Transcripción de audio
La gloria de Dios es un gran asunto en las Escrituras. Y eso lo convierte en un gran asunto para nosotros aquí en Deseando a Dios. He aquí unas cuantas maneras en las que, a lo largo de los años, el pastor John ha descrito la importancia de la gloria de Dios.
Él dijo cosas como esta: “La vindicación de la gloria de Dios es el fundamento de nuestra salvación, y la exaltación de la gloria de Dios es la meta de nuestra salvación”. En otro lugar dijo: “La gloria de Dios es la meta de todas las cosas”. En otro lugar: “La gloria de Dios es la meta unificadora de la historia”. En otro: “La gloria de Dios es la fuente y la suma de todo el gozo pleno y duradero”. Y así sucesivamente.
Estas son palabras fuertes. Pero ¿qué es exactamente la gloria de Dios? ¿Qué queremos decir con eso? Es una pregunta que el pastor John buscó responder en su sermón “A Él sea la gloria para siempre”, predicado el 17 de diciembre de 2006. Aquí tenemos un fragmento de lo que dijo:
Haciendo lo imposible
Definir la gloria de Dios es imposible, digo, porque se parece más a la palabra “belleza” que a la frase “pelota de baloncesto”. De modo que si alguien dice que nunca ha oído hablar de una pelota de baloncesto, que no sabe qué es una pelota de baloncesto y dice: “Define una pelota de baloncesto”, eso no sería difícil de hacer para ti.
Usarías tus manos y dirías: “Bueno, es como una cosa redonda hecha de cuero o goma y de unos veintidós o veinticinco centímetros de diámetro y la inflas. La inflas para que quede bastante dura. Y luego puedes hacerla rebotar de esta manera y puedes lanzarla a la gente y correr mientras lo haces. Y también está este aro al final. Solía ser una cesta. Y tratas de lanzar la pelota a través del aro, y por eso se llama baloncesto”. Con esto tendrían una muy buena idea de lo que es. Podrían identificar una pelota y diferenciarla de un balón de fútbol soccer o de fútbol americano.
No puedes hacer eso con la palabra “belleza”. Hay algunas palabras en nuestro vocabulario con las que podemos comunicarnos, no porque podamos decirlas, sino porque las vemos. Podemos señalar. Si señalamos suficientes cosas, vemos suficientes cosas juntas y decimos: “Eso es, eso es, eso es”, podríamos obtener un sentido común de la belleza. Pero si tratas de definir “belleza” con palabras, sería muy, muy difícil.
Apuntando a la gloria
Lo mismo con la palabra “gloria”. Entonces, ¿cómo lo haré? Hay que intentarlo porque no podemos simplemente dejar que las personas lo averigüen por su cuenta. Así que esta es la forma en la que voy a tratar de hacerlo. Voy a tomarla y contrastarla bíblicamente con la palabra “santo” y preguntarme: “¿Cuál es la diferencia entre la santidad de Dios y la gloria de Dios?”. Al hacer eso, creo que entenderemos un poco de la naturaleza de este término, la gloria de Dios. Así pues, esa es la forma en que voy a tratar de hacerlo.
Pienso que la santidad de Dios es que en Su perfección, grandeza y valor, Dios está en una clase aparte. Su perfección, Su grandeza y Su valor son de una categoría tan distinta y separada —nos han enseñado que “santo” significa “separado”— que Él está en una clase por Sí solo. Tiene infinitas perfecciones, infinita grandeza e infinito valor.
Su santidad es lo que Él es como Dios que nadie más es. Es Su cualidad de perfección que no se puede mejorar, que no se puede imitar, que es incomparable, que determina todo lo que Él es y no está determinado por nada que no esté fuera de Él. Significa Su valor infinito, Su valor intrínseco, infinito, Su valía intrínseca, infinita.
Ahora bien, cuando Isaías 6:3 dice que los ángeles están clamando: “Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos” —lo siguiente que dicen es esto— “llena está toda la tierra de Su” —y puede que hayas esperado que dijeran santidad. Pero no dicen santidad. Dicen gloria.
Intrínsecamente santo, intrínsecamente santo, y toda la tierra está llena de Su gloria, de la cual llego a una definición diciendo que la gloria de Dios es la belleza manifiesta de Su santidad. Es hacer pública Su santidad. Es la forma en que Él pone Su santidad en exhibición para que la gente la perciba. Así pues, la gloria de Dios es su santidad manifestada.
Escucha esta palabra de Levítico 10:3. Dios dice que Se mostrará santo entre los que están cerca de Él y que será glorificado ante todo el pueblo. “Como santo seré tratado”, dice. “Y en presencia de todo el pueblo” —dicho de otra manera— “seré glorificado”. Así que, ver, comprender y tener en cuenta Su santidad y, en cierto sentido, percibirla, es ver la gloria y, por lo tanto, glorificarlo.
Definiendo lo imposible
Así que he aquí un intento de definición. La gloria de Dios es la belleza infinita y la grandeza de las multiformes perfecciones de Dios. La belleza infinita —y me estoy centrando en la manifestación de Su carácter, Su valor y Sus atributos— cuando se ven, todas Sus perfecciones y grandezas son hermosas, y hay muchas de ellas. Por eso utilizo la palabra “multiforme”.
Aquí está en otra frase. La gloria de Dios es la belleza infinita y grandeza de Sus multiformes perfecciones.
En el mismo sermón, el pastor John concluyó así:
Los cielos están declarando la gloria de Dios (Salmo 19:1). ¿Qué significa eso? Significa que Él nos está gritando. Él grita con nubes. Él grita con la extensión azul. Él grita con oro en los horizontes. Grita con galaxias y estrellas. Está gritando: “Soy glorioso. Abre tus ojos. Es así, solo que es mejor si Me conoces”.
Y, la Biblia dice: “Santo, Santo, Santo, es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria” (Isaías 6:3, LBLA). Si tuvieras ojos para ver en esta sala, verías la gloria de Dios en todas partes. Necesitamos ojos. Necesitamos ojos más que nada. El dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo en el evangelio (2 Corintios 4:4-6).
Así que pregunto: “¿La ves? ¿La amas?”. Fuiste hecho para esto. En lo profundo de tu corazón, si eres una persona totalmente desinteresada sentada aquí, deseando solo que termine el servicio, llegará un día, y espero que sea esta noche, en que se raspe lo suficiente de la costra para que digas: “Estoy hecho para esto. Existo para verlo. Todo apunta a eso. Toda la gloria que pensé que era tan atractiva va hacia allí. Todo esto son cáscaras y cenizas. Él tenía razón. La Biblia tenía razón. Jesús tenía razón”.
Espero que no sea demasiado tarde cuando eso te suceda.