El Señor, un Dios misericordioso y clemente
EXODO 34:1-10 (LBLA)
“Y el SEÑOR dijo a Moisés: Lábrate dos tablas de piedra como las anteriores, y yo escribiré sobre las tablas las palabras que estaban en las primeras tablas que tú quebraste. Prepárate, pues, para la mañana, y sube temprano al monte Sinaí, y allí preséntate a mí en la cumbre del monte. Y que no suba nadie contigo, ni se vea a nadie en todo el monte; ni siquiera ovejas ni bueyes pasten delante de ese monte. Moisés, pues, labró dos tablas de piedra como las anteriores, se levantó muy de mañana y subió al monte Sinaí, como el SEÑOR le había mandado, llevando en su mano las dos tablas de piedra. Y el SEÑOR descendió en la nube y estuvo allí con él, mientras éste invocaba el nombre del SEÑOR. Entonces pasó el SEÑOR por delante de él y proclamó: El SEÑOR, el SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad; el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable; el que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación. Y Moisés se apresuró a inclinarse a tierra y adoró, y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia ante tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros, aunque el pueblo sea de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por posesión tuya. Y Dios contestó: He aquí, voy a hacer un pacto. Delante de todo tu pueblo haré maravillas que no se han hecho en toda la tierra ni en ninguna de las naciones; y todo el pueblo en medio del cual habitas verá la obra del SEÑOR, porque es cosa temible la que haré por medio de ti.”
El Capítulo 34 de Éxodo es una Prueba de la Misericordia de Dios
El simple hecho de que exista el capítulo 34 de Éxodo es una prueba de que Dios es un Dios de misericordia. Esta es la segunda vez que Dios se encuentra con Moisés en la montaña para hacer un pacto con el pueblo de Israel. Cuando Moisés descendió de la montaña la primera vez, el pueblo se había enamorado de las obras de sus propias manos. Estaban adorando un becerro de oro.
El pacto que hizo Dios con el pueblo en la montaña aquella primera vez fue este: “Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; y vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel” (Éxodo 19:5-6, LBLA). Pero en vez de descansar en Dios y tenerlo en alta estima, el pueblo se impacientó y quiso valorar la obra de sus manos. Así que ellos cambiaron la gloria del Dios invisible por la imagen de su propia gloria -un becerro de oro.
El pueblo había sido incrédulo en el mar Rojo. Había murmurado en contra del Señor en el desierto. Por lo tanto, la rebelión del becerro de oro debería haber agotado la paciencia de Dios. ¡Basta ya de este pueblo de dura cerviz!
Pero aquí estamos en la montaña nuevamente, esperando la revelación de Dios. El pueblo no fue destruido. Y el simple hecho de tener este encuentro prueba que Dios es misericordioso.
Dios le Proclama su Nombre a Moisés
Pero hay algo más asombroso aún que el simple hecho de que Dios quiera encontrarse nuevamente con Moisés y renovar el pacto: concretamente, el contenido de lo que él le revela. Éxodo 34:5 (LBLA) cita “Y el SEÑOR descendió en la nube y estuvo allí con él, mientras éste invocaba el nombre del SEÑOR”.
El Señor clama en el versículo 6, “¡Yahweh!, ¡Yahweh!” Y luego explica el significado de ese nombre con palabras cuya dulzura resulta insuperable, aun siquiera en el Nuevo Testamento: “Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad; el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado.”
Dos Problemas que Encontramos en la Descripción que Hace Dios de Sí Mismo
Dios es YAHWEH, el Dios que es, el Dios que es libre, el Dios que es todopoderoso, y el Dios que es misericordioso. Hay una conexión entre su existencia absoluta y su libertad soberana, y su omnipotencia y su misericordia desbordante. Pero antes de enfocarnos en esto, hay dos problemas en este texto que debemos tratar:
1- A Quién Perdona Dios y a Quién no
Primero, después de declarar que Dios “perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado” (vs. 7), el texto continúa diciendo, “y que no tendrá por inocente al culpable”. El problema aquí es: ¿Cómo puede él perdonar al culpable y, por otro lado, no tener por inocente al culpable? O, ¿a qué culpable perdona, y a cuál se rehúsa perdonar?
La manera mas fructífera que he encontrado para responder a esto es observando cómo han usado este pasaje los demás escritores del Antiguo Testamento. Como por ejemplo, Joel y Jonás.
El Uso que le Dio Joel a Este Pasaje
En Joel 2:12-13 (LBLA) Dios le habla al pueblo rebelde, “Aun ahora -declara el SEÑOR- volved a mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento. Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos”. Y Joel continúa para alentar al pueblo, “Volved ahora al SEÑOR vuestro Dios, porque El es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal”.
En otras palabras Joel usa Éxodo 34:6 para alentar al pueblo sobre que si se vuelven al Señor, Él se arrepentirá del mal que ha pronunciado contra ellos. Así, la suposición es que las personas a quien Dios no perdonará son aquellas que no se arrepienten para volverse al Señor de todo su corazón. Joel entendió Éxodo 34:5-7 de esta manera. El perdón es para el que se arrepiente. La negativa de Dios para perdonar es para el impenitente.
El Uso que le Dio Jonás a este pasaje
Jonás ve las cosas de la misma manera. Después de predicar a los Ninivitas, éstos se arrepienten, Dios los perdona, y Jonás se enoja con Dios por ser tan misericordioso. En Jonás 3:10-4:2 (LBLA) dice:
“Y vio Dios sus acciones, que se habían apartado de su mal camino; entonces se arrepintió Dios del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo. Pero esto desagradó a Jonás en gran manera, y se enojó. Y oró al SEÑOR, y dijo: ¡Ah SEÑOR! ¿No era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, porque sabía yo que tú eres un Dios clemente y compasivo lento para la ira y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal con que amenazas.”
Aquí Jonás cita Éxodo 34:6 para explicar por qué Dios se volvió de su ira para con un pueblo pecador que se arrepintió y se volvió de sus malos caminos. Esta es la naturaleza de Dios. Es su nombre. Pero observe que Jonás está de acuerdo con Joel en que si Dios perdona o no a los Ninivitas depende de si los Ninivitas se arrepienten o no de sus malos caminos.
Dios Perdona a Aquellas Personas Culpables que se Arrepienten
Ahora volvamos a las palabras dichas por Dios en el Monte Sinaí en Éxodo 34:6-7. Por un lado el Señor dice que “el perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado”. Y por el otro lado, dice que “no tendrá por inocente al culpable”. Sin embargo, todos los pecadores son culpables. Pero, ¿A cuáles perdonará? ¿Y a cuáles no?
La respuesta que, tanto Joel como Jonás nos dan, es que Él perdonará al culpable que se vuelva de sus pecados y regrese a Dios de todo su corazón. Y al culpable que desprecie su misericordia de ninguna manera lo tendrá por inocente.
Este es el primer problema, y la solución de Jonás y Joel.
2- El Pecado de los Padres y el Pecado de los Hijos
El segundo problema en este texto proviene de las siguientes palabras del verso 7. Dice que Dios es “el que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación.” Pero Ezequiel 18:20 (LBLA) declara “El alma que peque, ésa morirá. El hijo no cargará con la iniquidad del padre, ni el padre cargará con la iniquidad del hijo”. ¿Cómo pueden estos dos textos evitar contradecirse el uno con el otro?
El Punto de Vista de Ezequiel
Lo más importante aquí es que Ezequiel presenta a un hijo que no sigue los pasos pecaminosos de su padre, mientras que lo que presenta Éxodo son hijos que siguen los pasos pecaminosos de sus padres.
Ezequiel 18:19 (LBLA) declara, “Cuando el hijo ha practicado el derecho y la justicia, ha observado todos mis estatutos y los ha cumplido, ciertamente vivirá”. En otras palabras, él no morirá por los pecados de sus padres porque no está siguiendo los pasos de sus padres.
El Punto de Vista de Éxodo
Éxodo 20:5, el versículo paralelo a Éxodo 34:7 declara que Dios castiga “la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”. Dicho de otra manera, los hijos participan del castigo de sus padres porque también participaron de sus pecados.
De manera que Ezequiel nos enseña que cualquier hijo que se vuelve de los caminos pecaminosos de sus padres y obedece a Dios, no será castigado por los pecados de sus padres. Y Éxodo enseña que cualquier hijo que continúa pecando como sus padres, participará del castigo.
Cuando Dios tiene que castigar a los hijos por el pecado de los padres, no castiga a los hijos que no han pecado por causa de los pecados de sus padres. Simplemente permite que los efectos de los pecados cometidos por los padres sigan su curso natural, contaminando y corrompiendo el corazón de sus hijos. Para aquellos padres que aman a sus hijos, este es uno de los pasajes más instructivos de toda la Biblia.
Cuanto más permitamos que el pecado tome el control en nuestras vidas, tanto mas sufrirán nuestros hijos por causa de esto. El pecado es como una enfermedad contagiosa. Mis hijos no sufren porque yo la tengo. Ellos se la contagian de mí y luego sufren porque ellos la tienen.
Existe Esperanza Para el Abatido en la Descripción que Hace Dios de sí Mismo
Ahora con esos dos problemas a nuestras espaldas, espero que podamos oír el mensaje de la misericordia de Dios con una nueva apreciación. Volvamos a la declaración que Dios hace de Su Nombre en el versículo 6. El Señor desciende y proclama su Nombre: “¡Yahweh, Yahweh! Un Dios misericordioso y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad; el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado”.
Hay dos clases de personas que son difíciles de ayudar en el consejo espiritual. Una piensa que ha ido demasiado lejos como para ser perdonada. La otra piensa que el perdón es instantáneo. La primera cree que está absolutamente descalificada para el reino. La segunda está demasiado segura de su perdón. La primera cree que Dios es inflexiblemente colérico. La segunda piensa que Dios es fácil de convencer. Una es ciega ante la magnificencia de la misericordia de Dios. La otra está ciega en cuanto a la magnitud de su propia miseria.
Sé que, cada Domingo, me enfrento con personas de estas dos clases. Y el desafío al predicar es cómo dar un mensaje lleno de esperanza para el primer tipo de personas, sin dar caricias al segundo. Cuando uno se dirige a una congregación tan grande y variada, se requiere de ira y misericordia, aviso y promesa, advertencia y consuelo. Y luego, deben ser la oración y la obra del Espíritu Santo las que causen que la Palabra sea oída y aplicada correctamente acorde a la necesidad de cada persona.
Pero quiero hacer evidente que lo que voy a decir ahora está dirigido al abatido, al humilde, al quebrantado, al desesperanzado, al desanimado- a aquellos que tal vez sientan que están lejos del alcance del perdón divino.
Cinco Expresiones de la Naturaleza de Dios
Si yo quisiera dejarles en claro a mis hijos que pretendo ser su padre, cuidar de ellos y tratarlos con misericordia, usaría dos o tres expresiones diferentes, y quizá se las vuelva a repetir para enfatizar la verdad de lo que estoy diciendo. Así que Dios se digna a usar nuestros métodos para hacer que su misericordia nos quede clara como el cristal. El añade frase sobre frase para exponer su amoroso corazón.
Se categorizan en cinco expresiones:
- Un Dios misericordioso y clemente,
- Lento para la ira
- Abundante en misericordia y fidelidad;
- Que guarda misericordia a millares,
- Perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado.
Cuanto más reflexiono sobre cómo están relacionadas estas cinco descripciones de Dios, tanto más parecen entrelazarse una con la otra.
El Triángulo de la Misericordia de Dios
Pero permítame describir una manera de ver su relación entre sí.
Imagine un triángulo: en los vértices de la base se encuentran las primeras y las últimas declaraciones sobre Dios, es decir, que “Él es Misericordioso y Clemente” (en el vértice izquierdo de la base) y que “Él perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado” (en el vértice derecho de la base).
Luego, en la mitad de ambos lados del triángulo, imagine la segunda y la cuarta declaración sobre Dios, esto es, que él “es lento para la ira” (en el lado izquierdo) y que “guarda la misericordia a millares” (en el lado derecho del triángulo).
Finalmente, imagine la tercera declaración sobre Dios en el vértice superior del triángulo, en el medio, esta es, que él “es abundante en misericordia y fidelidad”.
Ahora, el objetivo de esta imagen es sugerir que la primera y última declaraciones van juntas, la segunda y cuarta también y la tercera constituye el centro de estas cinco. Comencemos con la característica del centro y la parte superior del triángulo.
Abundante en Misericordia y Fidelidad
Dios abunda en misericordia y fidelidad. Me vienen a la mente dos imágenes para esto. El corazón de Dios es como un manantial inagotable, que rebosa de amor y fidelidad en la cima de una montaña. O también, el corazón de Dios es como un volcán que quema ardientemente con un amor que sale de la cima de una montaña y del cual fluye, año tras año, lava de amor y fidelidad.
Cuando Dios usa la palabra “abundante” él desea que entendamos que los recursos de su amor son ilimitados. En cierto modo, él es como el gobierno federal: Dondequiera que haya una necesidad puede simplemente imprimir más dinero para cubrirla. Pero la diferencia es que Dios posee un tesoro infinito de amor de oro para cubrir todo el dinero que imprime. El gobierno de los Estados Unidos está en un mundo de ensueños. Dios, de una manera realista, cuenta con los recursos infinitos de su deidad.
Anteriormente mencioné que hay una conexión entre los primeros tres sermones de esta serie y este. Dios es el que es, Dios es libre, Dios es todopoderoso, y ahora, Dios es misericordioso. La conexión entre ellos está en que, la absoluta existencia, la libertad soberana, y la omnipotencia de Dios son la plenitud volcánica que estalla en un desbordamiento de amor.
La grandeza absoluta de Dios significa que él no necesita que nosotros cubramos alguna deficiencia en él. En cambio, él derrama su infinita autosuficiencia en amor sobre nosotros, que sí necesitamos de él. Podemos contar con su amor porque precisamente creemos en su existencia absoluta, su libertad soberana y lo ilimitado de su poder.
De modo que, en la cima del triángulo se halla la infinita abundancia del amor de Dios, derramándose por ambos lados para el bien de su pueblo arrepentido.
Lento para la Ira, que Guarda la Misericordia
En el medio de cada uno de los lados se encuentran la segunda y la cuarta declaración acerca de Dios en Éxodo 34:6-7. Él es lento para la ira, que guarda la misericordia a millares. Cuando Dios dice que él guarda la misericordia, el énfasis está puesto en la durabilidad de su amor. Este amor perdura, persevera y fluye continuamente.
Y puedo notar una conexión entre ese perseverante amor de Dios y la declaración de que él es lento para la ira. El amor no puede perdurar donde la ira tiene un gatillo fácil. Si la ira de Dios tuviese gatillo fácil, su amor no podría durar un solo día en mi vida. Si Dios disparara cohetes de ira por sus ojos cada vez que peco, estallaría en mil pedazos antes de salir de la cama por la mañana.
Pero él grita desde el Monte Sinaí, “¡Yo soy lento para la ira!” El retiene su ira porque es su amor el que reina. El es sufrido. Es extraordinariamente paciente. Y es por eso que guarda la misericordia. La guarda y la preserva siendo lento para la ira.
Misericordioso y Perdonador
Esto nos lleva al último par de declaraciones sobre Dios situadas en la base del triángulo. Si Dios es lento para la ira aún cuando le damos amplias razones para airarse con nosotros debido a nuestro pecado, entonces él debe ser muy misericordioso y perdonador -“misericordioso y clemente- que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado”. La razón por la que Dios es lento para la ira no se debe a que él no advierta nuestro pecado sino a que perdona nuestro pecado.
Y no sólo algunas clases de pecado. Para aquellos que creen que hay una clase de pecado que sobrepasa el perdón de Dios, que someta su propia opinión y sentimientos a la Palabra de Dios. La razón por la que Dios usó aquí las tres palabras que existen en Hebreo para “pecado” es para mostrar que todas las clases y grados de pecado son perdonables. El perdona la iniquidad y la transgresión y el pecado. Él añade una luego de la otra para dejar en claro lo que quiere decir. No existe ninguna clase de pecado imperdonable. El único pecado que es imperdonable es el pecado impenitente. Si puedes arrepentirte y volverte de tu pecado, puedes ser perdonado.
Jesucristo confirma la naturaleza misericordiosa de Dios
Finalizaré con este recordatorio e invitación. Jesucristo vino al mundo para confirmar que Dios es quien dijo ser en el Monte Sinaí -“un Dios misericordioso y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad, el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado”. Vuélvase de su pecado esta mañana, confíe en Jesucristo como su Salvador y Señor, y encontrará abundancia en la misericordia de Dios como la abundancia del propio mar.
Si alguien le preguntara (o quizá usted se pregunte a sí mismo): ¿Cómo sabe usted que Dios es de esa manera? Usted puede responder, porque Jesucristo lo vivió y selló con su sangre.