¿Debemos decirles a los Niños que amen a Jesús?

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Founder & Teacher, Desiring God

A Spurgeon le preocupaba el énfasis en decir a los niños que amaran a Jesús en lugar de que confiaran en Jesús. Lo expresó de esta forma:

Muchos [distorsionan la doctrina de la justificación por fe] cuando tratan con los niños, y he notado que por lo general hablan a los pequeños acerca de amar a Jesús, y no de creer en Él. Esto tiene que dejar una impresión perjudicial sobre esas mentes jóvenes y las aleja del verdadero camino de paz. (Lectures to My Students (Lecciones a Mis Estudiantes), Vol. 2 1889, p. 270)

Es una preocupación legítima. La Confianza es algo más concretamente demostrable para los niños que el amor. A un niño pequeño se le puede decir que salte del cuarto escalón y que papá lo cogerá. “Confía en mi. Yo te cogeré.” Pueden entender eso incluso con dos años de edad.

De manera similar, un niño pequeño puede entender su aplicación a Jesús: Él siempre estará ahí para cuidar de ti. De hecho, una vez murió para salvarte y protegerte. Algún día entenderás eso mejor.

Pero no se puede mostrar tan fácilmente lo que significa amar a Jesús. Amar a Jesús conlleva mayor complejidad emocional. Incluye percibir las cualidades que hacen de Jesús una persona hermosa y excelente, digna de nuestra más alta admiración. Implica atesorar a Jesús por sus perfecciones que lo apartan de todos los demás. Esto no es algo fácil de comprender para un niño.

Amor en la Confianza

Enfatizar más el deber de un niño de amar a Jesús que la necesidad de confiar en Él puede provocar una distorsión del amor convirtiéndolo en un conjunto de acciones. Los niños están programados para traducir cualquier deber que perciben en acciones.

Pero eso no es amor. El amor está antes y por debajo de las acciones. Cuando Jesús dijo, ”Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (Juan 14:15), quería decir que el amor precede y permite la obediencia, no que el amor es obediencia.

Por otra parte, más tarde o más temprano, necesitamos ayudar a nuestros hijos a darse cuenta que la confianza salvadora en Jesús lleva dentro amor por Jesús. Y el verdadero amor por Jesús lleva dentro confianza en Jesús.

La confianza salvadora en Jesús se funda en la verdad de que Cristo murió por nosotros para convertirse en el tesoro eterno que todo lo satisface de nuestras vidas. El evangelio es “el evangelio de la gloria de Cristo” (2 Corintios 4:4). El oró por nosotros: “ Padre, . . . estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria” (Juan 17:24).

Ya que la obra de Jesús fue realizada para darse Él mismo para que le amasemos por siempre, no podemos decir que confiamos en que Él haga su obra por nosotros mientras a la vez no apreciamos el regalo que murió para darnos — Él mismo.

Y amar a Jesús siempre incluye confiar en que Jesús conseguirá todo lo que dijo que haría, porque una de las cosas que amamos acerca de él es su fidelidad, su perfecta misericordia y justicia que se muestra sobre todo en la cruz.

La Necesidad del Amor

Así que más tarde o más temprano enseñaremos a nuestros hijos no sólo la necesidad de confiar en Jesús(“Cree en el Señor Jesús, y serás salvo,” Hechos 16:31), sino la de amarle.

Hablaremos con ellos de textos como este: “[Las personas] se pierden, porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. . . [Esos serán] juzgados todos los que no creyeron en la verdad sino que se complacieron en la iniquidad.” (2 Tesalonicenses 2:9–12). Les enseñaremos que “amar la verdad” no es solamente creer que es así, sino “complacerse” en ella. Y eso quiere decir en Él — La Verdad.

Les leeremos con gran seriedad la advertencia, “Si alguno no ama al Señor, que sea anatema“ (1 Corintios 16:22). Les mostraremos que los enemigos de Jesús en realidad no tenían a Dios por Padre. Lo sabemos porque ellos no amaban a Jesús: “Jesús les dijo: ‘Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais’” (Juan 8:42).

Amar Como Debemos

Pero derramaremos con gran gozo las promesas sobre ellos:

“Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman.” (Santiago 1:12)

“ Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.” (Rom 8:28)

“Pero si alguno ama a Dios, ése es conocido por Él.” (1 Cor 8:3)

“Porque en mí ha puesto su amor, yo entonces lo libraré.” (Salmos 91:14)

“El Señor guarda a todos los que le aman.” (Salmos 145:20)

Y cantaremos y oraremos con nuestros niños la maravillosa verdad de que “Nosotros amamos, porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19). Que no quiere decir sólo que envió a Cristo cuando eramos aún pecadores (Romanos 5:8), sino que ese amor quita nuestro corazón de piedra y despierta el amor por Él.

Espíritu de Dios, desciende sobre mi corazón; 
 Destétalo de la tierra; muévete a través de todos sus latidos; 
 Rebájate a mi debilidad, Tú que eres poderoso; 
 Y haz que te ame como debo amarte.