Que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros
Juan 13:31-38
“Entonces, cuando [Judas] salió, Jesús dijo: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en El. Si Dios es glorificado en El, Dios también le glorificará en sí mismo, y le glorificará enseguida. Hijitos, estaré con vosotros un poco más de tiempo. Me buscaréis, y como dije a los judíos, ahora también os digo a vosotros: adonde yo voy, vosotros no podéis ir.
Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros.
Simón Pedro le dijo: Señor, ¿adónde vas? Jesús respondió: Adonde yo voy, tú no me puedes seguir ahora, pero me seguirás después. Pedro le dijo: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora mismo? ¡Yo daré mi vida por ti! Jesús le respondió: ¿Tu vida darás por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo sin que antes me hayas negado tres veces
Es la noche anterior a la crucifixión de Jesús. Los doce apóstoles están comiendo con Jesús en la cena más importante de todas. Jesús había dicho en Juan 13:21: "En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará". Juan estaba recostado junto a Jesús y le preguntó (en el versículo 25), "Señor, ¿quién es?". Jesús respondió, probablemente en voz baja, para que solo Juan pudiera oírlo (pues cuando Judas se fue los demás no tenían idea de lo que ocurría, versículo 29): "Es aquel a quien yo daré el bocado que voy a mojar" (versículo 26). Entonces mojó el pan y se lo dio a Judas y dijo: "Lo que vas a hacer, hazlo pronto" (versículo 27). Y en el versículo 30, Judas se va.
Y lo próximo que dice Jesús (versículo 31) es: “Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en El". Y en el mismo momento en que se puso en movimiento la traición final, Jesús dice: "Ahora". "Ahora es glorificado el Hijo del Hombre”. Ahora. Ahora está en movimiento el proceso final de ser entregado para ser asesinado, ahora el Hijo del Hombre, Jesús, resplandecerá con la mayor gloria. Y Dios resplandecerá gloriosamente en Él.
Juan sintió el asombro
De todos los discípulos, solo Juan pudo sentir, en este momento, todo el asombro que conllevaba el momento. Juan había escuchado a Jesús decir que Judas era el traidor. En ese momento debió haberse sentido absolutamente impactado. Judas. Aquel a quien habían confiado el dinero durante estos tres años (versículo 29). Repentinamente, en un instante, todo el comportamiento de Judas toma un significado totalmente nuevo. Así que es por esto que se molestó con María por ungir a Jesús con un ungüento caro (Juan 12:3-6). Él quería que ella se lo diera a Jesús, para él tener acceso a eso.
Juan ve a Judas irse, y no puede creer lo que está viendo. Y mientras la mente de Juan está agitando la increíble noticia de que Judas es un traidor, y que ahora mismo pudiera estar haciendo su necia obra, escucha a Jesús decir: "Ahora es glorificado el Hijo del Hombre”. Y es lanzada otra roca sobre las agitadas aguas de su mente. ¡Gloria! ¡Ahora! ¡Judas! ¡Traición! ¡Gloria! Y este debe haber sido uno de los momentos más emocionalmente cargados de la vida de Juan, las próximas palabras que escuchó fueron: "Hijitos [teknia, versículo 33a],
Hijitos, estaré con vosotros un poco más de tiempo. Me buscaréis, y como dije a los judíos, ahora también os digo a vosotros: adonde yo voy, vosotros no podéis ir. Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros. (Juan13:33–35).
Hijitos, voy a donde ustedes no puede ir. Les estoy dejando. Hasta ahora todos saben que ustedes son mis discípulos porque les ven siguiéndome por Judea y Galilea. Han puesto sus vidas en riesgo solo al identificarse conmigo. Pero ahora no estaré allí para que me sigan. La señal de que son discípulos míos ya no será que siguen mi presencia física. Así que les daré una nueva señal. Un nuevo mandamiento. Ámense unos a otros. Hijitos.
Llamados "hijitos"
Así que aquí Juan está con su corazón agitado por emociones en conflicto: Había comenzado la traición. La gloria de Dios iba a ser manifestada. Jesús les estaba dejando. Y, en su ausencia, lo que les uniría entre sí y con Jesús sería el amor unos a otros. Y en un momento de intensas y conflictivas emociones, Jesús usa una palabra muy singular, de afecto, y les llama "hijitos" (versículo 33).
¿Nos dice esto algo? Creo que nos dice que este momento en la vida del apóstol Juan fue tan profundo, tan conmovedor, y tan memorable, que dejó su marca aun años después, no solo en la escritura de esta historia, sino en toda su primera epístola (1ra de Juan). Y 1ra de Juan se refiere, por tanto, a nuestro primer y más autoritativo comentario sobre el nuevo mandamiento de Jesús.
Un comentario apostólico
Medite en unos pocos detalles. Esta palabra "hijitos" (teknia) aparece solo aquí en el Evangelio de Juan. Hubo otros lugares donde pudo usarse, como cuando Jesús llamó a los discípulos en Juan 21:5 "Hijos, ¿acaso tenéis algún pescado?" Pero, ésa es una palabra diferente (paidia). Solo aquí, Jesús llama "hijitos" a sus amigos.
Este no solo es el único lugar donde se usa esta palabra en Juan. Es el único lugar donde se usa en todo el Nuevo Testamento, excepto por un libro. La primera carta de Juan. Y allí es usada siete veces en cinco capítulos. Así como Jesús llamó a sus amigos "hijitos", la palabra se convierte en el nombre favorito para su rebaño: "hijitos". ¿Es una coincidencia? Quizás.
Pero piense en esto. En ninguna otra parte del Nuevo Testamento aparece el término "nuevo mandamiento" fuera de esta historia, excepto en las primera y segunda cartas de Juan. De todos los escritores del Nuevo Testamento solo Juan tomó este término.
Amados, no os escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, que habéis tenido desde el principio; el mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído. Por otra parte, os escribo un mandamiento nuevo, el cual es verdadero en El y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya está alumbrando (1 Juan 2:7–8).
Así que me pienso impulsado a creer que Juan fue profundamente conmovido y moldeado por este momento en la última cena. Y las conexiones con su primera carta me inclinan a pensar que el comentario más antiguo y autoritativo sobre el nuevo mandamiento en Juan 13:34-34, es lo que Juan dice sobre esto en su primera carta.
Aquí tenemos dos elementos impactantes sobre la forma en que Juan lidia con el nuevo mandamiento de Jesús.
El amor de Dios - nuestro modelo
Primero, en ningún lugar en alguna de sus cartas, Juan se refiere directamente al amor de Jesús por Sus discípulos. Así que nunca dice: "Ámense unos a otros como Jesús les amó". Siempre habla del amor de Dios por sus hijos; el amor del Padre. Cuando Jesús llega a esta escena, el énfasis es: Dios nos amó dándonos a Jesús. Y en lo relativo a quién debiera modelar nuestro amor, Juan no dice: amen como Jesús. Dice: "amen como Dios":
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros. (1ra de Juan 4:10–11).
¿Qué debemos hacer con esto? Lo que haré con es que esto es exactamente lo que esperaría que hablara el escritor del Evangelio de Juan. Mientras Juan recordaba ese momento en que ocurría la traición, cuando la gloria de Dios estaba a punto de resplandecer, en que Jesús les dejaba, y ordenaba el amor, lo que le vencía era el pensamiento: Yo estaba recostado sobre el hombro de Dios. Dios puso a Judas en movimiento. Dios estaba a punto de ser glorificado sobre la cruz. Dios nos dijo que nos amáramos como Jesús, es decir, como Dios.
Así que en su primera carta, Juan no está minimizando a Jesús cuando pone todo el enfoque en el amor de Dios en Jesús. Él es está exaltando a Jesús. Este Jesús que nos dio el nuevo mandamiento y nos dijo que nos amáramos unos a otros como Él nos amó, este Jesús, es Dios encarnado. Y Juan no pudo pasar por alto la verdad: Dios nos estaba amando allí, esa noche. Dios nos amó a la mañana siguiente. Cada acto de Jesús, el Hijo, era un acto de Dios el Padre. Juan no está diciendo que el amor de Jesús no sea importante, está diciendo que el amor de Jesús es el amor de Dios. Por tanto, cuando el nuevo mandamiento dice: como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros, quiere decir: como Dios les ha amado.
Así es como lo sabrán
Y aquí hay un segundo elemento impactante en el modo en que Juan maneja el nuevo mandamiento. Jesús dijo en el versículo 35: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros”. Juan meditó muy profundamente en la frase "mis discípulos" y en lo que debía ocurrir para que fueran conocidos. Y su conclusión fue que ser un discípulo significa ser, verdaderamente, alguien que nació de nuevo. Ser un discípulo no es solo estar externamente alineado con la iglesia cristiana o con un movimiento cristiano o un nombre cristiano, es ser milagrosamente transformados por el Espíritu, en personas con un nuevo corazón de amor por el Padre y por Jesús y por Sus seguidores (y, por supuesto, por Sus enemigos, pero el énfasis de Juan cae sobre sus hermanos creyentes, como mismo hizo Jesús aquí en Juan 13:34 - "que os améis los unos a los otros"). Y el amor es lo que le permite saber que esto ha ocurrido.
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. (1 Juan 4:7)
Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en muerte. (1 Juan 3:14)
En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano. (1 Juan 3:10)
El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. (1 Juan 4:8)
El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de tropiezo en él. (1 Juan 2:9-10)
O como dice Jesús en Juan 13:35: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros”. Todas las personas tendrán una buena evidencia de que ustedes han nacido de Dios y conocen a Dios y son hijos de Dios y están en la luz y ya no están en tinieblas. Las personas sabrán que usted es un verdadero discípulo de Jesús si ha recibido un nuevo corazón de confianza en Jesús y amor por Sus seguidores.
Incrustado en el llamado
No pongo la palabra "confianza" aquí solo porque sea lo correcto. La incluí porque cuando Juan pensó en el nuevo mandamiento, sabía que el nuevo mandamiento no era un mandamiento aislado a amar, sino un mandamiento incrustado en el llamado de Jesús a confiar en Él como el Cordero de Dios que quita el pecado para todo lo que necesitamos. Y lo sabemos porque Juan dijo en 1ra de Juan 3:23: "Y este es su mandamiento [singular]: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como Él nos ha mandado”.
En otras palabras, en la mente de Juan, los mandamientos de Jesús a creer en Él, y a amarnos unos a otros, son inseparables. Así que les llama un mandamiento. "Y este es su mandamiento [singular]: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como El nos ha mandado". Las personas no sabrán que usted es un discípulo de Jesús si hace profesión de fe en Jesús. Sino si declara abiertamente que es discípulo de Jesús (su Salvador, su Señor, su Tesoro), entonces su amor por los demás será decisivo para mostrar que usted es verdadero. ¿Es usted un verdadero creyente? ¿Es usted un verdadero discípulo? ¿Es Él verdaderamente su Tesoro? ¿Verdaderamente ha sido usted transformado por Jesús? Todos los sabrán "si os tenéis amor los unos a los otros" (Juan 13:35). Así que cuando Jesús dice en Juan 13:35: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros”, quiso decir: el amor confirma que la profesión de fe en Mí es real.
¿Qué hace que esto sea algo nuevo?
¿Por qué es que ese amor demuestra el discipulado? ¿Por qué es que cuando los discípulos se aman unos a otros hay una buena evidencia de que son verdaderos discípulos de Jesús? ¿Por qué es tan apremiante el amor unos a otros? La respuesta viene cuando meditamos en por qué Jesús dice que este es un nuevo mandamiento. Si vemos lo que hace que el mandamiento sea nuevo, veremos qué le hace ser un poder tan apremiante para demostrar nuestro discipulado, la verdadera fe en Jesús.
El mandamiento a amarnos unos a otros no es nuevo en y por sí. Levítico 19:18 dijo: "amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el Señor". Lo que parece ser nuevo es la manera en que debemos amarnos, es decir: como Jesús nos ha amado. Versículo 34b: "Que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros". Nunca antes el Hijo de Dios había venido al mundo y puesto Su vida por Su pueblo. Nunca había ocurrido antes. Nunca había ocurrido este grado de grandeza haciendo este grado de sacrificio. Esto es nuevo.
Así que Jesús solo está diciendo: Si ustedes imitan este tipo de sacrificio al amarse unos a otros, estarán cumpliendo la novedad de este mandamiento.
Más que una imitación
Si escuchamos lo que Juan dice en su primera carta, sobre lo que hace que este mandamiento sea nuevo, veremos que hay algo más ocurriendo en esa imitación. Así es como Juan lo expresa en 1ra de Juan 2:8:
Por otra parte, os escribo un mandamiento nuevo, el cual es verdadero en El y en vosotros [es verdaderamente nuevo en Jesús, y es verdaderamente nuevo en ustedes], porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya está alumbrando.
En otras palabras, lo que hace que este amor sea nuevo es la llegada de la gloria del Señor - la Luz del mundo- que un día cubrirá la Tierra como las aguas cubren el mar. Cuando el Mesías venga y traiga Su reino, "la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del Señor como las aguas cubren el mar" (Habacuc 2:14). Y Jesús es el Mesías. Su venida fue el amanecer del reino de Dios. Él fue la Luz del mundo. Y dijo (versículo 31) que esta noche sería glorificado en el Hijo del Hombre y Dios sería glorificado en Él. Esta noche, la Luz del mundo resplandecerá más brillante cuando ponga Su vida por Sus amigos.
Y entonces, Juan dice en el siguiente versículo (1ra de Juan 2:9-10): "El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz". En otras palabras, lo que hace que el amor de los discípulos entre sí sea algo nuevo - y que por ello sea nuevo el mandamiento- es que ellos no solo están copiando la luz, ellos están en esta luz. Ellos están en el amor de Jesús. Así es como Juan ve la novedad de este amor.
Jesús dijo: "Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos" (Juan 15:13). Eso es lo que sucedió esa noche y la mañana siguiente. Y Juan dice que lo que hace que sea algo nuevo - y lo que hace que el mandamiento sea nuevo- es que este amor fue la llegada de la Luz de Dios, la gloria de Dios que al final de los tiempos llenará la Tierra. Y el mandamiento de amarnos unos a otros como Jesús nos amó, no era principalmente un mandamiento de imitación, sino un mandamiento de participación. Juan dice: "El que ama a su hermano, permanece en la luz". Cuando nos amamos unos a otros en obediencia al nuevo mandamiento, estamos amándonos unos a otros con el amor de Jesús. Su amor está siendo perfeccionado en nuestro amor. Esto no es, esencialmente, una imitación, sino una manifestación. Nuestras vidas están en Jesús, en la Luz, y nuestro amor es Su amor.
Amando con Su amor
Jesús regresa a este detalle en Juan 15, y aclara el significado: "Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como yo os he amado. Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos" (Juan 15:12-13). Sí. ¿Y cómo amamos así? Juan 15:9. "Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor".
Esta es nuestra novedad. Este es el nuevo mandamiento. "Que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros". Sí. Pero no lo hagan copiando mi fruto, sino conectándose con Mi vid. Ustedes no me imitan, principalmente. Ustedes participan. Su amor unos por los otros no es una simulación del mío, sino una manifestación del mío. Ustedes son las ramas. Yo soy la vid. Si permanecen en mí pueden llevar fruto, y demostrar que son mis discípulos (Juan 15:8). Así es como todos sabrán que verdaderamente son mis discípulos.
Así que el amor que tenemos unos por otros demuestra que somos verdaderamente discípulos de Jesús porque esto es solo posible cuando estamos injertados en la vida y el amor de Cristo. Amamos como fuimos amados, porque amamos con Su amor.
¡Por tanto Bethlehem, "hijitos míos"! - durante estos días cruciales, en estos históricos días en la vida de nuestra iglesia, esto es lo que Jesús nos pide hacer. "Que como yo os he amado Bethlehem, así también os améis los unos a los otros". Desciendan y sirvan como serví yo al lavar los pies, sírvanse unos a otros. Depongan sus vidas, sus privilegios, háganlo unos por los otros. Amen a sus hermanos y hermanas atravesando las barreras étnicas y raciales. Amen al más débil y al más anciano y al más joven. Amen al discapacitado. Amen al solitario conflictivo. Es verdad que cuando usted ama no puede expiar el pecado de otra persona. Pero aun así puede hacer algo similar, porque "el amor cubre multitud de pecados" (1ra de Pedro 4:8). ¡Cuán bendecida es la iglesia -especialmente la iglesia en transición- que ama de esta forma!