueba de la autenticidad de dicha oración es la perseverancia. Como dijo Jesús en Mateo 24:13, "Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo." Pablo dice a los creyentes profesantes, "Si vivís conforme a la carne, habréis de morir"(Romanos 8:13). No quiero que vayan a Bethlehem durante 10, 20 o 30 años y, luego pasen la eternidad en el infierno porque nunca aprendieron a pelear la batalla de la fe y a perseverar en la santidad. Esa es la primera razón de por qué estoy predicando esta serie.
2. El Camino Equivocado Perseguir la Santidad
La segunda razón es que hay una manera de perseguir la santidad que es contraproducente y conduce a la muerte. ¡Qué tragedia, si tan solo yo pudiera convencerlos de Escritura de que hay una santidad sin la cual no vamos a ver al Señor, y después de decirlo comenzaran a luchar por conseguirla en una forma que es denunciada en las Escrituras y está condenada como un fracaso! Romanos 9:31 dice, "pero Israel, que iba tras una ley de justicia, no alcanzó esa ley. ¿Por qué? Porque no la buscó por la fe, sino como si fuera por obras." Y no lo es!! La práctica justicia diaria se alcanza cuando la ley es perseguida por la fe, no por obras. "Obras" es la guerra de justicia sin el poder de la fe en las satisfactorias promesas libertadoras de Dios. Así pues, la segunda razón por la cual estoy predicando esta serie es que estoy tan preocupado que aprendemos a luchar por la santidad por la fe y no por obras.
3. La Gloria de Dios en Nuestra Perseverancia
La tercera razón de esta serie es que quiero que Dios sea glorificado en nuestra búsqueda de la santidad, la justicia y el amor. Pero Dios no es glorificado en nuestra búsqueda si no estamos facultados por la fe en sus promesas. Y así, a menos que aprendamos a cómo pelear la batalla de la fe, podremos lograr objetivos religiosos y morales notables, pero no para la gloria de Dios. Él es glorificado cuando confiamos en él (Romanos 4:20). Él es glorificado cuando el poder de ser santos proviene de nuestro deleite en sus promesas. Dado que este es domingo de Reforma, es apropiado dejar que Martin Lutero hable sobre esta gran verdad:
La fe honra a aquel en el que confía con el más reverente y más alto respeto, ya que lo considera veraz y digno de confianza. No hay otro honor igual al de la estima que representa la veracidad y justicia con la que honramos aquel en quien confiamos. . . Cuando el alma confía firmemente en las promesas de Dios, lo considera como veraz y justo, y reconoce sus atributos. El culto más alto que se le puede rendir a Dios, es este, que le atribuyamos la verdad, justicia, y todo lo que se le atribuye a la persona que se le tiene confianza. (Freedom of a Christian, en Dillenberger collection, p. 52)
Y así, mi gran deseo en esta serie es que aprendamos a vivir por el honor de Dios, y esto significa vivir por la fe en las promesas de Dios; significa batallar contra la incredulidad que quiere apoderarse de nuestros corazones, incluyendo la avaricia.
La Definición de la Avaricia
Nuestro tema del día de hoy es la avaricia.
Creo que nuestro texto en 1 Timoteo deja en claro lo que es la avaricia y que la batalla contra ella es, es una batalla contra la incredulidad o una lucha por la fe en las promesas de Dios.
La palabra "avaricia" no es utilizada aquí, sin embargo, es su realidad de lo que trata este texto. Cuando en el versículo 5b dice que algunos de ellos están tratando la piedad como un medio de ganancia, Pablo responde en el versículo 6 que "Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento." Esto nos da la clave para la definición de la avaricia. La avaricia es algo que desea tanto que se pierde el contentamiento en Dios. "Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento."
Lo opuesto a la avaricia es el contentamiento en Dios. Cuando el contentamiento en Dios disminuye, la avaricia por la ganancia aumenta. Por eso Pablo dice en Colosenses 3:5 que la avaricia es idolatría. "Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría." Es idolatría, porque el contentamiento que el corazón debería estar recibiendo de Dios, lo comienza a recibir de otra cosa.
Por lo tanto, la avaricia es desear algo tanto que pierdes el contentamiento en Dios. O: pierdes el contentamiento en Dios para buscarlo en otra parte.
¿Alguna vez has considerado que los Diez Mandamientos comienzan y terminan con prácticamente el mismo mandamiento? "No tendrás otros dioses delante de mí" (Éxodo 20:3) y "No codiciarás" (Éxodo 20:17) son mandamientos casi iguales. Avariciar es desear cualquier otra cosa diferente a Dios de manera que revela una pérdida de contentamiento y satisfacción en él. La avaricia es un corazón dividido entre dos dioses. Por ello, Pablo lo denomina idolatría.
"Huya de la Avaricia – Pelee la Batalla de la Fe "
Ahora, lo que Pablo está haciendo en 1 Timoteo 6:6-12 es tratando de persuadir a la gente de no ser avara. Pero asegurémonos de que vemos como Pablo entiende esta batalla contra la avaricia. Él da sus razones para no ser avaro en los versículos 6-10 (que volveremos a ver), y a continuación, en el versículo 11 le dice a Timoteo que evite o huya de todo eso–huir del amor al dinero y el deseo de ser rico, es decir, la avaricia.
Y dice en el versículo 11b, en lugar de ceder a la avaricia, "sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la amabilidad." Y de esta lista escoge la "fe" para darle atención especial, y dice (en el versículo 12), "Pelea la buena batalla de la fe." En esencia, dice entonces, "huye de la avaricia... Pelea la buena batalla de la fe".
En otras palabras, la lucha contra la avaricia no es otra cosa que la batalla de la fe. Esta es una de las pruebas más claras de que la manera de obedecer los Diez Mandamientos (uno de los cuales es, "¡No codiciarás!") es por la fe. Es también la prueba de que la avaricia es un estado de incredulidad.
Si pensamos en ello, eso es justamente lo que la definición de la avaricia implica. Dijimos que la avaricia es desear tanto algo que se pierde el contentamiento en Dios. O: es la pérdida de su contentamiento en Dios para que comenzar a buscar satisfacción en otra parte. Entonces, ahora, este contentamiento es justamente lo que es la fe.
Jesús dijo en Juan 6:35, "Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed." En otras palabras, creer en Jesús significa experimentarlo como la satisfacción a la sed de mi alma y al hambre de mi corazón. La fe es experimentar contentamiento en Jesús. La batalla de la fe es la lucha por mantener ese contentamiento en Cristo—creer sinceramente, y continuar creyendo, que él suplirá todos y cada uno de nuestros deseos.
La avaricia es, entonces, exactamente el opuesto de la fe. Es la pérdida del contentamiento en Cristo de manera que comenzamos a desear otras cosas para satisfacer las ansias de nuestro corazón. No hay duda, entonces, que la batalla contra la avaricia es una batalla contra la incredulidad y una batalla por la fe. Cada vez que sintamos la más mínima manifestación de avaricia en nuestro corazón, debemos ponernos en contra de ella y luchar con todas nuestras fuerzas con las armas de la fe.
La principal arma de fe es la Palabra de Dios. Así que cuando la avaricia comienza a manifestarse, debemos comenzar a predicarnos a nosotros mismos la Palabra de Dios. Tenemos que escuchar lo que dice Dios. Tenemos que escuchar sus advertencias acerca de lo que le pasa a los avaros, y lo grave que es la avaricia. Y tenemos que escuchar sus promesas que le dan gran contentamiento al alma y superan todos los deseos avaros.
Advertencias Contra la Avaricia
En primer lugar, algunas advertencias.
1. La Avaricia Nunca Trae Satisfacción
Eclesiastés 5:10, " El que ama el dinero no se saciará de dinero, y el que ama la abundancia no se saciará de ganancias. También esto es vanidad."
Esta es la palabra de Dios en cuanto al dinero: no satisface a los que lo aman. Si creemos en él, nos apartaremos del amor al dinero. Es un callejón sin salida.
Jesús dijo así en Lucas 12:15, "Estad atentos y guardaos de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes." Si la Palabra del Señor necesitara confirmación, es un hecho que existe mucha gente rica miserable en el mundo para demostrar que la satisfacción en la vida no proviene de las posesiones.
2. La Avaricia Ahoga la Vida Espiritual
Jesús dijo la parábola de la tierra (Marcos 4:1-20) que algunas semillas cayeron sobre las espinas y estas crecieron y las ahogaron.
Luego interpretó la parábola y dijo que la semilla es la Palabra de Dios. La semilla sembrada entre las espinas se interpreta de este modo: "lo mundano, el deleite en las riquezas y el deseo de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y por ende, hay esterilidad".
Cuando se predica la Palabra de Dios, se levanta una verdadera batalla. El deseo por otras cosas puede ser tan grande que los comienzos de una vida espiritual pueden ahogarse por completo. Esta es una temible advertencia de que todos debemos estar en guardia cada vez que escuchamos la Palabra de Dios para recibirla con fe y no ahogarla con la avaricia.
3. La Avaricia da Lugar a Muchos Otros Pecados
1 Timoteo 6:10 dice: "porque raíz de todos los males es el amor al dinero." Y Santiago 4:2 dice, "Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis."
La avaricia es la base de millares de otros pecados. Y esto hace que la advertencia de huir de ella y combatirla con todas nuestras fuerzas, sea aun mayor.
4. La Avaricia Te Abandona Cuando Tú Más Necesitas Ayuda
Te abandona a la hora de la muerte. 1 Timoteo 6:7 dice, "Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar." En la mayor crisis de tu vida, cuando tú necesita contentamiento, esperanza y seguridad más que en cualquier otro momento, tu dinero y todas tus posesiones adquieren alas y vuelan lejos. Te abandonan. Solo son amigos de los buenos tiempos. Y al entrar a la eternidad, entras sin nada, solo con el contentamiento que tú tenías en Dios.
Si tú murieras ahora mismo, ¿estarías llevando una carga de contentamiento en Dios, o estarías de pie delante de él con un agujero espiritual donde antes se encontraba la avaricia? La avaricia te abandona cuando tú más necesitas ayuda.
5. Al Final la Avaricia Destruye el Alma
1 Timoteo 6:9 dice: "Los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición."
Al final la avaricia destruye el alma en el infierno. La razón por la que estoy seguro de que esta destrucción no es un fiasco financiero temporal, sino la destrucción final en el infierno es que Pablo dice en el versículo 12 que la avaricia debe ser peleada con la buena batalla de la fe, y luego añade, "echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.” Lo que está en juego al huirle a la avaricia y luchar la buena batalla de la fe, es la vida eterna. (Ve 6:19.)
Así las cosas, el versículo 9 no está diciendo que la avaricia puede estropear tu matrimonio o tu empresa (que sin duda lo puede hacer!), sino que la avaricia puede estropear tu eternidad con ruina y destrucción, o como dice el versículo 10 al final, "por esta ansia, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores." (Literalmente: "se clavaron con muchos dolores.")
Dios ha ido más allá en la Biblia advirtiéndonos misericordiosamente que la idolatría de la avaricia es una situación en la que no hay ganancia. Es un callejón sin salida en el peor sentido de la palabra. Es un truco y una trampa. Por lo tanto, mi palabra para ustedes es la palabra de 1 Timoteo 6:11: Huye de ella. Cuando la veas venir (en un anuncio de televisión, o un catálogo de Navidad, o en la compra de un vecino), húyale, como le huiría de un león rugiente que ha escapado de un zoológico y tiene hambre.
Pero ¿Correr Hacia Dónde?
Corre hacia el arsenal de la fe, cúbrete rápidamente con la oración de Salmos 119:36: "oh SEÑOR, inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia." Y entonces toma rápidamente las dos espadas, una corta y otra larga, confeccionadas especialmente por el Espíritu Santo para matar a la avaricia. Y luego aguarda de pie firme, a la puerta. En cuanto deje ver su rostro mortal muéstrale la espada más corta:
1 Timoteo 6:6 "Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento." ¡GRAN GANANCIA! ¡GRAN GANANCIA! Quédate donde estás, León de Avaricia. Tengo gran ganancia en Dios. ¡Esta es mi fe!
Entonces, antes de que él tenga oportunidad para atacarte, tú tomas la espada mas larga (Hebreos 13:5-6),"Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él [Dios] dijo, 'No te desampararé, ni te dejaré;' de manera que podemos decir confiadamente, 'El Señor es mi ayudador; no temeré ¿qué podrá hacerme el hombre?'" Y da una puñalada certera. Haz exactamente lo que Pablo dice que debes hacer en Colosenses 3:5, "Haced morir la avaricia."
Hermanos y hermanas, toda avaricia es incredulidad. ¡Aprendan conmigo, a cómo usar la espada del Espíritu para luchar la batalla de la buena fe, y lograr la vida eterna!