Amor que te completará
Quien inició una buena obra en nosotros — salvándonos y comenzando a hacernos más como Jesús — completará esa obra.
Si estamos en Cristo y hemos conocido Su promesa, sabemos que es preciosa. “estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6, LBLA). Dios por su poder infinito y sin igual, un día remediará todo lo malo en nosotros. Ahora, somos considerados perfectos a través de la fe en Jesús. Después, seremos presentados perfectos — sin pecado, sin vergüenza, sin culpa, sin duda, sin temor — sin nada incompleto en nosotros.
La promesa es una palabra segura cuando las mentiras de Satanás tratan de seducirnos o avergonzarnos. Es una palabra fuerte en medio de la tentación. Es una palabra esperanzadora cuando somos confrontados con nuestro pecado y necesidad. Es una palabra firme cuando todo a nuestro alrededor parece inestable e inseguro. Es una palabra reconfortante en la debilidad o dolor. Es una palabra inspiradora cuando necesitamos motivación para afianzar la fe, obrando nuestra salvación. Filipenses 1:6 nos asegura como todo va a terminar para nosotros, y que nuestro final será bueno, hermoso y santo ante nuestro Dios.
Una obra en progreso
Como pecadores necesitados, incompletos e imperfectos amamos el conocer ese final, pero ¿qué significa la promesa en nuestras vidas hoy, hasta ese día? El gozo de Pablo por los filipenses no fue solo por ser completados sino también por el progreso en el día a día.
No estaba solamentecelebrando que todo saldría bien, o que Dios milagrosamente nos haría santos en el último día. Estaba viendo frutos y crecimiento, valentía y obediencia en sus relaciones y ministerio con estos amigos, así que confiaba en que ese progreso continuaría. Estaba seguro de que la obra que Dios había iniciado en ellos y entre ellos ¬— la obra que Pablo estaba presenciando — aumentaría, se desarrollaría y se multiplicaría hasta el final cuando Dios la finalizase.
Como obra Dios
Sin embargo, surge la pregunta de cómo Dios obra. Cuando nos complete para el último día, ¿todo lo completará en el último día? No es así de acuerdo a la oración de Pablo para estos creyentes. Él regresa a ése último día en los versículos 9-10, “Y esto pido en oración: que vuestro amor abunde aún más y más en conocimiento verdadero y en todo discernimiento, a fin de que escojáis lo mejor, para que seáis puros e irreprensibles para el día de Cristo”.
Así que ser “completos” en Cristo es ser “puros e irreprensibles” ante Él. ¿Cómo sucede esto? Aquí vemos que sucede conforme “escojamos lo mejor” cada vez más (Filipenses 1:10). Esto significa que el ser purificados y preparados para encontrarnos con Dios conlleva distinguir cada vez con más precisión lo bueno de lo malo, lo admirable de lo profano. La piedad está envuelta en que nuestras mentes y corazones respondan a Dios y a todo lo demás a nuestro alrededor de manera adecuada. Eso es gran parte del trabajo que Dios hace para cambiarnos y completarnos para el cielo y después, para la nueva tierra.
Amor es trabajo
Pero aún hay más. ¿Cuál la sustancia de ese obra y ese progreso? el amor. Una vez más. “Y esto pido en oración: que vuestro amor abunde aún más y más en conocimiento verdadero y en todo discernimiento, a fin de que escojáis lo mejor, para que seáis puros e irreprensibles para el día de Cristo”.
El verdadero amor, el amor efectivo, el amor que cambia el mundo es un amor iluminado, un amor mejorado con y lleno de verdad. No podemos amar como Dios a menos que nuestra mente esté implicada de manera correcta. Amar bien requiere pensamientos correctos y buenos. Y este amor — un afecto por los demás, anclado y estimulado por la verdad — es lo que Dios crea en nuestros corazones mientras trabaja para completarnos. Esa es la importante reconstrucción que necesita nuestro corazón para poder encontrarnos con Él en el último día.
Este amor que nos completa es un amor compasivo (Filipenses 1:16) y unificador (Filipenses 2:2). Es gentil (1 Corintios 4:21), humilde (1 Corintios 8:1), y paciente (Efesios 4:2). Es sacrificial — dispuesto a morir a nosotros para que otros vivan, un amor que sigue el ejemplo de nuestro Salvador (1 Juan 4:9–10). Y este amor — obrado en nosotros por Dios — cumple con toda la ley (Gálatas 5:14) y es completamente esencial para una vida de fidelidad y significado (1 Corintios 13:1–3).
Dios nos está completando al crear más y más amor en nosotros impulsado por las verdades acerca de Él y de Su mundo. Él está agudizando nuestras mentes y corazones a lo que es bueno y ese amor — construido en los pilares del conocimiento y discernimiento — nos prepara para Él, para un Dios perfecto y santo. Dios nos prepara para ese día al enseñarnos más de su verdad y hacernos más amorosos hacia los demás. Dios hace el trabajo. Es por eso que es una oración (Filipenses 1:9) y no solo una orden. Pablo le pide a Dios que obre en ellos, en nosotros.
Amando con el fin en mente
Así que, nosotros no cerramos simplemente los ojos y esperamos el día de la perfección. No, abrimos nuestros ojos más que nunca, confiando en la promesa de Dios, buscando oportunidad de conocer más de Él y su palabra, y estando atentos a las formas en que podemos amar. El trabajo de remodelado, pulido y acabado de Dios se irá dando conforme seamos amorosos. Dios nos está completando cuando amamos a nuestros cónyuges e hijos, cuando amamos a nuestros vecinos y compañeros de trabajo, cuando amamos a nuestras amistades de toda una vida y a los extraños que probablemente nunca volvamos a ver.
Es seguro que, después de la muerte, habrá una gloriosa y completa remoción del pecado (Apocalipsis 21:4, Apocalipsis 21:27). Nadie morirá sin algún pecado que todavía haya de ser perdonado y limpiado, sin importar cuanto haya progresado en el camino (1 Juan 1:8). Pero el regocijo y esperanza de Pablo en Filipenses 1:6 no se escribió simplemente para ser una oración de esperar y ver que pasa, sino una oración enfocada en la obra de propagación del evangelio — primero en sus propios corazones y santidad, y después, hacia más y más personas que no hayan escuchado o abrazado todavía las buenas nuevas. Dios estará completando lo que ha estado haciendo en medio de nosotros, en cada uno de nosotros a través de nosotros, al mundo que nos rodea (Isaías 55:11) — todo a través del amor, un amor formado y llevado por medio de la verdad.
No nos desanimemos. No nos rindamos. No dudemos de la pasión y habilidad de Dios para completar los planes de Él para nosotros y para el mundo. Dispóngamonos a amar cada vez más a quienes Dios haya puesto frente a nosotros y sepamos que nos estará preparando para estar frente a Él.