Piensa profunda y claramente

Una meditación sobre 2 Timoteo 2:7

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Founder & Teacher, Desiring God

2 Timoteo 2:7 (LBLA)
Considera [piensa] lo que digo, y el Señor te dará entendimiento en todo.

Timoteo: Espera un minuto, Pablo. Me dices que piense, ¿pero, acaso el órgano de nuestro pensamiento, no está caído y es poco fiable?

Pablo: Sí, tu mente está caída y es falible. Sí, es propensa a errores de auto-justificación. Pero Cristo está en el negocio de “renovar la mente” (Romanos 12:2, Efesios 4:23). ¿Crees que hay alguna parte no-caída de ti que puedas sustituir por tu mente? Cada una de nuestras partes es caída y depravada. No puedes apartarte de pensar hacia alguna otra facultad del conocimiento que sea segura y sin mancha. Toma nota, Timoteo: ¡incluso al plantear la objeción contra el pensar estás pensando! No puedes escapar de la necesidad de pensar. El llamado de Dios es a hacerlo bien.

Timoteo: Pero, Pablo, no quiero convertirme en un intelectual frío e impersonal.

Pablo: Hay peligro en ambos lados, Timoteo. Está el conocimiento frío, y está el celo candente “no conforme a conocimiento” (Romanos 10:2). Pero el pensar no tiene por qué enfriar tu celo. De hecho, en mi vida, el ejercicio vigoroso de mi mente en las cosas espirituales me hace hervir por dentro, no congelarme. Tienes razón en no querer ser “impersonal”. Eso ocurre cuando se enfatiza el pensamiento hasta excluir el sentimiento por las personas; y la razón se exalta por encima del amor. Pero nota esto, Timoteo: el abandono del pensamiento es la destrucción de las personas. Sí, hay más en las relaciones personales que el simple pensamiento, pero son menos humanas sin él. Dios honró Su imagen en nosotros cuando dijo: “Venid ahora, y razonemos” (Isaías 1:18). ¿Debemos hacer menos?

Timoteo: Pero, Pablo, ¿no debería simplemente tomarte la palabra y no hacer tantas preguntas? Eres un apóstol, y hablas por Dios.

Pablo: ¿Tomar qué, Timoteo?

Timoteo: Tus palabras, lo que dices en tus cartas.

Pablo: ¿Te refieres a las marcas negras en el pergamino?

Timoteo: No. Lo que representan. Ya sabes. Lo que significan.

Pablo: ¿Cómo sabes a qué me refiero, Timoteo?

Timoteo: Leo lo que escribes.

Pablo: ¿Quieres decir que pasas tus ojos por las marcas negras del pergamino?

Timoteo: No, yo . . . pienso en ello. Me pregunto cómo encajan las palabras y las oraciones. Busco lo que significan.

Pablo: Correcto, Timoteo. El pensar y hacer preguntas es la única manera de que entiendas alguna vez lo que quiero comunicar en mis cartas. Y, o lo haces mal, o lo haces bien. Así que “no seas niño en la manera de pensar, sino sé niño en la malicia, pero maduro en la manera de pensar” (1 Corintios 14:20). Como dijo el Maestro, “astutos como serpientes, e inocentes como palomas” (Mateo 10:16).

Timoteo: Pero, Pablo, ¿no me volveré arrogante y jactancioso si descubro cosas por mi cuenta usando mi mente?

Pablo: Timoteo, nunca has descubierto y nunca descubrirás nada “por tu cuenta”. Y lo sabrías si hubieras pensado más profundamente en lo que dije. Lo que dije fue: “Considera [piensa] lo que digo, y el Señor te dará entendimiento en todo”. ¡El Señor, Timoteo, el Señor! “De Él, por Él, y para Él, son todas las cosas. ¡A Él sea la gloria!” (Romanos 11:36). Él es la base y el objetivo de todo pensamiento. Así que piensa, Timoteo. ¡Ciñe tu mente y piensa!

Orando el Salmo 119:66 contigo,

El Pastor John