Cinco Razones para Abrazar la Elección Incondicional
Empleo la palabra abrazar porque la elección incondicional no sólo es cierta, sino preciosa. Por supuesto, no podría ser preciosa si no fuese verdad, así que esa es la mayor razón para abrazarla. Pero comencemos con su definición:
La elección incondicional es la libre elección de Dios antes de la creación, no basada en la predicción de la fe, de a qué traidores les regalará la fe y el arrepentimiento, perdonándolos y adoptándolos en su familia eterna de gozo.
1. Abrazamos la elección incondicional porque es cierta.
Todas mis objecciones a la elección incondicional se derrumbaron cuando ya no pude explicar Romanos 9. El capítulo comienza con Pablo estando dispuesto a ser anatema y separado de Cristo en favor de sus incrédulos compatriotas Judíos (versículo 3). Esto implica que algunos Judíos están pereciendo, y trae al frente la pregunta acerca de la promesa de Dios a los Judíos. ¿Ha fallado la promesa? Pablo responde, "No es que la palabra de Dios haya fallado" (versículo 6). ¿Por qué no?
Porque "no todos los que descienden de Israel son israelitas" (versículo 6). Dicho de otra forma, el propósito de Dios no era absolver a cada persona individual en Israel. Era, en lugar de eso, un propósito de elección.
Así que para ilustrar el significado de la elección incondicional de Dios Pablo utiliza la analogía de Jacob y Esaú: "Pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal — para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama — [a Rebeca] se le dijo: El mayor servirá al menor" (versículos 11–12).
En otras palabras, el propósito original de Dios al elegir individuos para si mismo de entre Israel (¡y de entre todas las naciones! Apocalipsis 5:9) no estaba basado en ninguna condición que dichos individuos fuesen a cumplir. Era una elección incondicional. Y por tanto dice, "Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca" (versículo 15; ver versículos 16–18; Romanos 11:5–7).
Jesús confirma esta enseñanza: "Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6:37). El venir a Jesús no es una condición que cumplamos que nos cualifique para la elección, sino el resultado de la elección. El Padre ha escogido sus ovejas. Son suyas. Y se las da al Hijo. Por eso es que vienen. "Ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre" (Juan 6:65). "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros" (Juan 15:16; ver Juan 17:2, 6, 9; Gálatas 1:15)
En el libro de Hechos ¿por qué algunos creyeron y otros no? La respuesta de Lucas es la elección: "Creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna" (Hechos 13:48). Esta "ordenanza" — esta elección—no estaba basada en la predicción de la fe, era la causa de la fe.
En Efesios 1 Pablo dice, "[Dios] nos escogió en [Cristo] antes de la fundación del mundo. . . . En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad" (Efesios 1:4, 11). En este asunto, es el "designio de la voluntad de Dios" que es lo eternamente decisivo.
¿Qué dirías tú a Dios en el juicio si te pregunta, “¿Por qué creíste en mi Hijo mientras que otros no lo hicieron?” Seguramente no dirías: “Porque fui más inteligente.” No. Seguramente dirías, “Por tu gracia. Si no me hubieses elegido, hubiese permanecido espiritualmente muerto, insensible, culpable.”
2. Abrazamos la elección incondicional porque Dios la designó para hacernos intrépidos en nuestra proclamación de su gracia en un mundo hostil.
"Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? . . . ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? (Romanos 8:31, 33).
3. Abrazamos la elección incondicional porque Dios la designó para hacernos humildes.
“Lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios. . . a fin de que nadie se jacte en su presencia. . . El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:27, 29, 31).
4. Abrazamos la elección incondicional porque Dios hizo de ella un potente impulso moral para compasión, benignidad y perdón.
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad. . . perdonándoos unos a otros” (Colosenses 3:12–13). Nadie ha visto o gustado de su elección verdaderamente si no es movido por ella a convertirse en alguien amable, paciente y perdonador.
5. Abrazamos la elección incondicional porque es un potente incentivo en nuestra evangelización para ayudar a los grandes pecadores incrédulos a no desesperar.
Cuando ofreces a Cristo libremente a todos los no creyentes, supón que uno de ellos dice, "He pecado de forma demasiado terrible. Dios nunca podría elegir salvarme." La cosa más definitivamente destructora de desesperación que puedes decir es esta: ¿Te das cuenta de que Dios eligió desde antes de la fundación del mundo a quién iba a salvar? Y lo hizo sin basarse en absolutamente nada que hubiese en ti. Antes de que nacieses o hubieses hecho nada malo o bueno, Dios eligió si te salvaría o no.
Así que no te atrevas a plantarte frente a Dios y contarle qué calificaciones te faltan para ser elegido. No hubo ninguna calificación para ser elegido. "¿Qué debo hacer entonces?" Podría preguntar. "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" (Hechos 16:31). Así es como comenzarás a "hacer firme tu vocación y elección" (2 Pedro 1:10). Si aceptas al salvador, confirmarás que eres un elegido, y serás salvado.