No estás esclavizado a tu pasado
El cristianismo significa que el cambio es posible: un cambio profundo y fundamental. Es posible llegar a ser tierno de corazón cuando solías ser cruel e insensible, es posible dejar de ser dominado por la amargura y la ira, y es posible convertirse en una persona cariñosa sin importar nuestros antecedentes.
La Biblia asume que Dios es el factor decisivo en hacer de nosotros lo que debemos ser. Con una franqueza maravillosa, la Biblia dice “Sea quitada toda malicia y sed amables” (ver Efesios 4: 31-32). No dice “Si podéis . . .”, ni “Si vuestros padres fueron amables con vosotros . . .”, ni “Si no fuiste terriblemente maltratado o abusado . . .”, dice “Sed amables”.
Es maravillosamente liberador. Nos libera del terrible fatalismo que dice que el cambio es imposible, y nos libera de los puntos de vista mecanicistas que declaran que nuestros antecedentes son nuestros destinos.
Mandamientos con poder
Si estuviera encarcelado y Jesús entrase a mi celda y me dijese: “Abandona este lugar esta noche”, podría estar aturdido, pero si confiara en su bondad y poder, sentiría una oleada de esperanza porque la libertad es posible. Si Él lo ordena, puede cumplirlo.
Si es de noche y la tormenta está embravecida y las olas rompen en el muelle, y el Señor viene a mí y dice: “Zarpa mañana por la mañana”, entonces hay un estallido de esperanza en la oscuridad. Él es Dios. Él sabe lo que hace. Sus mandamientos no son palabras desechables.
Sus mandamientos siempre vienen con una verdad a creer que es liberadora y cambia la vida. Por ejemplo: “Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros [eso es el mandamiento], así como también Dios os perdonó en Cristo [eso es la verdad que cambia la vida]. Sed, pues, imitadores de Dios [mandamiento], como hijos amados [verdad que cambia la vida], y andad en amor [mandamiento], así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma [verdad que cambia la vida]” (Efesios 4:32–5:2, LBLA).
Hay un poder que cambia la vida en las verdades de este texto. Reflexionemos mientras oramos por ese poder para cambiarnos.
1. Dios nos adoptó como sus hijos.
Tenemos un nuevo Padre y una nueva familia. Esto rompe las fuerzas fatalistas de nuestra “familia de origen”. “No llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos” (Mateo 23:9).
Una vez escuché a un joven citar Hebreos 12:10-11 con lágrimas de profunda convicción y enorme gozo porque le aseguraron que no estaba condenado a pensar en Dios en términos de su abusivo padre terrenal: “Porque ellos [nuestros padres terrenales] nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia”.
Ellos hicieron esto . . . pero Él hace aquello. Esto es una verdad que cambia la vida. Podemos conocerla, creerla, y ser cambiados por ella, sin importar la clase de padres terrenales que tengamos. Dios se revela en su palabra para revolucionar nuestro pensamiento acerca de su paternidad. No estamos condenados a pensar según nuestra antigua categorización si nuestra crianza fue defectuosa.
2. Dios nos ama como sus hijos.
Nosotros somos “hijos amados”. El mandamiento de imitar el amor de Dios no pende en el aire; viene con poder: “Sed imitadores de Dios como hijos amados”. “¡Amad!” es el mandamiento y “ser amado” es el poder.
3. Dios nos ha perdonado en Cristo.
Sed amables y perdonadores como Dios en Cristo os perdonó. Lo que Dios hizo por nosotros se convierte en el poder para cambiar. Él nos perdonó. Eso abre una relación de amor y un futuro de esperanza. Y ¿acaso la amabilidad no fluye de un corazón abrumado por ser amado inmerecidamente y estar seguro eternamente? El mandamiento de tener un corazón amable tiene más que ver con lo que Dios ha hecho por nosotros que con lo que nuestro padre o madre nos hicieron. No estamos esclavizados a nuestro pasado.
4. Cristo te amó y se entregó a sí mismo por ti.
“Andad en amor, así como también Cristo os amó”. El mandamiento de caminar en amor viene con la verdad que cambia la vida de que somos amados. En el momento que hay una oportunidad de amar, y una voz nos dice, “No eres una persona cariñosa”, podemos decir “El amor de Cristo por mí me convierte en una nueva clase de persona. Su mandamiento de amar es posible con la misma seguridad que su promesa de amor por mí es verdadera”.
Mi súplica es que resistamos el fatalismo con todas nuestras fuerzas – mejor aun, con todas las fuerzas de Dios. El cambio es posible: persigámoslo hasta que seamos perfeccionados en la venida de Cristo.