Tu vida de oración es mejor de lo que piensas
Parece que nadie ora con la frecuencia o el fervor que le gustaría. Los cristianos de mi entorno, incluyendo el que escribe este artículo, a menudo consideran que sus vidas de oración son decepcionantes y desalentadoras.
Y me entusiasmó encontrar algo de ánimo para la oración de alguien que muchos podrían pensar que era poco probable: Juan Calvino. Calvino puede ser más conocido por su severa (y bíblica) evaluación de la humanidad que por sus charlas motivacionales, pero dado el desaliento que todos sentimos por nuestras oraciones, necesitamos todo el ánimo que podamos obtener.
Muchas canciones congregacionales son oraciones
Así es como nos anima (tomado de sus Instituciones 3.20.31): Calvino considera que las canciones congregacionales son oraciones cantadas. Cantar, en el sentido que él le dio, es un medio para lograr un fin: no es necesariamente algo que los asistentes a la iglesia hacen tanto como una forma en la que hacen algo.
Considera este paradigma. Piensa en esa canción de adoración que te encanta cantar. Es una oración de adoración cantada. Piensa en un himno clásico que te recuerda la fidelidad de Dios. Esa es una oración cantada de acción de gracias. Piensa en ese maravilloso coro nuevo donde declaras tu intención de vivir para Dios. Es una oración cantada de dedicación. Piensa en esa canción alegre amada por el ministerio estudiantil de tu iglesia. Es una oración cantada de deleite y celebración.
Claro, no todas las canciones pueden ser oraciones cantadas. Las canciones que se cantan a otros creyentes se describen mejor como exhortaciones cantadas. Otras canciones pueden ser declaraciones de creencias (credos) cantadas o incluso canciones testimoniales narrativas. Pero muchas de las canciones que te encanta cantar en la iglesia son oraciones cantadas.
Así pues, Calvino diría que si amas cantar a Dios, amas orar. Eso es alentador.
Cómo el canto ayuda a orar
Calvino continúa explicando cuatro maneras en que el canto ayuda a nuestras oraciones. Primero, cantar nuestras oraciones nos ayuda a unir nuestra iglesia reunida. Calvino escribe que las oraciones públicas cantadas son notables porque “con una sola voz, por así decirlo, con la misma boca, todos glorificamos a Dios juntos”. Cuando toda una congregación canta oraciones corporativas, esto anima al creyente individual. Calvino escribe: “Hacemos esto abiertamente, para que todos los hombres mutuamente, cada uno de su hermano, pueda recibir la confesión de fe y ser invitado y motivado por su ejemplo”.
Segundo, cantar nuestras oraciones ayuda a enfocar nuestros pensamientos errantes. ¡Qué bueno fue Dios al acomodar nuestros procesos mentales descarriados dándonos la música! Las palabras y la canción, escribe Calvino, “ayudan a la intención humana, que es frágil y fácil de desviar si no se confirma en toda forma, y mantienen sus pensamientos enfocados en Dios”.
En tercer lugar, el canto ayuda a avivar nuestros afectos que se marchitan. Calvino creía que los afectos sinceros y de corazón eran esenciales para una adoración aceptable. Él escribe: “A menos que la voz y la canción, si están interpuestas en la oración, surjan de un profundo sentimiento del corazón, ninguno tiene ningún valor o beneficio en lo más mínimo para con Dios”. Cantar, como lo sugieren tanto la evidencia científica como la anecdótica, nos ayuda a activar nuestras emociones. Cuando las melodías ascienden, nuestros corazones ascienden con ellas. La repetición puede sonar inusual en nuestra habla normal, pero las canciones pueden repetir la letra para permitir que nuestros corazones mediten y sientan una verdad particular más profundamente.
Cuarto, cantar nuestras oraciones nos ayuda a involucrar todo nuestro cuerpo. Cantar involucra a un asistente a la iglesia más que estar sentado, escuchando pasivamente. Calvino argumenta: “La gloria de Dios debe, en cierta medida, brillar en las diversas partes de nuestro cuerpo… tanto a través del canto como a través del habla”. Cantar llama a una congregación a activar las cuerdas vocales y las lenguas, los diafragmas y los pulmones. Y esto nos apunta hacia la relación profunda entre música y movimiento. Calvino escribe que las expresiones corporales durante la oración (incluida la oración cantada) “son ejercicios mediante los cuales tratamos de elevarnos a una mayor reverencia hacia Dios” (3.20.33).
Así que, este fin de semana, al reunirnos para la adoración, recordemos que los líderes de la adoración no están simplemente dirigiendo un tiempo de canto. Están guiando a nuestra iglesia en oración. Y mientras adoras a tu Dios y confiesas tu fe en la canción, anímate a llevar esas oraciones cantadas a tu casa y usarlas en la lucha de la fe.