Por qué Dios busca tu gozo
¿Por qué Dios está tan ansioso por derramar su bendición eterna en seres como nosotros?
Es una pregunta que no muchos de nosotros nos hacemos. La vida suele presentarse difícil y estresante y nos deja cegados frente a las bendiciones actuales de Dios, por lo cual tendemos a pasar por alto sus promesas sobre nuestro futuro. Perdemos de vista la bondad de Dios.
El pueblo de Dios, cuando estuvo cautivo en el exilio babilónico, enfrentó este reto a gran escala. Su hermosa ciudad, Jerusalén, era ahora un montón de piedras destrozadas. Su templo estaba quemado y en ruinas (Isaías 64:11-12). Al ver los escombros, es probable que las esperanzas y los sueños del pueblo de Dios exiliado no fueran más allá de imaginar el regreso a casa para tener la oportunidad de reconstruir la ciudad.
Isaías 60
Sin embargo, en el mundo destruido del pueblo del pacto con Dios, Isaías 60 traza una imagen deslumbrante de las promesas y las futuras bendiciones de Dios. El pueblo exiliado podría haber sido feliz con nuevas paredes alrededor de la antigua Jerusalén, pero Dios prometió una nueva creación.
Las imágenes de su promesa son contundentes. Así como la oscuridad que una vez cubrió una tierra desordenada y vacía fue llena de luz en la primera creación (Génesis 1:1-2), la oscuridad del pecado que ha caído sobre la tierra y que se sentía en lo profundo de los huesos del pueblo exiliado será destruida por la luz de esta ciudad renovada en una nueva creación (Isaías 60:1-2).
Todas las promesas de Isaías 60 brillan irradiando de esta luz. No solo la ciudad será reconstruida, sino que esta nueva Jerusalén se convertirá en la ciudad que vive las 24 horas del día, los 7 días de la semana, que nunca duerme; será el epicentro mundial de viajes, de riqueza global y de alabanza cósmica a Dios. Será una ciudad preciosa habitada por el pueblo hermoseado de Dios.
Allí, el pueblo de Dios será majestuoso y se regocijará para siempre. Se convertirá en “gozo de generación en generación”. Serán adornados de oro, decorados en belleza, y vivirán en paz.
Más allá de la imaginación
Detrás de todas estas promesas estaba la promesa más impresionante e inimaginable de todas: el sol quedará obsoleto mientras da paso a la manifestación de la gloria de Dios, su “luz perpetua”, que iluminará esta ciudad para siempre. En la presencia radiante de Dios, cesarán todas las penas. Todos los pecados serán suprimidos; todos los enemigos, derrotados. El pueblo de Dios poseerá esta nueva tierra para siempre sin peligro de exilio. Nada amenazará ni opacará su felicidad.
Estas promesas imponentes superaron por mucho todas las expectativas humanas de los creyentes exiliados en Babilonia. Ninguno de ellos podría haber imaginado una Jerusalén renovada parecida a las imágenes de esta Nueva Jerusalén (imágenes que presagian la nueva creación de Apocalipsis 21).
Isaías 60 es bendición tras bendición que caen como cascada y dan a luz una humanidad integralmente plena y floreciente. Es casi imposible de creer.
¿Por qué?
Esto nos lleva al planteo que hicimos al principio: ¿Por qué? ¿Por qué Dios haría promesas tan gloriosas a su pueblo exiliado (o que acaba de salir del exilio)? ¿Por qué los adornaría con riquezas y les prometería gozo eterno y paz para siempre?
La respuesta está en Isaías 60:21:
Entonces todos los de tu pueblo serán justos;
para siempre poseerán la tierra,
vástago de mi plantío,
obra de mis manos,
para que yo me glorifique.
Esa es la respuesta: “para que yo me glorifique”, o “será la obra de mis manos que manifestará mi poder” (TLA).
Como dice Jonathan Edwards: “Todas las promesas anteriores [de Isaías 60] son mencionadas simplemente como las tantas partes que componen la grande y rebosante felicidad del pueblo de Dios; y la gloria de Dios es mencionada como el fin de Dios, o la plenitud de su designio en esta felicidad”.
Todo lleva a esto. A Dios le encanta deslumbrar a sus hijos con bendiciones que van más allá de su imaginación porque eso magnifica su propio valor. Cuando el pueblo de Dios sea hecho feliz eternamente, Dios se verá glorioso eternamente. Todos sus planes y promesas tienen como finalidad última destacar su majestuosidad.
El dador de gozo que busca su gloria
Nuestro gozo eterno en Dios destaca su belleza, o para decirlo de una forma que nos gusta repetir: Dios es más glorificado en nosotros cuando nosotros estamos más satisfechos en él. Este es el dulce propósito por el cual existimos. Es por esto que Dios está tan ansioso por bendecirnos más allá de lo que podemos imaginar y para siempre.
“El hombre fue creado ‘para glorificar a Dios y disfrutarlo para siempre’”: eso es lo que escribió C. S. Lewis sobre la meta única de nuestro propósito en la eternidad, y sigue diciendo: “Si eso puede describirse mejor como estar enamorado, o como ser parte de una orquesta que toca una gran pieza a la perfección, o como surfear una ola, o como explorar incesantemente un país maravilloso o leer una historia magnífica una y otra vez, ¿quién sabe?”.
Así es. ¿Quién puede catalogar todas las alegrías que Dios ha planificado para nosotros? Lewis fue lo bastante sabio para dejar el asunto allí y anticipar una eternidad de lo que Dante llamó simplemente la “intoxicación de la risa universal”.
Cualquiera sea la bendición esplendorosa que está por venir, superará nuestros pensamientos más descabellados. Porque Dios será glorificado en ella.