El motivo de la creación
Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Génesis 1:27)
Dios hizo a los seres humanos a su imagen para que el mundo estuviera lleno de reflectores de Dios. Imágenes de Dios. Siete mil millones de estatuas de Dios, para que así nadie ignore el motivo de la creación.
Nadie (a menos que estuviera totalmente ciego) podría pasar por alto el propósito de la humanidad: Dios. Conocer, amar y mostrar a Dios. Los ángeles daban voces en Isaías 6:3, diciendo: «Santo, Santo, Santo, es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria». Está llena de millones de seres humanos que llevan su imagen. Ruinas gloriosas.
Pero no solo de humanos. ¡También de naturaleza! ¿Por qué un mundo increíblemente bello para que vivamos? ¿Por qué un universo tan vasto?
Una vez leí que son más las estrellas del universo que las palabras y sonidos que todos los seres humanos de todos los tiempos han emitido. ¿Por qué? La Biblia es absolutamente clara al respecto: «Los cielos proclaman la gloria de Dios» (Salmos 19:1).
Alguien podría preguntar: «Si la Tierra es el único planeta habitado y el hombre es el único habitante racional entre las estrellas, ¿para qué un universo tan grande y vacío?». La respuesta es esta: no se trata de nosotros. Se trata de Dios. Y decir solo eso, es quedarse corto.
Dios nos creó para que lo conozcamos y lo amemos y lo demos a conocer; y nos dio un indicio de cómo es él —el universo—.