¿Cuán Dominante y Práctica es la Belleza de Dios?
Nada que sea feo es alguna vez llamado glorioso en la Biblia. Hay "un pecado tan grande" (Génesis 20:9), pero nunca un "pecado glorioso". El maligno tiene "poderes" cósmicos (Efesios 6:12), pero no "gloria" cósmica. La razón de esto es que el pecado y la maldad no son hermosos. Pero la gloria incluye belleza. La gloria incluye más, pero no nunca menos. Nada feo es glorioso.
Por lo tanto, la belleza de Dios, es tan dominante y práctica como la gloria de Dios. Si admiramos la gloria de Dios, estamos admirando la belleza de Dios. Si la gloria de Dios tiene un efecto en nuestras vidas, la belleza de Dios está teniendo un efecto. Si Dios obra para magnificar su gloria, está obrando para magnificar su belleza.
Así que, considera el lugar dominante y práctico de la belleza en todas las cosas.
La Trinidad
En el eterno compañerismo de la Trinidad, el Hijo "es el resplandor de la gloria de Dios" (Hebreos 1:3). Él es la imagen de la gloria de Dios (2 Corintios 4:4; Colosenses 1:15). Dios el Padre contempla la gloria del Hijo y lo ama. "Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco" (Mateo: 3:17). La belleza pertenece a la naturaleza del trino ser de Dios.
Creación
Dios creó el mundo para exhibir su gloria. "Los cielos proclaman la gloria de Dios" (Salmos 19:1). Cuando Dios creó la gloria de la luz, prefiguró lo que haría en la nueva creación de los corazones humanos. "Dios, que mandó que de las tinieblas surgiera la luz, es quien brilló en nuestros corazones para que se revelara el conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo" (2 Corintios 4:6). En la nueva creación, vemos la belleza de Dios en el rostro de Cristo. En la antigua creación, vemos la gloria de Dios en los cielos y la tierra.
La Caída y el Pecado
Lo peor de la Caída fue el eclipse de la belleza de Dios en los corazones de los pecadores. "Vuestras iniquidades han hecho separación entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados le han hecho esconder su rostro de vosotros" (Isaías 59:2). Esta es la más grande pérdida en la caída del hombre. "Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen" (Romanos 1:22-23). En la raíz del pecado está la ceguera a la belleza de Dios.
Encarnación
El Hijo de Dios se hizo hombre para hacer visible como nunca antes la belleza de Dios. "El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre" (Juan 1:14). Por la obra del Espíritu Santo, el registro inspirado de este Cristo encarnado hace posible que todos nosotros (que no estuvimos ahí) veamos su belleza. A medida que el Espíritu ilumina las Escrituras, vemos "la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo" (2 Corintios 4:6).
Conversión y Salvación
El milagro que crea la visión de la belleza de Cristo es el nuevo nacimiento - la nueva creación. Sucede por el poder soberano de Dios, como en la primera creación: "Porque Dios, que mandó que de las tinieblas surgiera la luz, es quien brilló en nuestros corazones para que se revelara el conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo" (2 Corintios 4:6). Ser convertido es ver a Cristo crucificado por los pecadores irresistiblemente y satisfactoriamente hermoso. Jonathan Edwards llama a esta visión "alegrante" ("The Pure in Heart Blessed", Works, Yale. Vol. 17, p. 59ff).
La salvación es la experiencia transformadora del clemente resplandor del rostro de Cristo. "Restáuranos, oh Dios, y haz resplandecer tu rostro sobre nosotros , y seremos salvos" (Salmos 80:3). "Dichoso el pueblo que anda, Señor, a la luz de tu rostro" (Salmos 89:15).
Santificación
Somos progresivamente hechos más como Cristo al ver y saborear su belleza. "Nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria" (2 Corintios 3:18). Mientras más contemplas su belleza, más te vuelves hermoso. Esta es la razón por la que Pablo dijo, "Todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad" (Filipenses 4:8).
Adoración
El Señor revela su belleza para nuestra adoración "por la palabra del Señor" (1 Samuel 3:21). Y el corazón de adoración está contemplando esa revelación, sintiendo su valor, y expresando nuestra admiración. "Una cosa he pedido al Señor, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para meditar en su templo" (Salmos 27:4).
Consumación
La bienaventuranza final del pueblo de Dios será la belleza de su presencia manifiesta. "Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria" (Juan 17:24). "Ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara" (1 Corintios 13:12). "Ellos verán su rostro" (Apocalipsis 22:4). "Sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él porque le veremos como Él es" (1 Juan 3:2).
Resumen
Desde la eternidad hasta la eternidad, la belleza de Dios es dominante y práctica. Pídele que abra los ojos de tu corazón (Efesios 1:18). Entrega tu vida a esta búsqueda - ver y saborear más y más de la alegrante belleza de Dios.