No vivas intensamente, vive sabiamente
Mientras escribo esto, estoy visitando a mi madre. En el escritorio del dormitorio para invitados hay un estuche antiguo que contiene viejas tarjetas de felicitación que mi abuelo le dio a mi abuela hace más de 80 años. Estas cartas se conservan cuidadosa y cariñosamente porque expresan un amor que, en aquel momento, se sentía y era muy importante para Roland y Esther.
Pero esos tiempos pasaron hace mucho. Existen pocos de nosotros que personalmente presenciasen la belleza de lo que esta pareja compartió a lo largo de los 60 años de matrimonio. No tardará mucho tiempo en que su amor pase más allá de un recuerdo vivo y estas tarjetas de felicitación pierdan todo su significado personal y posiblemente desaparezcan.
Y, por eso recomiendo que memorices el Salmo 90 este año. Solamente tiene 17 versos y puede memorizarse en una o dos semanas y recitarse entero en menos de 2 minutos.
Los beneficios que cosecharás son enormes. Esta oración de Moisés te ayudará a mantener la vida — tu vida real, tu vida realmente corta — en perspectiva. Te ayudará a recordar lo que es pasajero y lo que es eterno. Te ayudará a vivir sabiamente
Tu vida es como hierba, luego viene la eternidad
Todos padecemos la confusión del tiempo. Sabemos que nuestras vidas son cortas, y aun así nos resulta realmente difícil de creer. Eso es porque Dios es eterno (Salmo 90:2), debido a que somos hechos a imagen Suya (Genesis 1:27), Él ha puesto la eternidad en nuestros corazones (Eclesiastés 3:11), y, sin embargo, como criaturas caídas, nos ha colocado a todos bajo el juicio de que nuestros cuerpos vuelvan a ser polvo (Genesis 3:19; Salmo 90:3). Así que tanto la transitoriedad como la eternidad operan en nosotros — una disonancia espiritual. Moriremos, pero después de eso existe un juicio (Hebreos 9:27) llevándonos bien sea a la vida eterna (Juan 3:16) o a la destrucción eterna (2 Tesalónicos 1:9).
También sufrimos de confusión en cuanto al significado. Íntimamente sabemos que muestras vidas son importantes. El mismo Dios nos ha creado y lo ha hecho a Su semejanza, ¿entonces cómo podríamos ser insignificantes (Salmo 139:13-14; Genesis 1:26)? Sin embargo, el pecaminoso orgullo hace que queramos medir nuestra importancia, no por el don misericordioso de Dios, sino por la admiración de otras personas. Nuestra naturaleza pecaminosa no se satisface con el conocimiento humilde pero asombroso de que Dios nos creó a Su imagen; deseamos que otros nos veneren. Somos criaturas importantes, pero queremos ser dioses importantes.
El Salmo 90:1–11 es medicina para el alma en nuestra confusión con el tiempo y la importancia. Moisés nos recuerda como son en realidad nuestras vidas terrenales: Como la hierba que por la mañana reverdece y al atardecer se marchita y se seca (versos 5-6). Para el Creador de tal hierba, esta es significativa. En ese sentido, somos más importantes de lo que pensamos. Pero no somos tan importantes como creemos en la forma en que muy a menudo queremos pensar.
Vive sabiamente
Lance Armstrong hizo popular la frase “Vivan intensamente.” Es un lema inspirador para los seres humanos caídos que quieren ser autosuficientes y auto determinantes. Deseamos vivir por largo tiempo y vivir intensamente (Salmo 90:10) Pero la creencia de que realmente lo podemos hacer es una ilusión.
Moisés no está bajo tal ilusión. Él sabe que, bajo cualquier circunstancia, no viviremos mucho y sabe que ciertamente no somos fuertes (Salmo 90:10). Moisés desea “Vivir sabiamente”. Por eso ora, “Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al Corazón sabiduría” (Salmo 90:12, LBLA). Vivir sabiamente solo es posible al conocer quien es Dios y quienes somos nosotros.
Si Dios es eterno y nuestras vidas terrenales son pasajeras, entonces existe solo un lugar donde los sabios elegirán vivir: en Dios, nuestra morada eterna (Salmo 90:1). Si llegamos al final de nuestra vida terrenal por la justa ira de Dios por nuestros pecados (Salmo 90:7-8), entonces existirá una sola cosa que el sabio buscará durante esta breve estancia en la tierra: La misericordia y la gracia de Dios (Salmo 90: 13, 17). Y si nuestras vidas fugaces como la hierba están llenas de “trabajo y pesar” (Salmo 90:10), entonces hay una sola satisfacción que el sabio buscará: el amor inquebrantable del Dios eterno (Salmo 90:14).
Y contando nuestros días a diario — recordando como cada vez son menos los que nos quedan — es la manera en que producirán un corazón sabio, como sabe Moisés. Vivir sabiamente no es tomar la resolución de aumentar nuestras fuerzas, sino de aumentar nuestra fe. Vivir sabiamente es crecer en dependencia, no en independencia.
El Salmo 90 te ayudará a vivir sabiamente este año. Memorízalo y conviértelo en parte de tus oraciones diarias. Es una pequeña inversión que producirá un gran beneficio. Te ayudará a contar tus días, te recordará que eres hierba, te ayudará a confiar todos sus esfuerzos y dificultades al juicio virtuoso providencial de Dios y buscarle como tu refugio, y te dará las palabras de Dios para que ores por su misericordia y por satisfacerte solamente en Él.
Algún día alguien escudriñara los pocos objetos que han quedado de tu vida. Mucho de lo que parece ser tan importante para nosotros ahora, habrá pasado al olvido. ¿Estás pasando tu corta vida en lo que realmente es importante? La vida es demasiado corta para malgastarla. Vive sabiamente.