Nueve consejos prácticos para los esforzados
Prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:14, LBLA)
Hoy va a ser un desafio.
No haremos planes perfectos. Ni los trabajaremos perfectamente. Encontraremos un pantano de ambigüedad que tendremos que atravesar cuidadosamente. Habrá desvíos y retrasos, y fallas en el equipo. Perderemos el tiempo haciendo cosas sin llegar a nada. Habrá llamadas inesperadas y correos electrónicos no deseados. Las redes sociales nos demandarán nuestra atención. El pecado que mora en nosotros y en los demás nos lanzará bolas con efecto. Habrá fallos y equivocaciones. La creatividad no fluirá como y cuando queramos. Y cuando de verdad nos dispongamos a trabajar en el proyecto que hemos programado, en el tiempo que lo hemos programado, no sentiremos ganas de hacerlo.
Entonces, ¿Qué haremos cuando nos enfrentemos a esos desafíos? Esforzarnos.
Propongámonos ser esforzados. Una persona esforzada se mantiene en movimiento, persevera, presiona. Conoce la decepción de los ideales no realizados, siente el miedo al fracaso y a las deficiencias expuestas, la ambigüedad de tener demasiadas demandas, opciones y tareas. Pero no se paraliza por ello. Él o ella persisten en la fe de que Dios proveerá la fuerza necesaria (1 Pedro 4:11), la sabiduría (Santiago1:5), y la dirección (Proverbios 3:6).
Así pues, con eso en mente, aquí hay algunos consejos prácticos para avanzar con perseverancia:
1. Establecer una rutina
¿En qué es que deseamos avanzar? ¿Leyendo la Biblia? ¿Leyendo un libro? ¿Manteniendo el presupuesto? ¿Componiendo música? ¿Practicando la hospitalidad? ¿Manteniendo el lavado al día? ¿Escribiendo un libro o en un blog? La clave del progreso es una pequeña porción cada día, no hacerlo compulsivamente. Elegir una sola cosa en la que avanzar, y establecer una rutina razonable y sostenible.
2. No confiar en la euforia de proponérselo
La euforia de proponérselo es lo que se siente cuando nos proponemos hacer algo. Ya la conocemos, es cuando decimos “¡va a ser diferente esta vez!” Bueno, esa euforia va a desaparecer rápidamente al igual que las demás veces. Por tanto, empleemos toda esa energía optimista para ponernos en movimiento, pero no confíemos en las metas irreales que nos gustaría establecer. Dejemos que la euforia nos empuje a esforzarnos poco a poco.
3. No confiar en el Igor interior
¿Recuerdas a Igor, el burro eternamente pesimista de Winnie de Pooh? Bien, tenemos uno dentro de nosotros que nos dice: "Esta vez no será diferente. No va a funcionar, Nunca funciona. ¿Por qué molestarse?" Los que se esfuerzan aprenden a ignorar a su Igor.
4. Un consejo para impulsar a la acción
Una manera de ir más allá de nuestro Igor interior y realmente empujarnos a la acción es escogiendo hacer algo que no queremos hacer. Es contrario a la intuición, pero lograr algo que preferiríamos evitar, tiene el notable poder de animarnos a hacer otras cosas. Nos recuerda que no somos esclavos de nuestras preferencias o estados de ánimo.
5. Cultivar la tenacidad
No pensemos en la tenacidad tanto como si fuese la intensidad de la determinación. Tenacidad es la determinación incesante. La gente tenaz se cansa, se desanima, se pregunta si vale la pena, y no siente ganas de terminar lo que se ha propuesto. Pero lo que los hace tenaces es que no se detienen. Están firmes e inamovibles en el trabajo al que Dios los ha llamado (1 Corintios 15:58). Mantengámonos en movimiento de forma persistente.
6. Aprender algo
La Biblia es clara en que debemos proseguir (Filipenses 3:14) y aprovechar al máximo nuestro tiempo (Efesios 5:16). Pero no nos da detalles acerca de cómo hacer esto. Dios pretende que nosotros "entendamos cuál es su voluntad" a través del aprendizaje. (Efesios 5:17). Esto generalmente significa prueba y error. Experimentemos. No tengamos miedo de que una rutina o sistema que intentemos vaya a fallar. Así es como aprendemos. Aprendemos de nuestros errores, y los fracasos y éxitos de los demás por medio de la lectura. Matt Permant, viejo amigo y compañero de Desiring God acaba de escribir un libro muy útil “What’s Best Next” (Qué es mejor hacer a continuación), que aplica el Evangelio a conseguir hacer las cosas. No conozco a nadie que haya pensado más sobre estas cosas. Aprende de él.
7. Menos que ideal es todavía progreso
Todos tenemos ideales en nuestras cabezas sobre lo que es un logro. Pero no dejes que la perfección sea enemiga de lo bueno. Recordemos que con solo memorizar cinco versículos este mes en lugar de diez, o solamente leyendo 15 minutos hoy en lugar de 30 minutos, sigue siendo una ganancia, no una perdida. Sigue siendo progreso. Hagamos un progreso persistente y busquemos aumentar nuestra capacidad gradualmente.
8. Hacer menos
Nuestro tiempo es limitado. Como personas esforzadas, tenemos que ser selectivos sobre qué vamos a hacer. Dios nos ha llamado a hacer unas cuantas cosas (Efesios 2:10), por exigentes que pueden ser. Digamos no a algunos entretenimientos o exigencias de cosas superfluas y hagamos espacio para avanzar en las cosas importantes.
9. Simplemente comenzar
Bien, hemos hablado demasiado. Simplemente empecemos a hacer algo. No quedemos paralizados por la incertidumbre. Permitamos que el progreso nos enseñe.
Hoy va a ser un desafío. Puede que solo seamos capaces de dar algunos pequeños pasos. Pero recordemos, se cubre mucho terreno a la larga acumulando pasos pequeños. Propongámonos ser esforzados y “prosigamos a la meta al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14)