Disfruta la comida favorita de Jesús
La mejor de la Navidad es la comida. Pero no quiero decir la comida que tiende a venir a la mente como sugerencia.
Comiendo en Samaria
En el libro de Juan capítulo 4, Jesús y sus discípulos se habían detenido en el pueblo Samaritano de Sicar para buscar comida. Pero los discípulos no eran conscientes de que su idea de comida era diferente de la que Jesús tenía.
Parte de la razón de esto es que la suposición de los discípulos acerca del por qué estaban en Samaria no coincidía con los planes de Jesús. Ellos veían Samaria como una región “de paso”, un lugar por donde tenían que pasar para llegar a donde querían ir. No consideraban que los herejes samaritanos de raza mezclada fuesen su vocación evangélica. Pero los samaritanos tenían alimentos y los discípulos estaban hambrientos, así que estuvieron lo suficientemente felices para detenerse en Sicar a por pan.
Pero Samaria no era una parada de descanso para Jesús. Era un campo maduro para el cultivo. Jesús no estaba allí para obtener pan de los samaritanos; estaba allí para darles Pan a ellos (Juan 6:51). Y al hacer eso estaría comiendo su comida favorita.
Cuando los discípulos regresaron al pozo de Jacob con los alimentos que pensaban obtener de Sicar, y vieron a Jesús hablando con una mujer samaritana de dudosa reputación (tres razones por las que pensaban no debería estar hablando con ella), quedaron perplejos. Y cuando le ofrecieron pan, estaban incluso más perplejos al constatar que Jesús ya había comido. De alguna forma Él había obtenido una comida de la cual ellos no sabían (Juan 4:32). Se volvió más confuso cuando dijo que su comida era hacer la voluntad de su Padre (Juan 4:34). ¿Cuál era la voluntad nutritiva del Padre en el desierto espiritual de Samaria?
No fue hasta que Jesús les dijo que elevaran sus ojos y vieran la cosecha (Juan 4:35), y se voltearon y vieron a una multitud de samaritanos encaminándose hacia ellos, que empezaron a comprender. La cosecha no estaba solamente más adelante en Galilea. Había una cosecha blanca en la árida Samaria, donde menos lo esperaban. Había pan en el desierto.
No perdamos la mejor comida de Navidad
¿Qué tiene que ver esto con nosotros y la Navidad? Sencillamente esto. Podríamos pensar que sabemos por qué estamos donde estamos esta Navidad. Quizás estamos felices al respecto o quizás tristes o frustrados. Quizás estamos encajados en un lugar donde no deseamos estar, o quizás pensamos que sólo estamos atravesando este lugar para llegar a donde deseamos estar. Sea cual sea el caso, es posible que las razones de Jesús para que estemos donde estamos sean diferentes de lo que pensamos.
Jesús suele tener cosechas para nosotros donde menos las esperamos. Tengamos cuidado de no asumir que la verdadera cosecha está más allá del camino y que donde estamos es solamente una parada de descanso o una desviación frustrante que nos retrasa. Levantemos los ojos. El campo alrededor de nosotros puede estar más blanco de lo que sabemos. Podemos estar en un campo donde Dios ha estado plantando semillas del evangelio completamente desconocidas y que nunca vimos — y nos está invitando a cosechar.
La mejor comida que comeremos sobre la tierra es hacer la voluntad de Dios para nosotros. No hay nada que sepa mejor. Era la comida favorita de Jesús. Dios tiene un propósito para nosotros justo donde estamos. Lo que sea que hagamos esta Navidad, asegurémonos de no perdernos este festín. Hará que todas las otras comidas y banquetes de Navidad sepan mucho mejor.