¿A quién ama más Dios?
Transcripción de audio
Antes de que entraras en escena, antes de que el universo fuese creado, Dios ya era santo – infinitamente valioso, incomparable y absolutamente único- y Él lo sabía. Esto le agradaba y lo atesoraba, porque es sabio y justo, y una persona justa valora lo que es más valioso.
Por lo tanto, antes de que entraras en escena, Dios valoraba a Dios por encima de todas las cosas. Veía sus mismas perfecciones alumbrando a su propio e infinitamente glorioso Hijo. Él amaba a su Hijo y el Hijo amaba al Padre y el Espíritu Santo, de manera poderosa y personal, irradiaba entre el Padre y el Hijo. Y antes de que entraras en escena, había gozo en esta realidad.
Y luego llegaste tú. Y te diré algo: nada cambió. Dios no se volvió idólatra cuando creó al hombre, poniéndolo en el lugar de Dios. Dios no adora al hombre. Dios adora a Dios. ¿O acaso le negarías el mayor gozo del universo? Pero mi generación no te dijo eso. Te criamos en el egocentrismo. Te enseñamos un evangelio de la autoestima que cura enfermedades, y pusimos a Dios en la periferia, como si fuera un medio para tu autoexaltación.
Y, por eso, hay una gran barrera –hay una gran barrera aquí. Mi generación se ha fallado a sí misma y te ha fallado a ti de muchas formas. No eres el centro de los valores de Dios; la gloria de Dios es el centro de sus valores. No eres el centro de su obra redentora; magnificar a Cristo en tu vida es el centro de su obra redentora. Tú no eres el tesoro del evangelio; Dios es el tesoro del evangelio.
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