Llena nuestros corazones hasta que se rompan
Compramos la casa por una ventana.
Estábamos cansados de mirar, y el sol se estaba poniendo sobre el mercado inmobiliario antes de otro invierno en Minnesota. Las imágenes en Internet eran lo suficientemente pobres para que no deseara conducir ni siquiera dos cortas millas para verla. Pero mi esposa se impuso, y fuimos.
Cuando entras por nuestra puerta principal, llama la atención desde el otro extremo de la habitación. Cuatro pies de alto y cinco pies de largo, cinco árboles inmensos en nuestro patio, cada uno de cincuenta pies de alto. No habíamos visto aún un dormitorio o un baño, pero ya estábamos convencidos. Cuando observamos esa gran y hermosa ventana, vimos a un Dios más grande y más hermoso. Ver tanto de Él, hizo que la casa se sintiera nuestro hogar incluso antes de mudarnos.
Indicios del Altísimo
Cuanto más hemos mirado por esa ventana, más hemos experimentado el placer de Dios en su creación y la belleza de Dios mismo en ella. Como escribe John Piper,
Dios quiere que miremos su creación y digamos: Si la simple obra de sus dedos está llena de sabiduría, poder, grandeza, majestuosidad y belleza, ¡cómo debe ser Dios mismo! Estas no es más que la parte trasera de su gloria, por así decirlo, vista de manera oscurecida a través de un cristal. ¡Cómo será ver al mismo Creador! ¡No sus obras! Billones de galaxias no cumplirán las expectativas del alma humana. Dios y sólo Dios es el objetivo del alma. (The Pleasures of God (Los placeres de Dios), 94)
El marco blanco alrededor de nuestra ventana encuadra un clamor grande y hermoso: ¡Cómo será Dios!
Si el cielo puede ser así de azul, y los árboles pueden crecer así de alto, y los pajarillos pueden mostrar tal color, ¡qué tan grande, poderoso, creativo y grato debe ser Dios! Piper continúa, “El mensaje de la creación es este: hay un gran Dios de gloria, poder y generosidad detrás de todo este asombroso universo; tú le perteneces; Él es paciente contigo, sustentando tu rebelde vida; date la vuelta y deposita tu esperanza en Él y deléitate en Él, no en sus obras”.
Qué tan desesperadamente necesitamos escuchar ese mensaje en medio del estrés y desafíos de la vida cotidiana. Y aún así no lo escuchamos si no nos detenemos y buscamos. ¿Dónde ves, escuchas, olfateas, pruebas o sientes a la creación indicando la gloria de Dios?
Las aguas se elevan
Seis meses después de mudarnos, el calentador de agua se estropeó y derramó treinta galones dentro de nuestro sótano. Tal y como casi habíamos terminado de pintar, poner alfombras y arreglar los muebles, volvimos a quitar las alfombras, raspar las paredes, y sacar los muebles. La ventana de repente pareció más pequeña durante unos días.
De pie sobre la alfombra mojada, rodeados por montones de posesiones empapadas y suciedad desde las paredes, la ansiedad se introdujo donde el agua estaba comenzando a secarse. Meses de trabajo arruinado. Gastos e inconvenientes inesperados. Ajustadores de seguros, especialistas de mitigación, contratistas generales, y tiempos de entrega (inevitablemente) perdidos o retrasados. Semanas o meses de trabajo por delante. ¿Cómo haríamos todo? ¿Qué hay de nuestros planes para este mes? ¿Cómo pagaremos todo el daño?
Luego el Espíritu se nos acercó, como lo ha hecho muchas veces anteriormente, pero ahora de una forma nueva e inesperada, “no os preocupéis por vuestra vida” (Mateo 6:25).
Observad los tulipanes
Era octubre cuando vimos por primera vez la casa, después de que la mayoría de las hojas ya se habían caído. Ahora, a lo largo del último mes, estamos descubriendo el amor por las flores que los dueños anteriores habían tenido durante décadas. Primero salieron narcisos amarillos brillantes cerca del buzón, luego un par de docenas de tulipanes a lo largo del frente de la casa, luego las peonias blancas explotaron en el patio. Nuestro vecino nos dice que florecerán más a lo largo de agosto.
A medida que contemplábamos nuestra ventana favorita, tentados a rendirnos ante la ansiedad sobre el agua, la pérdida, y la construcción, la creación floreció con las palabras de Jesús,
Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos. Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? (Mateo 6:28–30, LBLA).
“Os digo, no os preocupéis por vuestra vida". “Observad los narcisos, los tulipanes, las peonias, y sabed que Yo me haré cargo de vuestro sótano inundado. Sabed que yo me haré cargo de vosotros.
Llena nuestros corazones hasta que se rompan
Solo unas semanas, incluso días, después de abrirse, todos los tulipanes se han ido. Los narcisos han desaparecido. Incluso las peonias han comenzado a marchitarse. Más flores vendrán, pero también se irán tan rápido como vinieron. El mensaje en todos los petalos del suelo es tan profundo como las flores más grandes y más brillantes,
“Al final no serán los mares o las montañas, los cañones, las arañas acuáticas, las nubes o las grandes galaxias las que llenarán nuestros corazones hasta romperse con maravillas y nuestras bocas con alabanza eterna. Será Dios mismo”. (Los Placeres de Dios, 94)
No serán los tulipnes o las peonias, los sótanos reparados o las facturas pagadas, el progreso en la obra o la relación remendada los que llenen nuestros corazones hasta que se rompan con maravillas. Cada una es una ventana a Dios mismo, otra esquina de la creación gritando que sólo Él nos satisfará, otro claro eco de la voz de Jesús, “Buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
Si la ansiedad amenaza con refrenar tu gozo en Dios o socavar tu confianza en Él, levanta tus ojos de los problemas y mira más de cerca todo lo que Él ha hecho.