¿Pueden los cristianos estar deprimidos?
El siguiente contexto es una transcripción editada del audio.
¿Estar deprimido significa que hay algo mal con nuestra esperanza?
Todo cristiano que lucha con la depresión está luchando por mantener su esperanza clara. No existe nada malo con el objeto de su esperanza, ya que no hay ninguna manera en que Jesucristo sea deficiente. Pero la visión desde el corazón cristiano que está en lucha por su esperanza objetiva puede oscurecerse por enfermedad, dolor, presiones de la vida y por los feroces dardos que Satanás dispara contra él.
Todos tenemos que luchar de la misma manera, poniendo las formas en que vemos a Cristo y sus promesas en claro cada hora de cada día.
Todo desanimo y depresión se relaciona con el oscurecimiento de nuestra esperanza y necesitamos alejar de nosotros esas nubes y luchar como locos por ver claramente cuan precioso es Cristo.
¿Esto significa que debemos de ayudarnos unos a los otros para ver a Cristo, verdad?
Así es. Parece ser que cuando una persona esta en momentos de dificultad, ya sea en la familia, iglesia o en un grupo pequeño, hay otra persona a la que se le da fortaleza. El punto de eso es que el cuerpo trabajará unido y el fuerte ministrará al débil. Luego los papeles pueden verse cambiados la siguiente semana o mes y el que fue débil se vuelve fuerte para ayudar al otro que ahora es débil.
La debilidad puede ser psicológica, espiritual o física. Pero la fortaleza debe de fluir entre nosotros de un lado a otro. Conforme salimos del desánimo debemos ministrar a otros.
Esto es exactamente lo que dijo Pablo en 2 Corintios 1:4 donde habla acerca de confortar a otros cuando con el consuelo con el cual se ha sido consolado por Dios. Dios dispone que una persona camine por el valle, encuentre consuelo en él, salga, de la vuelta, se dirija al inicio del valle y ayude a otras personas a caminar por el mismo valle con el mismo consuelo que descubrió allí.
Perdemos algunas de nuestras mayores bendiciones cuando no resistimos a través de las dificultades que se presentan en nuestras familias o en nuestra iglesia. Dios tiene cosas que enseñarnos a través de la dificultad que no aprenderemos si huimos de ella cada vez que se nos presente.