Diez lecciones que aprendí de mi padre
1) Cuando las cosas no van como deberían, Dios siempre las arregla para bien.
Romanos 8:28 era tan importante como Juan 3:16 en nuestro hogar. “Para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”.
2) En Dios se puede confiar.
Él nunca murmuró en contra de la providencia de Dios, ni siquiera cuando Dios se llevó a mi madre a los 56 años. “En Dios he confiado; no temeré, ¿qué puede hacerme el hombre?” (Salmos 56:11, LBLA).
3) Las personas están perdidas y necesitan ser salvadas por la fe en Jesús.
Él era evangelista. Su ausencia de casa durante las dos terceras partes de mi vida indicaba una cosa muy importante. El infierno es real y terrible, y Jesús es un gran Salvador.
4) La vida es precaria, y preciosa. No presumas que la tendrás mañana y no la desperdicies hoy.
“Está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio” (Hebreos 9:27). “No te jactes del día de mañana, porque no sabes qué traerá el día”. (Proverbios 27:1).
5) Un corazón alegre hace bien como un remedio y Cristo es el gran Satisfactor del corazón.
Él es el hombre más feliz que he conocido. En un sermón llamado “Salvado; Seguro y Satisfecho”, dijo, “Él es Dios. Cuando crees completamente en Él tienes todo lo que Dios es y todo lo que Dios tiene. No puedes sino estar satisfecho con la perfecta plenitud de Cristo”.
6) Un cristiano es un gran Hacedor, no un gran No-hacedor.
Éramos fundamentalistas sin la actitud. Teníamos nuestra lista de cosas que no se debían hacer. Pero eso no era lo más importante. Dios era lo más importante. Y era todo lo que valía la pena.
7) La vida cristiana es sobrenatural.
La vida cristiana no es posible sin el Espíritu Santo, y Él viene en respuesta a la oración. No hay una noche en mi memoria en la que no orásemos todos juntos en familia cuando yo estaba creciendo.
8) La doctrina bíblica es importante, pero no hay que aporrear a la gente con ella.
Él se quejaba de las escuelas y las abuelas que dividen lo que la Biblia mantiene unido: “Habla la verdad con amor”. Verdad y amor. Un buen matrimonio. Mantengámoslo unido, hijo.
9) Respeta a tu madre.
Si deseabas ver a Papá enojado, bastaba con que yo hablara descaradamente a mi madre. “Hónrala” es lo que Dios ordena. Y Papá sabía el precio que ella había pagado para dejarlo ir.
10) Sé aquello para lo que Dios te ha destinado, y no otra persona.
Si eres de baja estatura, forma un equipo de fútbol llamado “Patatas pequeñas pero duras de pelar”. Él nunca me presionó para ser pastor. Busca la voluntad de Dios por encima de todas las cosas, hijo. Y sé aquello para lo que Dios te ha destinado.
Con profundo agradecimiento,
Johnny