Jesús pagó por nuestra perseverancia
Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros. (Lucas 22:20)
Lo que este pasaje significa es que el nuevo pacto, prometido más explícitamente en Jeremías 31 y 32, fue asegurado y sellado por la sangre de Jesús. El nuevo pacto se cumple porque Jesús murió para establecerlo.
¿Qué nos asegura el nuevo pacto a todos los que pertenecemos a Cristo? Perseverancia en la fe hasta el final.
Observemos lo que dice Jeremías 32:40:
Haré con ellos un pacto eterno, por el que no me apartaré de ellos, para hacerles bien, e infundiré mi temor en sus corazones para que no se aparten de mí.
El pacto eterno —el nuevo pacto— incluye una promesa inquebrantable: «Infundiré mi temor en sus corazones para que no se aparten de mí». No podrán. No lo harán. Cristo selló este pacto con su sangre. Él compró nuestra perseverancia.
Si hoy están perseverando en la fe, se lo deben a la sangre de Jesús. El Espíritu Santo, quien está obrando en ustedes para preservar su fe, honra el pago de Jesús. Dios Espíritu obra en nosotros lo que Dios Hijo obtuvo para nosotros. El Padre lo planeó, Jesús lo compró, el Espíritu lo aplica: todos ellos obran con infalibilidad.
Dios está totalmente comprometido con la seguridad eterna de sus hijos comprados con su sangre.