Problemas: El mejor amigo de la fe

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Founder & Teacher, Desiring God

“Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” — Santiago 1:2-3 (LBLA)

La prueba de la fe a través de tribulaciones produce aguante [paciencia]. ¿Qué es lo contrario del aguante? Bueno, supongo que lo opuesto del “aguante” es el “agotamiento”. Cuando la fe no aguanta, se agota. Así que si no queremos que se agote, necesitamos algunas pruebas, ya que Santiago dice que son las pruebas las que “producen paciencia”.

Es extraño. La mayoría de nosotros diría que la fe perdura a pesar de las pruebas, no por causa de las pruebas. La mayoría pensamos que la fe se ve amenazada cuando viene el problema. Normalmente no atribuimos la duración de la fe al problema que esta enfrenta. Pero paciencia significa duración. Santiago dice que la fe perdura, la fe aguanta, porque se enfrenta a problemas y amenazas.

Es extraño. Podríamos estar dispuestos a decir que la fe se vuelve más profunda o más fuerte por medio de las pruebas. Pero eso no es lo mismo que decir que la fe aguanta debido a las pruebas. Es como decir que un corredor de maratón es capaz de terminar la carrera porque lo siguen empujando. ¿Algún corredor diría que su capacidad para aguantar hasta el final de una carrera es reforzada por el número de personas que lo derriban?

Quizás. Supongamos que hubiese un corredor al que le encantasen las las flores. Está ahí, corriendo a la cabeza del grupo cuando de repente se deja llevar por la belleza de un jardín de rosas junto al Lago Calhoun. Olvidando la carrera y la recompensa de la corona, empieza a salirse del camino y a oler las flores. Pero de repente, de la nada, alguien (¡!) lo golpea y cae de espaldas. Duele tanto que se olvida de oler rosas. De pronto se da cuenta de que la carrera continúa y que solo los que terminan obtendrán un premio. Y se levanta y corre.

Si esto llega a suceder varias veces, algún reportero deportivo ingenioso podría escribir un artículo diciendo, “¡Oye, amante de las rosas, ten por sumo gozo cuando te derriban, porque eso produce aguante —¡Eres el único corredor en el maratón que terminó la carrera porque algún ‘aficionado’ continuó derribándolo!”

Tal vez somos nosotros, los corredores, los extraños. No Dios.

¿Podría ser que la doctrina de sanidad, riqueza y prosperidad de nuestros días sea enemiga de la fe porque enseña que el mejor amigo de la fe es su enemigo?

Rumbo a la meta contigo,

El Pastor John