La batalla de las madres con la ansiedad del comienzo de clases
Era una de esas noches. Daba vueltas en la cama mirando el reloj a cada rato, levantando la cabeza. Quería asegurarme de no quedarme dormida la mañana que mi hija se aventuraba a empezar la secundaria fuera de nuestro hogar.
Y durante la noche, peleé con numerosos temores en mi mente. ¿Y si los compañeros son malos con ella? ¿Y si nadie se sienta con ella en el almuerzo? ¿Qué pasaría si toma el autobús incorrecto de vuelta a casa? ¿Estaría muy mal caminar con ella hasta la parada? ¿Podría todavía darle un beso y abrazo delante de los otros chicos?
Pero cuando la alarma finalmente sonó, y bajé a asegurarme que ella había tomado el desayuno, la encontré completamente lista para el día. Ya se había empacado su almuerzo, tomado el desayuno y estaba esperando en la puerta. Mi niñita se está convirtiendo en una joven e independiente mujer. Y no parecía ni la mitad de preocupada que su mamá cuando salimos por la puerta.
Decisiones escolares
Las decisiones escolares no son fáciles en nuestra casa. Con los tres hijos mayores hemos intentado escuelas cristianas, escuela en el hogar, y escuela pública. Nuestra filosofía siempre cambiante y las diferentes personalidades de los hijos han causado que evaluemos la mejor opción para cada uno, lo cual hasta este año ha significado diferentes métodos escolares para diferentes niños.
Sin embargo nuestra decisión de poner nuestra hija este año en la secundaria pública nos tomó de sorpresa. Ella estuvo en escuela cristiana por tres años y en la escuela en casa por cuatro. Aun así se podían notar varias señales de que ella necesitaba un cambio: desde aburrimiento y soledad hasta deseos de oportunidades extracurriculares y necesidad de pertenecer a una comunidad de chicos de su edad. Había dicho que nunca mandaría a mis hijos a la escuela pública en los años de secundaria. Nunca digas nunca.
La tentación que he enfrentado con esta decisión es pensar en todas las malas situaciones que podrían suceder y permanecer con ellos. Todas los “qué pasaría si” pueden entretejerse como gigantes en mi mente.
Caminando en fe, no en temor
Unas semanas atrás, estaba compartiendo mis temores con mi esposo cuando él me dio una amable exhortación. “Esta es una etapa de entusiasmo en su vida. No hemos de vivir en temor sino estar anticipando atentamente lo que Dios tenga planeado para ella”. Era cierto. Hemos orado acerca de esta decisión por mucho tiempo. Visitamos las escuelas y hablamos con los directores y otros padres. Buscamos el consejo de Dios, esta es la decisión a la que llegamos, y necesitábamos tener paz al respecto.
Los años de escuela no deberían verse como un encuentro temible con la vida adolescente, sino como un tiempo de entusiasmo para descubrir el plan de Dios para la vida de los hijos. Tengo que estar feliz por ella y por la joven en la que se está transformando, no viviendo en temor de lo que podría suceder. Las palabras de mi esposo me acusaron de no estar confiando en la decisión a la que Dios nos estaba guiando, y provocó que reevaluara cómo debiera razonar acerca de esta nueva etapa en la vida. Para todas aquellas madres quienes podrían verse tentadas a atemorizarse por las decisiones escolares de este año, aquí van algunos puntos a considerar conmigo.
1. Tener un entusiasmo contagioso
La manera de lidiar con nuestra propia ansiedad acerca del año escolar es absorbida muy fácilmente por nuestros hijos. Si les demostramos una anticipación positiva acerca del nuevo año escolar, hablando acerca de los nuevos amigos que ellos harán o de las clases interesantes que tendrán, nuestros hijos posiblemente se inclinarán de la misma manera. Pero si hablamos acerca de los temores y dudas, como cuestionar la capacidad de los maestros o de las malas influencias de ciertos chicos, estamos implantando los mismos temores y dudas en sus propios corazones y mentes.
Nuestra actitud acerca de la escuela se transmite tan fácilmente a los hijos como los genes.
2. Soltar y confiar en Dios
La paternidad es un proceso de ir soltando, poco a poco, a medida que los hijos van creciendo. Parte de lo que hizo esta decisión muy difícil para mí fue tener que soltar cosas en las que sentía tener el control. Mi hija dejará de estar bajo mi presencia la mayoría del tiempo. No sabré quién está en sus clases o qué pasa en el autobús. Pero Dios nos ha guiado a esta decisión y me está pidiendo que confíe en Él ante lo desconocido.
¿Puedo confiar en que Dios la protegerá cuando yo no esté ahí? ¿Puedo confiar en que Él enviará un amigo a su mesa en el almuerzo?
3. Orar intensamente y buscar estar en paz
Como cualquier gran decisión, elegir el método de escuela acertado requiere un largo periodo de oración. Cuando has buscado la sabiduría de las Escrituras, has orado diligentemente y has buscado el consejo Dios, tienes un buen motivo para tener paz con la decisión tomada. Preocuparse no beneficia en nada. Jesús mismo dice, “No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa?” (Mateo 6:25,LBLA)
Gracia suficiente para mamá también
A lo largo del primer día de secundaria estuve mirando el reloj, imaginándome las clases por las que mi hija pasaría y orando a Dios. Los temores todavía persistían pero a medida que fui soltando y confiando en Dios, pude tener paz mientras esperaba el autobús de la tarde. Y mientras caminaba a recoger a mis otros hijos de la escuela primaria del barrio, pude ver a mi chica rubia de instituto con su pelo rizado, bajando por la calle sonriendo y riéndose.
“¿Cómo fue tu día?”, le pregunte rápidamente. “Muy bueno, mami. Realmente bueno.” Estamos agradecidos por el primer día bueno. Y continuaremos confiando en Dios aun en los días difíciles. Él es más que capaz de controlar los años de secundaria y la batalla de una madre con la ansiedad.