Las oraciones que más necesitan nuestros adolescentes
Por un periodo corto de nuestro viaje como padres, mi marido y yo nos sentimos como si intentáramos llevar las riendas de un caballo desbocado. Las peleas diarias sobre toques de queda y espacio personal ocuparon el lugar de las conversaciones cordiales y risas en la mesa. Lamentamos esta pérdida y buscamos qué palabras usar en nuestras oraciones por nuestra vida en familia en lo que parecía haberse convertido en una zona de guerra.
Intentamos mantenernos firmes ante la presión con alta carga hormonal para aflojar los estándares bíblicos de santidad en el hogar mientras que a la vez negociamos con la presión de las decisiones inminentes de qué carrera hacer y a qué universidad ir; y todo esto nos llevó a ponernos de rodillas. Pero en un tiempo en que la oración debería haber sido un sustento crucial, me di cuenta de que no confiaba en mis propias oraciones por mis hijos adolescentes.
¿Podía acaso saber qué pedirle a Dios cuando realmente yo misma no estaba segura de mis motivos? ¿Cómo puede una madre pedirle ayuda a Dios para llevar las discusiones diarias sin caer en salmos imprecatorios?
Oración en la olla a presión
Como soy de mentalidad práctica, mis oraciones para la gente que quiero mayormente se limitan a mis preocupaciones del día a día. Aun así estoy aprendiendo a aceptar las oraciones que Dios nos da en su palabra, las cuales tienen una importancia mucho más duradera que lo que normalmente suelo incluir en mis oraciones.
La oración de Jesús por sus discípulos en Juan 17 viene de la olla a presión de sus últimas horas en la tierra. En un contexto oscuro y desolador de traición y angustia mental, fue capaz de decir con palabras sus anhelos más profundos para sus queridos amigos. Después de tres años de ministerio intenso, de amar y liderar a una banda de discípulos rebeldes (que eran jóvenes adultos también), Jesús derramó palabras de esperanza para su futuro. Su oración iba más allá del impacto inmediato de tocar al mundo que todavía necesita contemplar su gloria desesperadamente.
Decir las palabras de Jesús cuando oro por mis hijos alza mis ojos más allá de cada necesidad inmediata para ver las preocupaciones mayores y más urgentes que Jesús dijo para sus seguidores de todos los tiempos: aquellos que estuvieron con Él en la última cena y los que se sientan en la mesa a cenar con nosotros hoy.
1.Señor, son tuyos.
"He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; eran tuyos y me los diste. . . . Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque son tuyos” (Juan 17:6,9, LBLA)
Jesús era consciente de que cada uno de sus fieles discípulos era un regalo de Dios. Lo dijo en voz alta mientras se preparaba para dejarlos, confiando en que el poder santificador de la palabra de Dios les guardaría (Juan 17:17).
Llevar a nuestros hijos a Dios cuando son pequeños era relativamente fácil en comparación con la tarea de confiarlos al cuidado de Dios ahora que llevan las llaves del coche en el bolsillo y están tomando sus primeras decisiones financieras. "Señor, este chico es tuyo y tu amor por él es más perfecto y puro que el mío". Reconocer esto es un paso importante para llegar a tener paz en el corazón. El poder de la palabra y del Espíritu siguen en acción y no se ven reducidos por mi miedo o mi falta de fe.
2.Señor, haznos uno.
"Padre santo, guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, para que sean uno, así como nosotros" (Juan 17:11)
Jesús nació en un mundo dividido. Las interacciones entre judíos y gentiles que caracterizaron la Palestina del primer siglo se pintaron en el lienzo de la ocupación romana. Jesús escogió a doce discípulos cuyas ideologías iban de fanático político a recaudador de impuestos profesional, y su oración por la unidad entre creyentes aún resuena en las líneas divisorias étnicas y raciales de hoy en día. Dios nos llama a ser uno en los bancos de la iglesia y en nuestro hogar.
Teniendo en cuenta la independencia creciente y la naturalidad con la que se alejan nuestros adolescentes, sigo orando por que nuestra unidad familiar permanezca ilesa ante la diferencia de opiniones, la política, la distancia geográfica y los horarios; pido que Jesús nos una a pesar de las diferencias y la distancia.
También hay una unidad interna o integridad que puede parecer elusiva, pero es crucial para la formación espiritual de un joven adulto. El filósofo danés Søren Kierkegaard define la pureza de corazón como la habilidad de "querer una sola cosa", y pido a Dios que para mis jóvenes adultos creyentes, esa "sola cosa" sea para la gloria de Dios.
3.Señor, aléjalos del mal.
"No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno” (Juan 17:15)
En una noche oscura cuando el enemigo parecía llevar ventaja, Jesús pidió protección sobre aquellos a los que ama. Jesús sabía que para que esto fuera eficaz requeriría un contacto íntimo con el mundo y todos sus líos, pero Él puso su confianza en el poder de Dios, el cual los mantendría puros, fieles y sin mancha.
Un momento de falta de atención, una crítica que se escapa, falta de discreción por falta de madurez: hay miles de formas en que un adolescente puede caer ante el enemigo de forma involuntaria. (Y también es bastante probable que sea voluntaria).
En vez de dejar que mi imaginación se invente situaciones escalofriantes, intento seguir el consejo de Paul Miller en el libro "Una vida de oración". "Cuando llevamos nuestra angustia a Dios, descubrimos que acabamos orando de forma continua". No es un mal método para sobrevivir a los años de adolescencia.
4.Señor, dame tu gozo.
"Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo para que tengan mi gozo completo en sí mismos" (Juan 17:13)
Siendo consciente de que los discípulos andaban cortos de gozo, Jesús pidió que lo buscaran en el sitio correcto. El odio del mundo no puede apagar el gozo de Dios.
Hay adolescentes que pueden tener acceso a buena higiene, internet de alta velocidad y antibióticos y aun así estar crónicamente insatisfechos con la vida. La frase típica de John Piper: "Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él" forma parte de mis oraciones por mis hijos. Jesús dedicó su vida a representar la gloria de Dios de la forma correcta (Juan 17:4), y el mayor gozo de mis hijos se encontrará también en trabajar con Dios en el cumplimiento de su voluntad para su gloria.
5.Señor, hazlos santos.
"Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad". (Juan 17:17)
Mientras nos aferramos a las riendas, mientras pedimos sabiduría para proveer raíces y alas para nuestros hijos, es un alivio saber que también podemos soltar a nuestros adolescentes para que persigan de forma independiente la verdad a través de la palabra de Dios. Las preguntas que traen a la mesa que hacen que nos atragantemos con la carne mientras tanteamos una respuesta, son una buena señal de que el proceso interno está ocurriendo en su mente.
Pide que el Espíritu Santo use versículos que tus hijos memorizaron cuando eran pequeños. Enséñale a tu hijo literatura cristiana clásica y tus predicaciones favoritas que harán que el tiempo en la mesa sea un banquete lleno de verdad.
Cuando los padres oramos con la Biblia abierta, las palabras de las Escrituras se envuelven en los deseos de nuestro corazón y nos dan las palabras que nosotros mismos no tenemos. Jesús termina su oración ofreciéndose a sí mismo, totalmente entregado a la voluntad del Padre. Quizás esto es lo que más necesitan nuestros hijos: padres con un firme empeño en seguir a Dios. No lo haremos de forma perfecta, pero el progreso hacia el discipulado, aunque con tropiezos, nos coloca en el mismo camino que nuestros hijos, y ¡qué gozo es poder hacer este viaje juntos!