Diez razones por las cuales es incorrecto matar a bebés aún no nacidos

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Founder & Teacher, Desiring God

Esta no es una defensa de la humanidad de los bebés aún no nacidos. Es un argumento que propone que si los bebés no nacidos son seres humanos, entonces no deben ser abortados. Hay algunas personas a favor del aborto que creen que los bebés aún no nacidos son seres humanos. Sin embargo, hay doctores que realizan abortos de manera regular porque creen que tomar una vida inocente, aunque trágico, es justificable a la luz de las circunstancias difíciles a las que se enfrentan la madre y el bebé. Algunos de esos doctores desean ser cristianos y bíblicos y no consideran que su práctica sea incorrecta. He escrito este breve ensayo para animar a esos doctores a reconsiderar su posición.

1. Dios mandó: “No matarás” (Éxodo 20:13).

Estoy consciente de que la Biblia aprueba ciertas matanzas. La palabra hebrea traducida “matar” en Éxodo 20:13 es rahaz. Se usa 43 veces en el Antiguo Testamento hebreo. Siempre implica una matanza violenta y personal, que en sí es un asesinato o que se condena como un asesinato. Nunca se usa para describir la matanza en una guerra o (con la posible excepción de Números 35:27) en una ejecución judicial. Más bien, se preserva una clara distinción entre “dar muerte” legalmente y “asesinar” ilegalmente. Por ejemplo, Números 35:19 dice: “El vengador de sangre, él mismo dará muerte al asesino; le dará muerte cuando se encuentre con él.” La palabra “asesino” proviene del hebreo rahaz, prohibido en los Diez Mandamientos. La frase “dará muerte” proviene de una palabra hebrea general que podría describir ejecuciones legales.

Cuando la Biblia habla acerca de matanzas justificables, lo que generalmente tiene en mente es que Dios comparte algunos de Sus derechos con la autoridad civil. Cuando el estado actúa en su capacidad de preservador de la justicia y la paz, ordenado por Dios, el mismo tiene el derecho de “llevar la espada”, tal como enseña Romanos 13:1-7. Ese derecho del estado siempre debe ser ejercitado para castigar el mal, nunca para atacar al inocente (Romanos 13:4).

Por lo tanto, “No matarás” continúa siendo una clara y resonante acusación a la matanza de bebés inocentes que aún no han nacido.

2. La destrucción de la vida humana que ha sido concebida—sea vida embriónica, fetal o viable—es una agresión contra la singular obra de Dios al crear personas.

¿Podemos decir algo basados en las Escrituras acerca de lo que ocurre cuando una vida es abortada en el vientre? Considere dos textos. El Salmo 139:13 (RVR 1960) dice: “Porque tú formaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi madre.”

Lo mínimo que podemos extraer de este texto es que la formación de la vida de una persona en el vientre es la obra de Dios. “Tú” en este versículo se refiere a Dios. Además, podemos decir que la formación de la vida en el vientre no es meramente un proceso mecánico, sino algo relacionado con la analogía de tejer o enlazar: “[Tú] me hiciste en el seno de mi madre.” Dios teje la vida de los bebés aún no nacidos, y lo que Él está tejiendo es un ser humano a Su imagen, diferente a cualquier otra criatura en el universo.

El otro texto, menos conocido, está en el libro de Job. Job está protestando, pues él no ha rechazado la petición de ninguno de sus siervos, aunque en esa cultura muchas personas pensaban que los siervos no eran personas, sino solo propiedad. Observe cuidadosamente la forma en que Job argumenta.

Job 31:13-15 dice: “13) Si he menospreciado el derecho de mi siervo o de mi sierva cuando presentaron queja contra mí, 14) ¿qué haré cuando Dios se levante? Y cuando Él me pida cuentas, ¿qué le responderé? 15) ¿Acaso el que me hizo a mí en el seno materno, no lo hizo también a él? ¿No fue uno mismo el que nos formó en la matriz?”

El versículo 15 nos da la razón por la cual Job sería culpable si tratara a su siervo como alguien menos que un ser humano igual a él. El asunto realmente no es que uno de ellos pudo haber nacido libre y el otro en cautiverio. El asunto inicia antes del nacimiento. Cuando Job y sus siervos estaban siendo formados en el vientre, la persona clave que estaba obrando era Dios. Esa es la premisa del argumento de Job.

Así que tanto el Salmo 139 como Job 31 destacan a Dios como el Obrero principal—Aquel que nutre, forma, teje, crea—durante el proceso de gestación. ¿Por qué es eso importante? Es importante porque Dios es el único que puede crear a una persona. Las madres y los padres pueden contribuir óvulos sin personalidad y espermatozoides sin personalidad, pero solo Dios puede crear a una persona independiente. Así que cuando las Escrituras enfatizan que es Dios quien principalmente nutre y forma dentro del vientre, están recalcando que lo que está ocurriendo en el vientre (es decir, la formación de una persona) es la singular obra de Dios. Desde el punto de vista bíblico, la gestación es la singular obra de Dios formando a una persona.

Yo diría que podemos debatir incesantemente en cuanto a qué causa que una persona esté “completa”. Pero pienso que podemos decir lo siguiente con gran confianza: lo que está ocurriendo en el vientre es la singular obra de Dios formando a una persona, y solo Dios sabe cuán profunda y misteriosamente la creación de una persona está entretejida en la formación de un cuerpo. Por lo tanto, es arbitrario e incierto asumir que en cualquier momento, mientras esa persona es tejida, su destrucción no es una agresión en contra de los derechos de Dios, el Creador.

Expresado de manera positiva: la destrucción de la vida humana que ha sido concebida—sea vida embriónica, fetal o viable—es una agresión contra la singular obra de Dios al crear personas. El aborto es una agresión contra Dios, no solo contra el hombre. Dios está obrando singularmente en el vientre desde el momento de la concepción. Ese es el claro testimonio del Salmo 139:13 y de Job 31:15.

3. Abortar a seres humanos aún no nacidos se clasifica como “derramar sangre inocente”, una constante prohibición bíblica.

La frase “sangre inocente” se menciona cerca de 20 veces en la Biblia. El contexto siempre es la condenación de aquellos que derraman esa sangre, o la advertencia de no derramarla. La sangre inocente incluye la sangre de niños (Salmo 106:38). Jeremías lo coloca en el contexto de los refugiados, las viudas y los huérfanos: “Así dice el SEÑOR: 'Practicad el derecho y la justicia, y librad al despojado de manos de su opresor. Tampoco maltratéis ni hagáis violencia al extranjero, al huérfano o a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar’” (22:3). Seguramente, la sangre de bebés aún no nacidos es más inocente que cualquier sangre que sea derramada en el mundo.

4. La Biblia frecuentemente expresa la alta prioridad que Dios atribuye a la protección, provisión y vindicación de los miembros más débiles, más indefensos y más victimizados de la comunidad.

Vez tras vez leemos acerca del extranjero, la viuda y el huérfano. Tales personas están al cuidado especial de Dios y deberían estar al cuidado especial de Su pueblo.

“Al extranjero no maltratarás ni oprimirás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. (¡Y todos vosotros fuisteis bebés en el vientre una vez!) 22 A la viuda y al huérfano no afligiréis. 23 Si lo afliges y él clama a mí, ciertamente yo escucharé su clamor, (como la sangre de Abel clamó a nuestro Dios desde la tierra, Génesis 4:10) 24 y se encenderá mi ira y os mataré a espada, y vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos” (Éxodo 22:21-24).

“Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su santa morada” (Salmo 68:5).

“Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. 4 Rescatad al débil y al necesitado; libradlos de la mano de los impíos” (Salmo 82:3-4).

“Matan a la viuda y al extranjero, y asesinan a los huérfanos. Y dicen: El SEÑOR no lo ve, ni hace caso el Dios de Jacob. Él ha hecho volver sobre ellos su propia iniquidad, y los destruirá en su maldad; el SEÑOR, nuestro Dios, los destruirá” (Salmo 94:6-7, 23).

5. Al pronunciar que vivir de manera trágica y difícil es un mal peor que tomar la vida de alguien, las personas a favor del aborto contradicen la extensa enseñanza bíblica de que Dios ama mostrar Su bondadoso poder a través del sufrimiento y no solo a través de ayudar a las personas a evitar el sufrimiento.

Esto no significa que debemos buscar el sufrimiento para nosotros mismos y para otros. Significa que el sufrimiento es generalmente representado en la Biblia como el estado, necesario y ordenado por Dios, aunque no agradable a Él, de este mundo caído (Romanos 8:20-25; Ezequiel 18:32), y especialmente la porción necesaria de todos aquellos que han de entrar al reino (Hechos 14:22; 1 Tesalonicenses 3:3-4) y que han de vivir piadosamente (2 Timoteo 3:12). Este sufrimiento nunca es visto meramente como una tragedia. También es visto como un medio para profundizar nuestro crecimiento en Dios, fortalecernos en esta vida (Romanos 5:3-5; Santiago 1:3-4; Hebreos 12:3-11; 2 Corintios 1:9; 4:7-12; 12:7-10) y transformarnos en algo glorioso en la vida por venir (2 Corintios 4:17; Romanos 8:18).

Cuando las personas a favor del aborto razonan que abortar es el menor mal, comparado con las dificultades que acompañan la vida, están creyéndose más sabios que Dios, quien nos enseña que Su gracia es capaz de realizar asombrosas hazañas de amor a través del sufrimiento de aquellos que viven actualmente.

6. Justificar el aborto y consolarse por el hecho de que todos esos pequeños bebés irán al cielo, o porque les será dada una vida adulta plena en la resurrección, es un pecado de presunción.

Esta es una esperanza maravillosa cuando el corazón está roto, penitente y en busca de perdón. Pero es una maldad justificar el aborto basándose en el feliz resultado eterno que tendrá aquel que fue asesinado. Esta misma justificación podría ser usada para defender la matanza de niños de un año de edad, o de cualquier creyente que va rumbo al cielo, de hecho. La Biblia hace las siguientes preguntas: “¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde?” (Romanos 6:1) y “¿[Haremos] el mal para que venga el bien?” (Romanos 3:8). En ambos casos, la respuesta es un resonante NO. Es una osadía colocarse en el lugar de Dios e intentar asignar lugares en el cielo o el infierno. Nuestro deber es obedecer a Dios, no jugar a ser Dios.

7. La Biblia nos manda a rescatar a nuestro prójimo que está siendo llevado a la muerte injustamente.

“Libra a los que son llevados a la muerte, y retén a los que van con pasos vacilantes a la matanza. 12 Si dices: Mira, no sabíamos esto. ¿No lo tiene en cuenta el que sondea los corazones? ¿No lo sabe el que guarda tu alma? ¿No dará a cada hombre según su obra?” (Proverbios 24 :11-12).

No hay razones científicas, médicas, sociales, morales o religiosas significativas para colocar a los bebés aún no nacidos en una categoría en la cual este texto no se aplique a ellos. Abortar a bebés aún no nacidos es un acto de desobediencia a este texto.

8. Abortar a bebés aún no nacidos cae bajo la reprensión de Jesús de aquellos que despreciaron a los niños, creyéndolos inconvenientes e indignos de la atención del Salvador.

“Y le traían aun a los niños muy pequeños para que los tocara, pero al ver esto los discípulos, los reprendían. 16 Mas Jesús, llamándolos a su lado, dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios” (Lucas 18:15-16). La palabra traducida “niños muy pequeños” en Lucas 18:15 es la misma palabra que Lucas usa para describir al bebé aún no nacido en el vientre de Elisabet en Lucas 1:41, 44.

“Y tomando a un niño, lo puso en medio de ellos; y tomándolo en sus brazos les dijo: 37 El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí, sino a aquel que me envió” (Marcos 9:36-37).

9. Es el derecho de Dios como Creador dar y tomar la vida de los seres humanos. No es nuestro derecho individual tomar esa decisión.

Cuando Job escuchó que todos sus hijos habían muerto en una casa que colapsó, se postró y adoró al Señor diciendo: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El SEÑOR dio y el SEÑOR quitó; bendito sea el nombre del SEÑOR” (Job 1:21).

Cuando Job se refirió a salir del vientre de su madre, dijo: “El SEÑOR dio”. Y cuando Job se refirió a la muerte, dijo: “El SEÑOR quitó”. El nacimiento y la muerte son derechos de Dios. Él es el Dador y el Tomador en la asombrosa cuestión de la vida. Nosotros no tenemos el derecho de hacer decisiones individuales acerca de este asunto. Nuestro deber es cuidar lo que Él nos da y usarlo para Su gloria.

10. Finalmente, la fe salvadora en Jesucristo trae perdón de pecados, limpieza de conciencia, ayuda a lo largo de la vida y esperanza para la eternidad. Rodeado por tal amor omnipotente, cada seguidor de Jesús es librado de la codicia y el temor, los cuales podrían tentarle a olvidar estas verdades a fin de obtener dinero o de evitar ser reprochado.

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Mi oración es que cualquier persona involucrada en la práctica del aborto pueda considerar estas cosas muy seriamente, y pueda orar pidiendo la fe y la valentía para defender la vida y amar a Jesucristo. Nosotros en la Iglesia Bautista Bethlehem estamos listos para hablar más acerca de estos asuntos y orar con y por usted mientras busca la fortaleza para seguir a Jesús.