Cuando la voluntad de Dios es que no se haga su voluntad

Meditaciones sobre 1 Samuel 2:22-25

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Founder & Teacher, Desiring God

1 Samuel 2:22-25 (LBLA)

Elí era ya muy anciano; oyó todo lo que sus hijos estaban haciendo a todo Israel, y cómo se acostaban con las mujeres que servían a la entrada de la tienda de reunión, y les dijo: “¿Por qué hacéis estas cosas, las cosas malas de que oigo hablar a todo este pueblo? No, hijos míos; porque no es bueno el informe que oigo circular por el pueblo del Señor. Si un hombre peca contra otro, Dios mediará por él; pero si un hombre peca contra el Señor, ¿quién intercederá por él?” Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque el Señor quería que murieran.

Era demasiado tarde para los hijos de Elí. Habían cruzado la línea sin retorno. La sentencia había sido dada. Ellos debían ser muertos por el Señor. Y fueron muertos, según 1 Samuel 4:11. Hay tres implicaciones de este texto para nuestras vidas.

1. Es posible pecar por tanto tiempo y tan gravemente que el Señor no conceda el arrepentimiento. Es por eso que Pablo dijo que después de todas nuestras súplicas y enseñanzas: “Si acaso Dios les da el arrepentimiento” —no “Dios les dará el arrepentimiento” (2 Timoteo 2:25). Hay un “demasiado tarde” en la vida de pecado. Como se dice de Esaú en Hebreos 12:17: “Pues no halló ocasión para el arrepentimiento, aunque la buscó con lágrimas”. Fue desechado; no podía arrepentirse.

Esto no significa que aquellos que verdaderamente se arrepienten después de toda una vida de pecar no puedan ser salvos. ¡Ciertamente pueden serlo, y lo serán! Dios es asombrosamente misericordioso. Contemplemos al ladrón en la cruz: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). Jesús dijo: “al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera” (Juan 6:37). Pero nadie sabe dónde está el punto sin retorno. El factor decisivo no es un número determinado de años de pecado o un tipo de pecado particular. Sólo Dios conoce cuándo se cruza la línea en el caso de cada persona. Este es un llamado para apresurarse a reconciliarse con Dios (Hebreos 3:15), y un llamado a estar vigilantes contra el pecado deliberado y prolongado (Hebreos 10:26).

2. Dios puede no permitir que una persona pecadora haga lo que es correcto. “Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque el Señor quería que murieran”. El escuchar la voz de su padre era lo correcto. Pero no lo hicieron. ¿Por qué? “Porque el Señor quería que murieran”. La razón por la que no obedecieron a su padre era que Dios tenía otros propósitos para ellos, y los había entregado al pecado y a la muerte. Esto demuestra que hay momentos en que la voluntad del decreto de Dios es diferente a la voluntad del mandamiento de Dios. Él ordenó: “Hijos, obedeced a vuestros padres”. Pero en este caso Él quería que, en lugar de obedecer, ellos persistieran en su pecado y fueran muertos. Dios no está pecando en esta voluntad de decreto. Él está ordenando las cosas para que el pecado continúe para propósitos santos y justos, lo cual no es pecado de parte de Dios.

3. A veces nuestras oraciones para que se haga la voluntad revelada de Dios no se harán porque Dios ha decretado algo diferente con propósitos santos y sabios. Supongo que Elí oró para que sus hijos cambiasen. Así es como debió haber orado. Dios ordenó que los hijos obedecieran a sus padres. Así que debemos orar para que obedezcan. Pero Dios había decretado que Ofni y Finees no obedecieran, sino que fuesen muertos. Cuando algo así sucede (lo cual normalmente no sabemos con antelación) mientras clamamos a Dios por un cambio, la respuesta de Dios no es: “No te amo”. Ni tampoco es: “No te escucho”. Ni siquiera es: “No apruebo tus oraciones”. ¡Sí las aprueba! La respuesta es (aunque no podamos escucharla): “Tengo propósitos sabios y santos en no superar este pecado y no conceder el arrepentimiento. Ustedes no ven estos propósitos ahora. Confíen en Mí. Sé lo que estoy haciendo. Los amo”.

Sometido a Dios,

El Pastor John