¿Podemos ser libres realmente de temores excesivos?
El temor que experimentamos es una fuerza muy poderosa.
Fue diseñado por Dios, y tiene un beneficio de maravillosa protección para nosotros cuando funciona de la manera en que Dios lo diseñó. Los temores que sentimos por instinto son misericordias tremendas que nos protegen de daños aún antes de que tengamos tiempo para pensar. Los temores racionales, son los temores donde tenemos tiempo para pensar, y cuando funcionan bajo la dirección de la fe, nos pueden proteger de toda clase de impulsos insensatos y pecaminosos y del mal externo y engañoso.
Sin embargo, para la mayoria de nosotros, el temor casi nunca funciona de la manera que fue diseñado. El temor no está dirigido por nuestra confianza en Dios, y por este motivo ejerce una influencia excesiva y distorsionadora sobre nuestra manera de pensar y comportamientos. Si el temor no está ubicado en el lugar correcto, entonces pensamos y actuamos de manera equivocada. El temor mal posicionado se convierte en un tirano que nos impone límites que nos constriñen y nos dejan debilitados en alguna o gran parte de nuestras vidas. Bajo su dominio, no hacemos lo que sabemos que deberíamos hacer porque tenemos temor.
Todos deseamos ser libres de este tirano. ¿Pero es esto posible? ¿Podemos realmente liberarnos de miedos excesivos? La respuesta de Jesús es sí.
“¿Por que tienes tanto temor?”
Sin embargo para conseguir esta libertad, debemos permitir que Jesús nos haga la pregunta que les hizo a sus discípulos después de calmar la terrible tormenta: "¿Por qué estáis amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?" (Marcos 4:40. LBLA)
¿Por qué los discípulos tenían tanto miedo? Si les hubiésemos preguntado esto mientras la tormenta era intensa y Jesús estaba durmiendo, hubieran gritado: "¡Mira a tu alrededor! ¿No es obvio?" Tenían una buena razón terrenal para entrar en pánico. Algunos de ellos eran barqueros con experiencia, familiarizados con las tormentas galileas. Grandes olas como estas habían hundido rápidamente otras barcas como la suya. Pero si les hubieras preguntado después de que Jesús calmó la tormenta, hubieran dicho: "Realmente no creíamos que Él tuviera ese tipo de poder".
Mientras la tormenta azotaba, los discípulos creían que era más poderosa que Jesús, y en consecuencia actuaban con pánico. No reconocieron el poder de Jesús, porque no creyeron que Jesús gobernara sobre ese peligro terrenal. No confiaron en Él. De hecho, se sintieron exasperados por la aparente indiferencia de Jesus y gritaron: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?" (Marcos 4:38).
Sin embargo, es importante notar que cuando Jesús reprendió a los discípulos, no fue simplemente porque ellos temían a la tormenta. El temor a un peligro que es más fuerte que nosotros es normal, y está de acuerdo con el diseño de Dios. Jesús los reprendió por temer al poder menor sobre el poder superior. Y esto toca también el meollo del problema de nuestros miedos.
¿Por qué tenemos tanto miedo? Es una pregunta muy profunda. La cual lleva directamente al corazón del asunto.
Porque quién o qué creamos que es más poderoso, será el dueño de nuestros pensamientos y acciones. Por esta razón, si respondemos la pregunta con honestidad y humildad, nos señalará el camino hacia nuestra libertad.
El Secreto para ser libres del temor mal ubicado
Lo que les ocurrió a los discípulos esa noche en la barca fue una transferencia de temor. Después que Jesús calmó la tormenta, y los reprendió, "se llenaron de gran temor, y se decían unos a otros: '¿Quién, pues, es éste que aun el viento y el mar le obedecen?'" (Marcos 4:41).
¿Se entiende? Sentían "gran temor". Pero este temor a Jesús era muy diferente de su miedo a la tormenta. Este temor no fue opresivo. No imponía límites constrictivos ni los dejaba debilitados y encogidos. ¡Este temor les abrió un universo de posibilidades! Lo que estaban entendiendo ellos en esa barca, era que esta persona que estaba con ellos tenía un poder supremo y absoluto sobre todos los aspectos de lo natural y lo sobrenatural (Marcos 1:23-27, Juan 3:35, Filipenses 2: 9-11). Y si el mundo natural y el mundo sobrenatural le obedecían, ¿qué sería imposible estando con Él?
Respuesta: nada (Marcos 10:27)
El secreto de nuestra emancipación de la esclavitud a nuestros temores excesivos es una transferencia del temor. Necesitamos dejar de temer a otras cosas más que a Jesús. Esas otras cosas, ya sean imaginadas o reales, pueden ser más grandes que nosotros y, por lo tanto, atemorizantes. Pero Jesús nos dice "no estéis amedrentados por ningún temor" (1 Pedro 3:6). ¿Por qué? Porque Él los domina. Él es, como Martin Luther cantó, la "Palabra sobre todos los poderes terrenales". Cuando tememos a los poderes terrenales más que a Jesús, no solo deshonramos a Jesús, sino que también nos esclavizamos a los atemorizantes tiranos que distorsionan nuestro pensamiento y producen comportamientos infieles.
No temamos, simplemente confiemos
Cuano llega la hora de enfrentar la realidad la pregunta es: ¿Cómo transferimos nuestro miedo de la tormenta a Jesús cuando la tormenta todavía es intensa? La respuesta es la más simple y, a menudo, la más difícil de hacer para los pecadores: creer a Jesús. Todas las promesas de Dios son sí para nosotros en Jesús (2 Corintios 1:20). No importa cómo fue nuestro pasado, nuestra familia de origen, que tan grande sea nuestro pecado, con qué frecuencia hemos fallado o cuán imposible parece ser nuestra situación actual. Tampoco ninguna de nuestras debilidades nos descualifica para estas promesas. Nada es demasiado difícil para el Señor Supremo de todos (Jeremías 32:27). Eso es lo que la Biblia enseña: Cree en Jesús y obedécelo.
Como los discípulos, Jesús está con nosotros en la barca. Y al igual que los discípulos, llevamos nuestros temores a Él. Pero, a diferencia de los discípulos, no nos asustemos y pensemos que no le importamos a Jesús. Él se preocupa mucho más de lo que creemos, y esta tormenta está cumpliendo un propósito que aún no entendemos.
Para el cristiano, cada tormenta es util para el Señor Jesús y demuestra algún aspecto de su poder soberano. Y si confiamos en Él, nos librará de cada tormenta, incluso de la tormenta que nos mata (2 Timoteo 4:18). Porque Jesús, al amainar la tormenta de la ira de su Padre por nosotros, también ha calmado la tormenta de la muerte (1 Corintios 15:55), para que "todo aquel que vive y cree en [Él] nunca muera" (Juan 11:26). Sí, "en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (Romanos 8:37).
Entonces, ¿qué miedos te están amenazando ahora? Llévalos a Jesús, "echando toda [tu] ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de [ti]" (1 Pedro 5:7), confía en Él con todo tu corazón para que dirija tu camino a través de la terrible tormenta (Proverbios 3:5-7), "Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará [tu corazón] y [tu mente] en Cristo Jesús" (Filipenses 4:7).
Vivir libre de nuestro excesivo temor no es solamente posible para nosotros; sino que también está disponible. Todo lo que se requiere es fe. Y no se requiere una fe heroica. Se necesita solo la fe de un niño. Todo lo que necesitamos hacer, según Jesús, es "No temas, cree solamente" (Marcos 5:36).