Recupera la dulzura de tu matrimonio
El ajetreo de la vida, el ministerio, el trabajo y la familia amenazan siempre la dulzura del matrimonio.
En lugar de saborear las miradas cariñosas, los roces y las pequeñas amabilidades de tu cónyuge, comienzas a verlo como un socio de productividad. Divides y vences las interminables listas de cosas que hacer, asignando quién recogerá a Jonny en el béisbol infantil y quién llevará a Katie a ballet, quién preparará la cena y quién ayudará a los niños a hacer los deberes. La noche llega y caes en la cama agotado de todo el día, saboreando el pensamiento de un buen sueño nocturno por encima del romance o la intimidad.
La mayoría de nosotros confesaría sin reparos que amamos a nuestro cónyuge. Después de todo, ¿no acabamos de hacer la colada y la cena y pagamos las cuentas? A menudo podemos expresar un amor sacrificado en el cuidado de nuestro cónyuge cumpliendo con las tareas necesarias, incluso cuando las llamas de la pasión se han ido consumiendo. El sacrificio puede aparecer de forma más natural que la ternura, especialmente cuando la casa está llena frutos de vuestro amor que consumen la energía (por ejemplo, los niños).
Entonces, ¿por qué es importante mantener viva la chispa en tu matrimonio? ¿No es una situación normal y natural poner las necesidades de los niños (y todo lo demás de tu lista de cosas que hacer) por delante de tu cónyuge?
Proteger los fuegos
En Efesios 5, vemos la imagen evangélica que el matrimonio está diseñado para representar. Nuestro matrimonio en la Tierra es una sombra del matrimonio que está por venir. Así como Cristo se deleita en su novia, nosotros hemos de deleitarnos en el don de nuestro cónyuge. Igual que la Iglesia se supedita con agrado a Cristo, las esposas se supeditarán a sus maridos. Y los esposos amarán a sus esposas de manera sacrificial, como lo hizo Cristo para la Iglesia.
El matrimonio está destinado a ser una parábola viviente del amor de Cristo por la Iglesia, glorificando por tanto a Dios y retratando la verdad del evangelio en un mundo que observa. Mediante nuestra gozosa obediencia a los mandamientos de Dios, el deber del deleite de amar a nuestro cónyuge desborda amor para quienes nos rodean. La inversión de tiempo y atención en nuestro propio matrimonio produce un mayor retorno de amor que se desborda. Como muy bien apunta Christopher Ash en su libro Married for God (Casados por Dios), «protege los fuegos del corazón, de modo que el calor de tu amor pueda extenderse de forma externa hacia los demás».
Cómo apreciar la persona a tu lado
Estas son algunas de las maneras en que podemos crecer en apreciar a aquel que Dios ha puesto a nuestro lado: para nuestra propia alegría, para la gloria de Dios, y para el bien de aquellos que nos rodean.
1. Prestar atención el uno al otro.
Esto puede parecer obvio, pero es demasiado fácil seguir mirando el teléfono cuando nuestro cónyuge aparece por la puerta. Tomad tiempo para reconocer vuestra presencia mutua mediante un cálido saludo, abrazo, o pregunta sobre el día. Disponte a dejar de lado aquello en lo que estés trabajando para mostrar un interés genuino en tu cónyuge (Filipenses 2:20).
2. Servir el uno al otro.
Busca maneras de servir y de bendecir a tu cónyuge diariamente. Mejor aún, pregúntale cómo puede servirle. Quizás sea haciendo la limpieza, o llevando a los niños a la cama temprano, o simplemente cocinando su plato favorito para cenar. Ten cuidado de no caer en la trampa de esperar que tu cónyuge satisfaga tus necesidades. De llevar la cuenta provienen muchas desilusiones y frustraciones. En su lugar, disfruta la búsqueda de la felicidad de tu cónyuge viviendo los mandamientos de Filipenses 2:3-4. Ten en cuenta a tu cónyuge como algo más importante que tú, honrando tus preferencias y emulando la humildad de Cristo.
3. Decir: «Gracias».
¿Cuándo fue la última vez que agradeciste a tu cónyuge el haber trabajado duro? ¿Provee él lo necesario a tu familia? ¿Deja ella de lado sus propios deseos para satisfacer las necesidades de tus hijos? A menudo, podemos tener pensamientos agradecidos y no llegar a expresarlos nunca. Pero Pablo nos exhorta a ser agradecidos en tres ocasiones distintas en Colosenses 3:15-17 (LBLA):
Y que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, a la cual en verdad fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría . . . cantando a Dios con acción de gracias en vuestros corazones. Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de El a Dios el Padre.
Deberíamos estar agradecidos a Dios y dejar que las gracias desborden a nuestros cónyuges. Sé diligente al expresar las gracias a tu cónyuge ya sea a través de palabras escritas o verbales. Busca razones para estar agradecido por la persona que Dios ha puesto a tu lado.
4. Planear momentos juntos lejos, sin distracciones.
Ya se trate de una noche de cita semanal o un paseo por el parque, disfrutar de tiempo a solas juntos de forma intencionada es crucial para volver a conectar con tu cónyuge. Si no existe una planificación de pasar tiempo juntos fuera, nuestras actividades con los niños y los compromisos de nuestro ministerio nos dominarán totalmente.
En nuestro matrimonio, el tiempo de los paseos ha sido siempre un momento para hablar y procesar la vida. Hemos pasado de llevar a nuestros hijos en carritos, luego en bicicletas, a poder dejarlos en casa. Pasar un par de noches al mes fuera de casa como una cita de pareja nos libera de ver el trabajo y las tareas no concluidas que a menudo pueden distraernos el uno del otro.
5. Descansar juntos
Nada me recupera más cada semana que un día de descanso establecido a propósito. Proteger ese día de nuestra interminable lista de cosas que hacer y en su lugar hacer algo agradable con mi marido, ha traído un muy necesario aire fresco a nuestras almas y al matrimonio. El mundo seguirá funcionando sin que nosotros respondamos el correo electrónico o recojamos la siguiente tanda de ropa lavada.
Y ahorrad energía el uno para el otro. Una vez oí a alguien decir que tu vida sexual es un buen barómetro de tu matrimonio. Si siempre estás demasiado cansado o demasiado ocupado para la intimidad, quizá derive en tensión relacional en tu matrimonio.
No permanezcas ciego a tu cónyuge
El ajetreo de la vida y de nuestros propios deseos egoístas a menudo puede cegarnos e impedirnos ver el don de nuestro cónyuge. Deténte y recuerda en primer lugar qué os llevó a casaros. Resuelve ir más despacio y buscar maneras de añadir dulzura a tu matrimonio, orando para que tu amor por la otra persona se extienda por el bien de los demás y la gloria de Dios.