Maternidad: Una llamada a las armas
Al llegar otro Día de la Madre, nos descubrimos flotando en un mar de amor sentimental y palabras dulces sobre las cosas que las madres hacen por nosotros. Es bueno reconocer, valorar y honrar todo eso, pero no es lo que quiero hacer hoy. Quiero alejar ese sentimiento y mirar hacia la increíblemente poderosa posición a la que Dios ha llamado a sus mujeres.
Sí, he dicho intencionalmente "a sus mujeres", y no sólo de aquellas mujeres que son madres. El concepto de mujer, en este sentido, es lo mismo que maternidad. Si eres una mujer en Cristo y obediente a Él, eres tan parte de este arquetipo del poder femenino como aquellas que han tenido hijos.
Una vez hablé en una sala llena de vientres embarazados, lactantes y bebés regordetes. Casi siempre vemos que este tipo de poder se diluye en una multitud, pero no era el caso en esta sala. Verlo de frente de una forma global resultó impresionante. Me acordé de este glorioso pasaje en el Cantar de los Cantares donde el esposo dice de su esposa, “¿Quién es ésta que se asoma como el alba, hermosa como la luna llena, refulgente como el sol, imponente como escuadrones abanderados?” (Cantar de los Cantares 6:10, LBLA). La hermosura y el miedo solo se agravan cuando la esposa se convierte en madre.
No es de extrañar que el mundo se vea tan desestabilizado por las mujeres cristianas que tienen hijos: es algo de temer.
Los bebés cambian el mundo
Hay un poema del siglo XIX que finaliza cada estrofa con este estribillo de alto voltaje: "La mano que mece la cuna es la mano que gobierna el mundo". La segunda estrofa de Salmos, 8 nos ofrece una perspectiva asombrosamente parecida de cómo ve Dios la maternidad. Nos dice lo que piensa de los bebés.
Por boca de los infantes y de los niños de pecho
has establecido tu fortaleza,
por causa de tus adversarios,
para hacer cesar al enemigo y al vengativo.
Si el propósito de nuestros niños es esta fortaleza ordenada por Dios, que Él usa para silenciar al enemigo, entonces la maternidad es relevante a la condición de mujer. Es relevante para la obra del reino, o la transformación cultural.
La maternidad es un elemento central de la vocación de la mujer, porque es primordial para el poder de la creación que Dios ha conferido en nosotros. Esta es nuestra fuerza, es nuestra gloria, y este es nuestro verdadero poder. Procreamos bebés, y los bebés cambian el mundo.
La mujer "moderna"
Las mujeres modernas están hambrientas de poder. Marchan, exigen y combaten, haciendo todo lo que está a su alcance para tratar de obtener un sentido de poder porque son dolorosamente conscientes de una escasez de poder femenino. La espantosa ironía es que pisotean cadáveres de bebés pidiendo el derecho al aborto como algo esencial para la fortaleza femenina. Pero todo esto es una perversión del poder femenino verdaderamente impactante : la maternidad, lo que están despreciando.
Nos han hecho creer poco a poco que la mujer empoderada es aquella que se aparta de la fertilidad. Nos sentimos avergonzadas de nuestros vientres, mientras la infertilidad intencionada de las mujeres desprecia nuestra procreación, como si fuese un pasatiempo propio de perdedores e incultos. Quitan la gloria y el asombro del sexo, tanto del propio acto como de los fabulosos arquetipos que Dios escribió en la sexualidad humana. Amor que crea. El concepto de hombre y mujer que crea nuevos hombres y mujeres continuamente.
Nos han convencido de que no hay lucha en la maternidad, ni valor para los niños en el matrimonio.
Tu parte en el gobierno del mundo
"¿Acaso no hizo el Señor un solo ser, que es cuerpo y espíritu? Y ¿por qué es uno solo? Porque busca descendencia dada por Dios" (Malaquías 2:15, NVI)
Tu trabajo con tus niños importa. El derramar tu vida por ellos importa. Ellos importan. Porque Dios lo hizo así. Él ordenó que la fortaleza viniera al mundo de esta manera. Busca descendencia divina. Ese vientre que crece, los lloros hambrientos en la noche, el consuelo de sus senos, los brazos envueltos alrededor de la pierna, el niño en tu cadera, el preadolescente en el coche contigo, la sonrisa que muestra los dientes recién perdidos, el peso al empujar el cochecito: esta es tu fortaleza, este es tu poder, esta es tu mano que toma su parte en el gobierno del mundo.
Mucho más que biología
Ya puedo escuchar todas las objeciones que me esperan, todo el horror de que diga que el poder de las mujeres está en tener hijos (como si eso no fuera increíble). ¿De verdad solo podemos tener poder en nuestras funciones biológicas? Por supuesto que no. ¿No hay nada más en nuestras vidas que producir bebés en serie? Claro que sí.
Necesitas dar seguimiento a ese acto glorioso criándolos para temer al Señor, para amarle con todo el corazón, mente, alma y fuerza. ¿Y cómo vamos a hacerlo? Lo haremos primero por amor a Él con todo nuestro corazón. Vamos a amarlo con toda nuestra mente. Vamos a amarlo con toda nuestra alma. Y vamos a amarlo con toda nuestra fuerza, incluyendo la fuerza de crear bebés.
Spurgeon dice, "Aquellos que piensan que una mujer retenida en su casa por su pequeña familia no está haciendo nada, piensan al contrario de la verdad… Madres, la formación de su descendencia piadosa es su primer y más urgente deber". Si no tienes hijos, o no estás casada, aún estás llamada a vivir como parte de esta gloriosa maternidad arquetípica: llamada a vivir como una mujer que honraría a Dios con su maternidad, porque honra a Dios en toda su vida, abrazando su designio y finalidad para las mujeres como un todo, y para ti como mujer.
No servimos para nada menos
Imagina todos los parques de tu ciudad. Imagínalos todos ellos llenos de niños que saben lo que significa ser amado. Conocen a Dios y conocen a su pueblo, son corazones llenos de las historias de su fidelidad. Columpios repletos de niños que viven en el gozo del Señor: niños que saben quiénes son y para qué sirven. Ahora pregúntate en qué tipo de ciudad ocurriría. ¿Qué significaría si cada área infantil en nuestro país estuviera llena de niños cristianos? Significaría que estarías en un país cristiano.
Cuando Pablo describe los deberes de las mujeres cristianas en Tito 2:3-5, no describe ninguna especie de casa de retiro para enfermos, en la que están para ser discretas y castas y para amar a sus maridos y a sus hijos porque no sirven para nada más. Describe nuestros puestos de combate. Está diciendo que no servimos para nada menos.
Pablo describe el papel de una buena mujer creando el tipo de infancia que acabo de retratar en el parque. Llama a las mujeres a su trabajo poderoso, glorioso, que cambia el mundo, el gran y buen trabajo de silenciar al enemigo y al vengativo.