Reflexiones sobre la Enmienda Matrimonial en Minnesota
El 21 de Mayo de 2011, la Enmienda Matrimonial propuesta en Minnesota fue aprobada por la Cámara de los Representantes con votos 70 a 62. Esto significa que el tema será puesto en las boletas electorales de las elecciones de 2012.
Si la enmienda es aprobada en Noviembre del año que viene, el Artículo XIII será modificado para incluir estas palabras, "Sólo la unión entre un hombre y una mujer será válida o reconocida como matrimonio en Minnesota.
La cuestión presentada ante los votantes será: "¿Debería la Constitución de Minnesota ser enmendada para disponer que sólo la unión entre un hombre y una mujer sea válida o reconocida como matrimonio en Minnesota?"
Aquí hay algunos pensamientos arraigados en mi fe cristiana, convicciones bíblicas que pueden ayudarte a analizar este tema. Espero que ayuden.
1. No existe tal cosa como el así llamado "matrimonio homosexual".
Excepto en una oración como esta, no considero que deberíamos usar el término "matrimonio homosexual" o "matrimonio entre personas del mismo sexo". Pienso que en nuestro hablar diario, deberíamos decir "el llamado matrimonio homosexual" o "el llamado matrimonio entre personas del mismo sexo". Yo instaría a políticos, pastores y personas a adoptar este simple hábito.
La razón para esto es que ante los ojos de Dios, simplemente no hay tal cosa como el así llamado "matrimonio homosexual". No existe. No puede ser traído a existencia por deseos o decisiones o el lenguaje o la ley. Dios ordenó el matrimonio con las palabras: Dejará el hombre a su padre y a su madre , y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". (Génesis 2:24). El matrimonio es la unión de un hombre con una mujer en un pacto como esposo y esposa que durará toda la vida.
Lo humanos no crean ni definen el matrimonio. Dios lo hace. No todos los humanos creen esto. Pero los que sí lo creen, no deberían usar el término "matrimonio" para referirse a cualquier otra clase de relación aparte de la que Dios ordena.
2. Las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son pecado.
Cuando la relación humana con Dios fue rota en los comienzos de nuestra raza, incontables cosas buenas fueron rotas, incluyendo lo bueno de la sexualidad. Cuando el eje vertical de nuestra existencia fue desordenado, el eje horizontal fue desordenado.
Existen muchas expresiones trágicas de este desordenamiento en la esfera de la sexualidad. Por ejemplo, narcisismo, exhibicionismo, bestialidad, pornografía, fornicación, adulterio, abuso, coerción. Todos nosotros estamos "rotos" sexualmente de alguna u otra manera y en necesidad del perdón y la misericordia sanadora que sólo viene a través de Jesucristo.
Una de las expresiones de este desorden horizontal de nuestra sexualidad son los deseos homosexuales: Miles de personas decentes y morales, incluyendo cristianos, encuentran este desorden en sus deseos. Muchos no lo quieren, pero está ahí.
[Nosotros, los humanos] cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador... Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aún sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza; y de igual manera también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos. (Romanos 1: 25-27)
Esto no significa que cada persona que se encuentra con deseos homosexuales en su corazón se lo ha acarreado a sí mismo por cambiar a Dios por la mentira. Algunas de las personas que más honran y exaltan a Dios pueden encontrar en sí mismos profundos desórdenes.
El punto de Pablo es que, en términos generales entre la raza humana, un deseo desordenado por Dios ha resultado en un deseo desordenado por las personas. El deseo homosexual es una forma de ese desorden. Existen otras.
Como en el caso de otros deseos desordenados, Dios prohíbe que demos rienda suelta a los deseos homosexuales. Por ejemplo, el apóstol dice, "¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones ". (1 Corintios 6:9)
Por lo tanto, la práctica de la homosexualidad es un pecado. Y podemos ver por este mismo verso que el adulterio heterosexual también es un pecado. Ambos pecados son la indulgencia de deseos sexuales desordenados. Los hombres no deben desear a otro hombre o a la esposa de otro hombre. Por lo tanto, Dios prohíbe que actuemos de acuerdo a esos deseos.
Al saber cuán profunda es nuestra dependencia de la misericordia de Dios para el perdón de nuestros pecados, y la sanidad de nuestra particular debilidad, los cristianos deberíamos ser tardos para la ira y prontos a la compasión. Jesús no consentía el pecado, pero era compasivo con los pecadores de corazón contrito. Desde la cruz incluso oró por sus soberbios adversarios: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). Joe Hallett, quien murió de SIDA en 1997, me ayudó a comprobar cómo la convicción y la compasión vienen juntas. Oro para que esta notable y rara combinación impregne la comunidad cristiana mientras el debate sobre el matrimonio continúa.
3. No todos los pecados deberían ser proscritos por la ley humana, pero algunos sí.
Casi todos están de acuerdo de que hay acciones poco éticas que no deberían ser ilegales, y otras que sí. Casi todos están de acuerdo que el robo y el homicidio son acciones inmorales que deberían ser proscritas por la ley humana. Si la vida y la propiedad no son protegidas por la ley, el vivir en sociedad se convierte en algo virtualmente imposible.
Pero dónde marcar la línea en dónde las acciones inmorales se convierten en ilegales es un llamado a juicio que en nuestro sistema es hecho por legisladores electos. Es un muy buen sistema que equilibra la libertad de la conciencia humana (Lucas 12:57; 2 Corintios 5:11; Hechos 17:11) con los derechos del gobierno de hacer leyes y usar la fuerza (Romanos 13:1-4)
Por ejemplo, mirar pornografía no debería ser prescrito por la ley humana. De seguro, el uso lujurioso de pornografía deshonra el diseño de Dios para la sexualidad, daña las relaciones hombre-mujer, y corrompe la capacidad de la persona para tener afectos santos. Es pecado. Pero no debería ser proscrito por la ley humana.
Algunas de las razones serían: 1) sin un fundamento común de santidad bíblica, la definición precisa de lo que aceptable mirar enredaría a nuestros legisladores en disputas sin sentido; 2) la privacidad del acto haría la ley virtualmente inaplicable; y 3) el modo indirecto en que las personas son heridas hace que sea inviable manejar la ley con la adecuada proporción. Entonces, hay muchos comportamientos pecaminosos que no deberían ser ilegales.
4. El significado legal del matrimonio hace necesaria una definición estatutaria.
Es claro que algunas leyes son necesarias en relación al matrimonio. El lugar más claro en el que esto puede ser visto es en relación con los hijos. La unión sexual en el matrimonio generalmente produce hijos. El matrimonio crea la demanda mutua de los padres de tener el derecho de criar sus hijos. Estos derechos parentales deben ser protegidos por la ley a causa de la realidad del secuestro y a causa de los conflictos sobre la custodia que aparecen mediante el divorcio.
Hay muchas otras leyes relacionadas al matrimonio, como las leyes de herencia, y los derechos de las parejas casadas de tener propiedades o presentar los impuestos de rentas juntos, etcétera. El inevitable significado legal del matrimonio hace imperativo que haya una clara definición estatutaria de lo que éste es.
5. Es sabio que nuestras leyes definan el matrimonio como entre un hombre y una mujer.
Esto no es porque la práctica homosexual o relaciones entre personas del mismo sexo deban ser detenidas legalmente. Más bien, es porque no deberían ser sancionadas legalmente. El asunto no es si las uniones entre personas del mismo sexo son permitidas o no, sino si son institucionalizadas. El asunto no es si toleramos las relaciones homosexuales o no, sino si construimos en ellas como fundamento para la sociedad. El asunto no es si prohibimos un pecado en particular, sino si ordenamos la aprobación social de ese pecado. El asunto no es si obstruimos un comportamiento pecaminoso, sino si lo incluimos en nuestras leyes.
No estoy creando un caso para la persecución legal de la práctica homosexual. Tampoco defendería la persecución legal de la inmoralidad heterosexual. Pero crearía un caso contra la institucionalización de la fornicación, o contra convertirlo en un ladrillo de la sociedad, o contra ordenar su aprobación, o contra incluirlo en nuestras leyes. Una cosa es tolerar el pecado. Otra cosa es construir la sociedad sobre él.
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Que Dios tenga misericordia de nosotros. Las leyes no son nuestro salvador. Necesitamos un gran despertar a la verdad y gloria de Jesucristo mucho más de lo que necesitamos una enmienda matrimonial. Nuestra esperanza yace en la obra de Jesús por nosotros en la cruz, y en nosotros por su Espíritu. Sé agradecido por leyes y valientes servidores políticos, pero vive por el evangelio y la gloria de Cristo. (Marcos 8:35).