No hay desvío hacia el Calvario
Advent | Day 5
Y sucedió que mientras estaban ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito; le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. (Lucas 2:6-7)
Podríamos pensar que si Dios gobierna el mundo hasta el punto de usar el censo de todo un imperio para llevar a María y a José a Belén, entonces sin duda podría haberlos provisto de una habitación en el mesón.
Sí, podría haberlo hecho. También Jesús podría haber nacido en una familia rica. Podría haber convertido la piedra en pan en el desierto. Podría haber llamado a una legión de diez mil ángeles para que lo ayudaran en Getsemaní. Podría haber bajado de la cruz para salvarse a sí mismo. La cuestión no es qué podría haber hecho Dios, sino qué quiso hacer.
La voluntad de Dios era que, aunque Jesús era rico, por nosotros se volviera pobre. Los carteles de «sin habitación disponible» de las posadas de Belén fueron por nosotros. «Por amor a vosotros se hizo pobre» (2 Corintios 8:9).
Dios gobierna todas las cosas, incluso la capacidad de los hoteles, por amor a sus hijos. El camino al Calvario empezó con un cartel de «sin habitación disponible» en Belén y terminó con las escupidas y burlas de la cruz en Jerusalén.
Y no debemos olvidar sus palabras: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz».
Vamos junto a él por el camino del Calvario y lo oímos decir: «Acordaos de la palabra que yo os dije: “Un siervo no es mayor que su señor”. Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros» (Juan 15:20).
Al que clama con entusiasmo: «¡Te seguiré adondequiera que vayas!», Jesús le responde: «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza».
Sí, Dios podría haber provisto a Jesús de una habitación en el momento de su nacimiento. Pero eso hubiera sido un desvío del camino hacia el Calvario.