En busca del gozo

Seis verdades bíblicas

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Founder & Teacher, Desiring God

¿Sabía que Dios nos ordena buscar nuestra felicidad?

"Pon tu delicia en el SEÑOR, y El te dará las peticiones de tu corazón." (Salmos 37:4)

1) Dios nos creó para su gloria.

"Trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra […]; para gloria mía los he creado." (Isaías 43:6-7)

Dios nos creó para magnificar su grandeza, al igual que un telescopio magnifica las estrellas. Nos creó para poner de manifiesto su bondad y verdad, su hermosura, sabiduría y justicia. La gloria de Dios se manifiesta al más alto grado cuando nos deleitamos profundamente en todo lo que Él es. Así, Dios recibe la alabanza, y nosotros el placer. Dios nos creó de tal forma que cuanto más nos satisfacemos nosotros en Él, más se glorifica Él en nosotros.

2) Todo ser humano debería vivir para la gloria de Dios.

"Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra   cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios." (1 Corintios 10:31)

Si Dios nos creó para su gloria, está claro que deberíamos vivir para glorificarlo. Éste es nuestro deber porque fuimos diseñados precisamente con ese propósito. Así que, nuestra primera obligación es mostrar el valor de Dios sintiéndonos satisfechos con todo lo que Él es para nosotros. En esta satisfacción se encuentra la esencia del amor a Dios (Mateo 22.37), de la confianza (1 Juan 5.3-4) y del agradecimiento a Él (Salmos 100.2-4). Ésa es la raíz de toda verdadera obediencia, especialmente del amor hacia los demás (Colosenses 1.4-5).

3) Ninguno de nosotros ha glorificado a Dios como debería.

"Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios." (Romanos 3:23)

¿Qué significa "estar destituido de la gloria de Dios"? Significa que ninguno de nosotros ha confiado en Dios ni lo ha valorado como debería. No nos hemos quedado satisfechos con su grandeza, ni hemos andado en sus caminos. Hemos buscado nuestra satisfacción en otras cosas a las cuales hemos dado más valor que a Dios, y ésta es la esencia de la idolatría (Romanos 1.21-23). Desde que entró el pecado en el mundo, todos hemos sido profundamente reacios a tener a Dios como el tesoro que nos satisface por completo (Efesios 2.3), lo cual es una terrible ofensa a la grandeza de Dios (Jeremías 2.12-13).

4) Todos nosotros estamos sujetos a la condenación justa de Dios.

"La paga del pecado es muerte." (Romanos 6.23)

Todos hemos menospreciado la gloria de Dios. ¿De qué manera? Prefiriendo otras cosas antes que a Él. Siendo ingratos, desconfiados y desobedientes. Por lo tanto, Dios nos trata con justicia cuando nos niega el placer de su gloria para  siempre. "Sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder"(2 Tesalonicenses 1.9). La palabra "infierno" aparece en el Nuevo Testamento en doce ocasiones, y en once de ellas, es Jesús mismo quien la usa.  No se trata, pues, de un mito creado por predicadores taciturnos y llenos de ira. Es un aviso solemne de parte del Hijo de Dios, quien murió para rescatar a los pecadores de la condenación eterna. Corremos un gran peligro al ignorarlo. Si la Biblia acabara aquí su análisis de la condición humana, estaríamos condenados a un futuro sin esperanza. Sin embargo, hay más...

5) Dios mandó a su único Hijo, Jesús, para que podamos tener vida eterna y gozo.

"Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores." (1 Timoteo 1.15)

Las buenas nuevas son que Cristo murió por pecadores como nosotros, y resucitó físicamente para validar el poder salvador de su muerte y para abrir las puertas de la vida eterna y del gozo (1 Corintios 15.20). Es decir, Dios puede absolver a los pecadores culpables y seguir siendo considerado justo (Romanos 3.25-26)."Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios" (1 Pedro 3:18). De la reconciliación con Dios es de donde surge toda satisfacción profunda y duradera.

6) Los beneficios comprados por la muerte de Cristo le pertenecen a los que se arrepienten y confían en él.

"Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados." (Hechos 3:19)

"Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo." (Hechos 16:31)

"Arrepentirse" significa rechazar todas las promesas engañosas del pecado. "Fe" significa estar satisfecho con todo lo que Dios promete ser para nosotros en Jesús. "El que en mí cree", dice Jesús, "no tendrá sed jamás" (Juan 6.35). No nos ganamos la salvación, no podemos merecerla (Romanos 4.4-5). La recibimos por gracia, por medio de la fe (Efesios 2.8-9); es un regalo gratuito (Romanos 3.24). La tendremos si la valoramos sobre todas las cosas (Mateo 13.44). Cuando así lo hacemos, se cumple el propósito de Dios para la creación: Él se glorifica en nosotros y nosotros nos satisfacemos en Él, para siempre.

¿Le parece que lo que le decimos tiene sentido?

¿Le gustaría tener el tipo de felicidad que se experimenta al sentirse satisfecho con todo lo que Dios es para usted en Jesús? Si es así, entonces Dios está obrando en su vida.

¿Qué debería hacer usted?

Deje de confiar en las promesas engañosas del pecado. Clame a Jesús para que le salve de la culpa, el castigo y la esclavitud. "Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Romanos 10.13). Empiece a depositar su confianza en todo lo que Dios es para usted en Jesucristo. Rompa el poder de las promesas del pecado por su fe en la satisfacción superior de las promesas de Dios. Empiece a leer la Biblia para encontrar sus preciosas y grandiosas promesas que le pueden liberar (2 Pedro 1.3-4). Encuentre una iglesia cimentada en las verdades bíblicas y empiece a adorar a Dios y a crecer junto a otras personas que valoran a Cristo por encima de todas las cosas (Filipenses 3.7).

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