Evaluándonos con la medida de fe que Dios nos dio, parte 1
*Romanos 12:1-8 *
Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto. Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno. Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría”.
Lo que hemos visto de Romanos 12:2, en las dos últimas semanas, es que a fin de discernir la voluntad revelada de Dios, para verla correctamente en la Biblia, y para aplicarla sabiamente en las complejas situaciones de hoy, y para desbordarnos con ella espontáneamente en miles de acciones y actitudes que no son premeditadas, debemos ser transformados en la renovación de nuestras mentes. Comprender y aceptar la verdad de la Biblia, aplicando esta verdad en la vida real, y sobreabundando espontáneamente con amor bíblico y santidad, no requiere una nueva lista de comportamientos, sino una nueva mente y corazón.
La vida no cristiana no es una religión basada en la fuerza de voluntad. Es la sobreabundancia de una nueva mente y un nuevo corazón creados por el Espíritu Santo. Es sobrenatural. Usted no la puede producir por sí mismo. "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es" (2da a los Corintios 5:17). "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras" (Efesios 2:10). Por tanto, "sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra" (Romanos 7:6). "Porque la letra mata, pero el Espíritu da vida" (2da a los Corintios 3:6). "Os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó" (Colosenses 3:10).
Todo lo escrito en Romanos 12 es una descripción del modo en que la nueva persona, la nueva mente, y el nuevo corazón piensa, siente, y actúa. Necesitamos saturar nuestras mentes con esta descripción, inspirada de Dios, de la vida en Romanos 12. Es lo que estamos tratando de hacer en estos mensajes. Hoy nos enfocamos en el versículo 3.
Pistas indirectas sobre la mente renovada
Para sentir el peso e importancia de lo que Pablo dice en el versículo 3, debiéramos hacer esta observación: Aunque el versículo 2 llama a la renovación de la mente, no nos dice cómo piensa la mente renovada. Solo nos dice qué sucederá si la tenemos: es decir, podremos discernir la voluntad de Dios, lo que es bueno, aceptable, y perfecto.
Sí vimos algunas pistas sobre el modo en que piensa la nueva mente, cuando comparamos el versículo 2 con Romanos 1:28 y 23, que lo opuesto a la mente renovada es la mente depravada que ha cambiado la gloria de Dios por la gloria de los seres creados y no quiere a Dios en su conocimiento. Así que la mente renovada sería una mente donde ese cambio es revertido, y la gloria de Dios es atesorada por encima de todas las cosas creadas, incluso la que está en el espejo, que es el ídolo más seductor de todos.
Y en el versículo 1 vimos una pista sobre la forma en que piensan las nuevas mentes: produce una vida de adoración espiritual. "Que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional". La mente renovada produce comportamientos que revelan la dignidad de Dios. Así que la nueva mente, en esencia, es una mente que atesora la gloria de Dios por encima de todas las cosas. Tiene una pasión por la supremacía de Dios.
La descripción directa de la mente renovada
Esas fueron pistas indirectas de cómo piensa la mente renovada. Pero ahora, en el versículo 3, Pablo enfoca más directamente la cuestión, y lo hace de una forma muy impactante. Si usted va a comenzar a explicar cómo piensa la mente cristiana, ¿dónde comenzaría y qué diría? Escuche cuidadosamente con qué lidia primero Pablo al hablar sobre cómo piensa la mente renovada. Versículo 3: "Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense [note las palabras que se relacionan con lo que hace la mente renovada] más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno".
Ahora, ésto es notable. De todas las cosas que pudo haber dicho sobre el pensamiento humano y la forma en que funciona la mente, elige dirigirse al problema del orgullo y a lo que la mente hace al pensar sobre uno mismo en relación con otras personas. Dice algo negativo y algo positivo, como mismo hizo en el versículo 2. Allí dijo: "Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente”. Aquí dice: " no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio". En otras palabras, él está siendo más específico y descriptivo en el modo en que la mente cristiana no se conforma al mundo, sino que es transformada. Y lo primero que señala es el orgullo.
Esta es una gran carga para Pablo. Usted recuerda que, tres veces en el capítulo 11, somos advertidos en contra del orgullo y la altivez. Romanos 11:18: "no seas arrogante para con las ramas [judías desgajadas]". Romanos 11:20: "tú por la fe te mantienes firme. No seas altanero, sino teme". Romanos 11:25: "Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis sabios en vuestra propia opinión". Entonces retoma nuevamente el tema en Romanos 12:16: " no seáis altivos en vuestro pensar, sino condescendiendo con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión". Luego dice nuevamente, en Romanos 14:4: "¿Quién eres tú para juzgar al criado de otro?". Este problema del orgullo y el lugar del ego en relación con Dios y los demás, es el problema humano más profundo en el universo. Si nuestras mentes serán alguna vez renovadas, es aquí donde debemos comenzar.
No es solo un problema con la iglesia en Roma. En Romanos 8:7, Pablo describe el problema fundamental que tenemos todos nosotros: "la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo". Ése es el problema fundamental de su mente y la mía. Somos insubordinados ante Dios. No nos sujetamos a la verdad de que Dios mismo es la suma y el juez de todo lo que es bueno y correcto y hermoso y valioso y satisfactorio. En lugar de eso, la mente humana piensa de sí misma como jueza y medida, así piensa demasiado alto de sí misma.
Por tanto aquí (en el versículo 3), es donde Pablo comienza a describir el modo en que piensa la nueva mente. "Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno". Así que quiero enfocarme en la alternativa positiva a pensar más altamente de nosotros mismos de lo que debemos pensar. ¿Qué quiere decir Pablo cuando dice que debemos pensar "con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno"?
O, para ser más específicos, preguntemos de esta forma: ¿Por qué Pablo describe el pensamiento con buen juicio como pensar "según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno"? Él pudo haber dicho que el buen pensamiento sobre nosotros mismos es pensar según con nuestra total depravación. O pudo haber dicho que el buen pensamiento sobre nosotros mismos es pensar según la verdad de que somos creados a la imagen de Dios. O pudo haber dicho que el buen pensamiento sobre nosotros mismos es pensar según cuáles son nuestros dones espirituales.
El modelo de evaluación personal: La fe que Dios nos ha dado
Pero lo que dijo fue: "piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno" Cuando usted haga una buena evaluación, apropiada, de sí mismo, tome su propia medida de fe que Dios le ha dado como modelo de evaluación. ¿Por qué? Veo, al menos, cuatro razones. Cuatro razones que Pablo logra al describir la mente renovada como la mente que se mide a sí misma por "la medida de fe que Dios ha distribuido".
1. Él muestra que la novedad esencial de la nueva mente (el "nuevo hombre" en Cristo) es su fe, y por tanto, es la gloria de Cristo vista y disfrutada como nuestro mayor tesoro.
Al elegir la fe como la medida de la nueva persona, Pablo elige un acto absolutamente único de la nueva mente. ¿Cuál es la esencia de la fe? La fe mira más allá de nosotros mismos, hacia otra persona. La fe es la total dependencia en otra persona. Cuando la fe se mira en un espejo, el espejo se convierte en una ventana con la gloria de Cristo en el otro lado. La fe mira a Cristo y lo disfruta como la sumatoria y el juez de todo lo que es verdadero, y correcto, y hermoso, y valioso, y satisfactorio.
Por tanto, lo que Pablo está diciendo, es que la esencia de la nueva mente cristiana es que vemos y disfrutamos (contemplamos y aceptamos) a Jesucristo y no a nosotros mismos como la verdad suprema y el tesoro supremo del universo.
¿Ve lo sorprendente que Pablo está haciendo aquí? A ver a las personas enorgullecerse, pensando demasiado alto de sí mismas, dice, así es como usted debe pensar con buen juicio sobre sí mismo: Haga que la fe sea la medida de su mente. Haga que la fe sea la medida de su corazón, de su vida. Y así trastorna la auto-exaltación. Dice, ¿quieren tener importancia? Entonces miren a Cristo como a alguien infinitamente importante. ¿Quieren tener valía? Entonces miren a Cristo como a alguien infinitamente valioso. ¿Quieren tener estima? Entonces miren a Cristo como a alguien digno de infinita estima.
No cometa un error aquí. No estoy diciendo lo que dice la psicología cristiana popular contemporánea. No estoy diciendo: ¿Quieren tener importancia? Entonces miren a Cristo como medio para ser importantes. No estoy diciendo: ¿Quieren tener valía? Entonces miren a Cristo como Aquel que les da valía. No estoy diciendo: ¿Quieren tener estima? Entonces miren a Cristo como medio para su estima. No estoy diciendo que, en la mente renovada, Cristo es un medio para el propósito de nuestra importancia y estima y valía. Estoy diciendo: usted fue creado para aceptarle a Él como a alguien infinitamente importante e infinitamente valioso e infinitamente digno de estima. Esto es lo que hace la mente renovada y lo que ama hacer. Esa es la identidad más profunda de la nueva mente.
Lo diré de nuevo: ¿Quieren tener importancia? Entonces acepten a Cristo como Aquel que es infinitamente importante para usted. ¿Quieren tener valía? Entonces acepte a Cristo como a alguien infinitamente valioso. ¿Quieren tener estima? Entonces acepte a Cristo como a alguien digno de infinita estima.
Nuestra fe en Cristo es la medida de nuestra importancia y valor y estima, porque fe significa mirar más allá de nosotros mismos hacia Cristo, y aceptarle como la personificación que todo lo satisface de todo lo que es importante y valioso y digno de estima. La medida de nuestra nueva persona en Cristo (la mente renovada) es el grado en que miramos más allá de nosotros mismos hacia Cristo, como nuestra verdad y tesoro.
Si Cristo es más para usted, entonces usted es más. Si Cristo es menos para usted, entonces usted es menos. Nuestra medida se eleva y cae con nuestra medida de Él. Nuestra valoración de Él es la valoración que tenemos. Nuestra estima de Él es la estima que tenemos. Según le atesoremos a Él, así nos atesoramos a nosotros.
Esa es la primera razón por la que Pablo hace que la fe sea la medida de pensar con buen juicio. Ella trastorna la auto-exaltación y hace que la gloria de Cristo, y no nosotros, sea la esencia de nuestra novedad de vida. Si usted quiere evaluarse con buen juicio, evalúe su fe en Cristo.
2. La segunda razón por la cual Pablo hace que la fe sea la medida de pensar con buen juicio sobre nosotros mismos, es que la fe es un don de Dios y, por tanto, elimina la jactancia.
Romanos 12:3b: "Piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno". Dios distribuye nuestra fe. Literalmente, Dios reparte nuestra fe a cada uno. La fe no es fruto decisivo o final de nuestra propia creación. Efesios 2:8: "Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". 1ra a los Corintios 4:7: "¿Qué tienes que no recibiste? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?"
Mi primer enfoque fue que la fe no puede gloriarse en sí misma porque por su misma naturaleza la fe mira más allá de sí misma y se gloría en Cristo. Eso es fe, la aceptación de Cristo como nuestra gloria o jactancia. Pero Dios acecha al orgullo en cualquier posible lugar de escape. Incluso, si la fe fuera una especie de acto por el cual alguien pudiera gloriarse, Pablo dice que usted no puede gloriarse porque es un don inmerecido.
Así que dice: vengan ahora, ustedes que se engrandecen, y piensan muy alto sobre sí mismos, y hagan que la fe que Dios les ha dado sea la medida de su fe, y vean qué ocurre con su jactancia. Se desvanece, primero, porque la fe por naturaleza mira más allá de sí misma, hacia Cristo, y segundo porque es un regalo de Dios, comprado por sangre mediante Cristo. "Piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno".
3. La tercera razón por la que Pablo hace que la fe sea la medida para pensar con buen juicio sobre nosotros mismos, es que Dios asigna fe en diferentes proporciones entre su pueblo, así que ella produce una interdependencia y servicio humildes.
Romanos 12:3b: "piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno". La medida de fe que Dios a asignado difiere de un cristiano a otro. De hecho, difiere de tiempo en tiempo en un mismo cristiano. Aquí es donde debemos continuar la próxima vez. Pero permítanme presentar estas preguntas ahora: Si Pablo quiere producir una unidad humilde en la iglesia, ¿no está él derribando su propio propósito al dirigir la atención hacia las diferencias entre cristianos y al decirles que hagan inventario de sí mismos teniendo en cuenta esas diferencias? ¿Cuál es el efecto en nosotros en "la buena batalla de la fe" (1ra de Timoteo 6:12) si creemos que las diferentes medidas de nuestra fe son la obra suprema de Dios? ¿Nos hará pasivos o fatalistas? ¿Qué ocurriría si usted se evalúa a sí mismo por este modelo y descubre que su fe es menor que la de otros? ¿Qué ocurriría si usted se evalúa a sí mismo por este modelo y descubre que su fe es mayor que la de otros? ¿Produce esto desesperación y orgullo? ¿O produce interdependencia y un corazón para el servicio?
Hacia allá es hacia donde iremos en el próximo encuentro. Y esto nos lleva directo hacia los versículos 4-8 y la interdependencia de los miembros del cuerpo.
Pero por hoy resumamos la idea de Pablo en el versículo 3. Él está llevándonos directo hacia la esencia de lo que es nuevo en la mente renovada en Cristo. Y lo que es nuevo en la nueva mente es que piensa sobre sí misma en un modo absolutamente diferente al modo en que piensa el mundo. La esencia de este nuevo modo de pensar es que la fe dada por Dios en Cristo es la medida de su identidad y dignidad e importancia y estima. Y como la fe es una manera de mirar más allá de nosotros mismos, hacia la grandeza de otro y la aceptación de esa grandeza como nuestro Tesoro que todo lo satisface, entonces. . .
Nuestra dignidad consiste en atesorar la dignidad de Cristo.
Nuestro valor consiste en atesorar la valía de Cristo.
Nuestra estima consiste en nuestra estima por Cristo.
Nuestra importancia consiste en disfrutar la infinita importancia de Cristo.
Esta es la mente renovada en Cristo. Esta es la obra del Espíritu Santo. Esto es pensar "con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno".