Dejen a un lado el peso de la preocupación por uno mismo
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad (Filipenses 4:8, LBLA)
¿Quieren refrescar sus almas? ¿Quieren correr hoy con más paciencia? Dejen de ser el centro de su atención.
El estado de sus almas depende de lo que ocupa sus mentes. Si el ego ocupa sus mentes, olvídense de la paz y el contentamiento. Estas no se encuentran en necesidades vacías y deseos pecaminosos. Y olvídense de amar a otros. Un alma preocupada por ella misma podría disfrutar la idea de ser considerada amable por otros, pero termina viendo a los demás como obstáculos que bloquean sus deseos vacíos.
Y olvídense del gozo. El alma no encuentra satisfacción en ella misma. No está diseñada para eso. Está diseñada para encontrar la satisfacción suprema en Alguien más (Salmos 107:9), y luego disfrutar de todo lo demás gracias a ese Alguien más (1 Timoteo 6:17).
El ego nunca satisfará el alma
El alma está diseñada para adorar, pero no a nuestro ego. El ego no es suficientemente glorioso para cautivar al alma. Lo sabemos. Aun así nuestro ego caído no lo quiere creer. Somos atraídos una y otra vez por el laberinto desesperanzador de engaño que es la adoración hacia uno mismo. Sabemos que no somos dignos de adoración – no importa cuantos mantras de auto-afirmación de psicología moderna cantemos. Y aun así intentamos una y otra vez satisfacer nuestras almas con los elogios – y si es posible la adoración- de los demás hacia nuestra persona. Nuestra naturaleza caída pareciera pensar que, si nos admira la gente suficiente, podremos creer que somos admirables.
La preocupación por uno mismo es desorientadora, porque al mirarnos a nosotros mismos no estamos mirando a Jesús (Hebreos 12:2) y no estamos mirando el camino en el cual corremos. Es decepcionante porque nunca encontramos en nosotros mismos lo que estamos buscando. Por lo tanto, generalmente lleva al desánimo y a la desesperación. Irónicamente, cuando esto sucede, nos vemos con frecuencia lanzados a una introspección egocéntrica, la cual nos lleva a un círculo vicioso de esfuerzos de auto-superación, auto-complacencia, desilusiones personales, nuevas resoluciones individuales, etc., etc.
Cómo dejar a un lado el antiguo yo para tener gozo
La preocupación por uno mismo es realmente un pecado que “fácilmente nos envuelve” (Hebreos 12:1). Es difícil dejarla a un lado. Es una parte tan nuestra que podemos desesperarnos pensando si alguna vez cambiará de verdad. “Para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posible.” (Mateo 19:26). La Biblia nos dice cómo hacerlo:
1. Niéguense a ustedes mismos apartando la vista de ustedes. Pero recuerden, negarse a uno mismo como cristiano es hedonista, porque se niegan a lo que les roba vida para ganar vida.
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:24-25)
2. Miren a Jesús (Hebreos 12:2) y a todo lo que Dios promete ser y hacer por ustedes a través de Él. Solo Él satisfará sus almas (Salmos 63:1-3) y solo Él tiene palabras de vida eterna (Juan 6:68).
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (Colosenses 3:2).
Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas esas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33)
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en eso meditad. (Filipenses 4:8)
3. Sirvan a otros. Luchen contra la preocupación por sí mismos enfocándose en las necesidades y preocupaciones de otros. Los mandamientos del Señor de amarnos los unos a los otros (Juan 13:34) y de servirnos los unos a los otros (Juan 13:14) tienen un beneficio de doble filo: nos brindan la bendición de dar y nos libran de la tiranía del ego.
“Más bienaventurado es dar que recibir”. (Hechos 20:35)
Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. (Filipenses 2:3-4)
Los hedonistas mundanos creen que el narcisismo es el camino al gozo. Esto es una mentira horrible. Los hedonistas cristianos saben que el narcisismo es la muerte del gozo, porque solo Dios es nuestro “supremo gozo” (Salmos 43:4, Salmos 16:11).
Así pues, acompáñenme el día de hoy, por el bien del gozo de Dios, nuestro gozo, y el gozo de otros, a dejar a un lado el peso de la preocupación por uno mismo negándonos la falta de vida que hay en nosotros, mirando a Jesús, quien es nuestra vida (Juan 14:6), y dando vida a otros al servirles.