Diez razones para escuchar las preguntas antes de contestarlas
Meditación sobre Proverbios 18:13
El que responde antes de escuchar, cosecha necedad y vergüenza.
Es arrogante contestar antes de escuchar. La humildad no presume saber con antelación y de forma precisa lo que una persona pregunta hasta que haya terminado de formular la pregunta. Cuántas veces me he precipitado y he llegado a una conclusión errónea por enunciar una respuesta sin antes escuchar la pregunta completa. A menudo, las últimas palabras de la pregunta cambian totalmente el significado de la frase y nos hacen dar cuenta de que la pregunta no se trata de lo que pensamos en un principio.
Es grosero contestar una pregunta formulada a medias. ”Grosero” es un término muy significativo para los cristianos. Significa ser “maleducado o descortés”. La palabra que usa el Nuevo Testamento con el mismo sentido es aschëmonei. Se utiliza en 1 Corintios 13:5, donde algunas versiones más modernas traducen: “el amor [...] no se comporta con rudeza”. Sin embargo, las versiones más tradicionales, como la versión Reina Valera 1960 en español y la antigua versión King James en inglés, dicen que el amor “no hace nada indebido”. Eso quiere decir que el amor no solo cumple con estándares morales absolutos, sino que también tiene en cuenta normas culturales, hábitos y costumbres. ¿Qué es ser educado? ¿Qué es ser cortés? ¿Qué es tener buenos modales? ¿Qué es hacer lo correcto? ¿Qué es el buen gusto? ¿Qué es lo más adecuado? El amor no es indiferente a esas cuestiones: por medio de ellas expresa con humildad que desea el bienestar de las personas. Un acto de cortesía es, por ejemplo, escuchar con atención una pregunta antes de responderla.
Contestar una pregunta después de escucharla por completo expresa honra y respeto hacia la persona que pregunta. Demuestra que consideramos que sus palabras son importantes. Presumir que podemos finalizar la pregunta antes de que el interlocutor termine de hablar es menospreciar al otro.
Escuchar atentamente muchas veces nos revela que la pregunta tiene varios niveles de interpretación y que en realidad es más de una pregunta. Son muchas preguntas, todas entremezcladas en una. Cuando uno se da cuenta, puede desglosarla y responder cada parte, una por vez. No serás capaz de discernir estas sutilezas si te apresuras a contestar sin escuchar atentamente antes.
Una pregunta a veces revela presuposiciones con las que podemos estar en desacuerdo. Si intentamos responder la pregunta basándonos en nuestras propias presuposiciones, sin llegar a entender las presuposiciones del otro, entonces hay grandes probabilidades de que el otro no nos entienda. Si escuchamos con atención y permitimos que la persona termine la pregunta, entonces podremos diferenciar sus suposiciones de las nuestras. Así podremos conocer sus suposiciones antes de contestar. Ocurre muy a menudo que, cuando nos encontramos en esta situación, la respuesta se encuentra en la misma pregunta: en realidad solo se trataba de las diferencias profundas que hay entre los supuestos de una y otra persona.
Las preguntas por lo general acarrean actitudes además de contenido. Hay veces que la actitud nos dice mucho acerca de lo que la otra persona en verdad está queriendo preguntar; dice tanto como el contenido. De hecho, la actitud quizá nos deje entrever que, detrás de las palabras de la pregunta, hay otras cuestiones subyacentes. Cuando percibimos esto, no debemos tomar a la ligera las palabras, sino responder con seriedad, haciendo preguntas para averiguar si la actitud y las palabras de la pregunta se corresponden. En caso de que no sea así, preguntémonos: ¿cuál es la pregunta que el otro en realidad quiere que le contestemos?
Todas las preguntas se encuentran en un contexto que debemos conocer. Existen muchos pensamientos, circunstancias y sentimientos que quizás estén alimentando la pregunta subyacente que desconocemos o no entendemos. Si escuchamos con atención, eso nos ayudará a distiguir esos elementos. Puede ocurrir que en la pregunta haya una pista pequeña que nos informe sobre alguna circunstancia crucial que se esconde detrás de la pregunta. En el caso de que captemos esa pista —por estar escuchando con atención—, podremos darnos cuenta de cuál es ese asunto y podremos contestar la pregunta con mayor eficacia.
Las preguntas están formadas por palabras. Las palabras adquieren distintos significados, basados en las experiencias y la educación de cada persona. Dichas palabras quizá no tengan el mismo significado para el que realiza la pregunta y el que la escucha. Si quieres contestar a lo que en realidad te preguntan, entonces deberás escuchar con mucha atención. Cuando hay una posibilidad de que las preguntas tengan su origen en una comprensión diferente de una palabra, lo más sabio es hablar del significado que esas palabras tienen para nosotros antes de contestar la pregunta. He llegado a la conclusión de que, por lo general, basta con hablar sobre la definición que las palabras tienen para cada uno de nosotros para responder las preguntas.
Proverbios 18:13 dice que es necedad nuestra responder antes de escuchar; es decir, nos hace necios. Una de las razones por las que esto ocurre es que casi todas las respuestas apresuradas se basan en la idea de que ya sabemos todo lo que tenemos que saber. Pero eso es necedad. Nuestra actitud debería ser: ¿Qué puedo aprender de esta pregunta? El necio piensa que sabe todo lo que necesita saber.
Por último, Proverbios 18:13 dice que contestar antes de escuchar es nuestra “vergüenza”. Imagina que te dicen en público: “Mi mujer y yo hemos tenido problemas serios y nos preguntábamos…”, y lo interrumpes dando tu respuesta acerca de la importancia de la consejería y de la ayuda de los consejeros, pero es entonces cuando el otro dice: “Bien, en realidad, lo que iba a decir es que mi mujer y yo hemos tenido problemas serios y nos preguntábamos, ahora que terminamos con las sesiones de consejería y las cosas van mejor que nunca, ¿cómo nos sugieres que celebremos?”. Entonces te sentirás avergonzado por no escuchar antes de hablar.